
~Briana~
Cuando abro los ojos, lo primero que veo es aquel hermoso hombre de facciones perfectas que siempre he amado. Su brazo me rodea de forma posesiva, como si no quisiera dejarme ir después de lo que ocurrió entre nosotros anoche.
Esbozo una sonrisa. Aunque sé que solo estuvo conmigo por el dolor de que le pusieran el cuerno, esto cambia las cosas. Anoche me susurró al oído lo hermosa que era, lo mucho que deseaba que esto pasara, entre otras cosas pasadas de tono que me reservo para lo más profundo de mi subconsciente.
Y bueno, sí, estaba un poco pasado de copas, pero dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, ¿no? Pues quiero tener fe en que eso fue lo que pasó.
Me quedo unos minutos observándolo como una idiota. Me encantan sus labios rojos y gruesos, que parecen formar un pequeño puchero cuando duerme y contrastan con esos pómulos bien definidos. Pero lo que más adoro —además de sus ojos azul oscuro— es ese mechón blanco que le cruza el salvaje pelo negro azabache.
Lo amo por completo; siempre ha sido mi sueño que mi mejor amigo comience a verme como la mujer de su vida.
Llevada por un impulso, trato de tocar aquel lunar blanco, pero entonces él abre los ojos. Su mirada pasa de la serenidad a la más absoluta confusión.
Después, llega el temido horror.
—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta con voz ronca, incorporándose con lentitud—. Briana, ¿qué te hice?
—¿No lo recuerdas? —respondo con voz rota, cubriéndome con las sábanas—. Tú anoche viniste a buscarme y…
—Sí, rompí con Camila, pero sigo amándola y…
Luciano se lleva ambas manos a la cabeza y sus brazos se tensan. Si no fuera por lo terrible que me siento ahora, tal vez me habría quedado embobada mirándolo.
—No recuerdas lo que hiciste conmigo —susurro, con la vista fija en mis pies, que sobresalen de la sábana—. Eso sí que es un problema.
—Fue un error, Briana, no quería lastimarte.
—No me lastimaste —le aseguro, esperanzada de que esa sea su única preocupación.
—Tengo que irme, perdóname. Esto no debió pasar.
Aunque quiero rogar para que no se vaya, simplemente me quedo paralizada, viendo cómo se viste a toda prisa mientras masculla maldiciones. No es la primera vez que él me rompe el corazón, pero esta vez es diferente, más profunda.
¿De verdad se irá como si nada cuando acabo de entregarle todo de mí?
—Cierra bien la puerta —murmuro sin todavía levantarme de la cama.
—Briana, por favor, no podemos hablar de esto con nadie, ¿sí? Yo nunca debí venir a buscarte.
—Está bien, lo entiendo.
—No cumplí con la promesa que le hice a Carlos —suspira—. Él estaría decepcionado de mí.
No respondo porque es cierto. Carlos le habría roto la cara si se hubiera enterado de que solo me usó por una noche.
—Está bien, no se lo diré a nadie —prometo—. Puedes irte tranquilo.
—Gracias —susurra, dándome un beso en la frente.
Sin darse cuenta de que quiero llorar, se marcha dejándome a solas con la desilusión y un corazón roto que no sé cuándo va a sanar.
Tal vez nunca lo haga.
Me voy corriendo a la ducha tratando de deshacerme de cada caricia, de cada beso y olvidarme de todas las palabras que me dijo y que tal vez fueran mi imaginación. El agua se llevó mi llanto, pero no mi dolor ni tampoco los recuerdos.
—Yo también lo voy a olvidar —susurro, temblando bajo el agua tibia con la que me estoy duchando—. Esto no sucedió.
Pero las dos líneas que se marcan en mi prueba de embarazo, unas cuantas semanas después, me dicen que jamás voy a poder olvidarlo.
Ahora no me queda más remedio que dejar de ignorarlo y decírselo.
***
Antes que nada, muchas gracias por acompañarme en esta nueva aventura.
Espero que la historia les guste mucho, aunque les saque canas verdes la obsesión tan grande que siente Luciano después y sus acciones cuestionables xD. Pero igual sus chiquillas lo harán amar a Dios en tierra de indios jajajaja.
Si te gusta la historia y quieres más capítulos, no olvides dejarme tus votos y comentarios.