Vesa.
Todo se queda en silencio mientras caminamos hacia el escritorio de la doctora, quien toma asiento en su silla y nos ofrece asiento en las dos sillas vacías que hay delante de ella.
—Buenos días, espero que estén bien ambos —intercambia miradas conmigo y Maksim.
—Gracias —le sonrío con suavidad y hago una leve inclinación con la cabeza.
—Muchas gracias, Dra. Scott —dice Maksin acomodándose en la silla mientras mira a su alrededor—. Su consultorio es... Agradable y colorido —finaliza con una afirmación.
—Gracias, señor Endekov.
Dirijo mi atención a la mesa que está llena de adornos y retratos de bebés y niños ya grandes.
—Está muy linda la mesa con los portarretratos —sonrío.
La doctora gira el rostro hacia esa dirección y mira, mientras que una lenta sonrisa aparece en sus labios.
—Es de todos los preciosos niños y niñas que he traído al mundo —explica ella.
—Vaya, son muchos —refiere Maksin, también mirando en esa dirección.
La doctora Scott voltea a mirarnos y nos sonríe con amabilidad.
—Amo mi trabajo —se incorpora sobre su asiento—. Entonces, cuénteme, señorita Vesa.
Me acomodé en la silla, la miré y empecé a relatar todos los síntomas que tuve y desde el primer momento en el que comencé a sentirlos. Después de varias preguntas, y yo respondiendo a cada una de ellas, empezó el procedimiento de los ecos.
Acostada sobre la cama, miro hacia la pantalla del ecógrafo, sintiendo la extraña sensación del gel en mi vientre mientras la doctora me hace el eco con la sonda.
—Muy bien, todo se ve perfecto. El bebé se ve muy bien —informa la doctora—. Tienes tres meses de embarazo. Por el momento no se puede ver el sexo del bebé, hay que esperar otras semanas más. Sin embargo, van a tener el privilegio de escuchar los latidos de su corazón.
La doctora empieza a apretar algunas teclas. No obstante, no presto atención a nada de eso, simplemente me enfoco en la pequeña figura que hay en la pantalla del monitor.
Es para mí imposible no sonreír, emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Es la primera vez en mi vida en la que estoy experimentando esta sensación. No era algo que me esperaba que sucediera a esta edad, pero es algo maravilloso.
— Muy bien... ¿Están listos? —pregunta la Dra.
Maksin no tarda en acercarse y se detiene a un lado de la cama donde estoy acostada, mientras mira también hacia la pantalla. Concentrado, con el ceño fruncido, se cruza de brazos.
Todos nos quedamos en absoluto silencio cuando empezamos a escuchar ese precioso sonido que inunda todo el consultorio. Sonrío mientras varias lágrimas se resbalan por mis mejillas, sintiéndose tan increíble, inexplicable. Es simplemente lo más espectacular que me ha pasado en la vida y jamás olvidaré este momento.
—Es perfecto... —refiere Maksin a mi lado. Enseguida volteo a mirarlo y puedo ver una gigante sonrisa en sus labios y los ojos brillantes.
—Lo es —digo, emocionada mientras lo miro.
Todavía sosteniendo la sonrisa en sus labios, sus ojos me miran fijamente con suavidad.
—Muy bien, si quieren la grabación no tengo ningún problema. Pueden grabar, tomar fotos, lo que deseen en este momento —informa la doctora.
Tanto yo como Maksin sacamos nuestros teléfonos y no tardamos ni un segundo en grabar ese precioso instante y ese hermoso sonido.
Cuando terminamos, vuelvo a colocarme mi ropa y después estoy de nuevo sentada al lado del padre de mi hijo, delante de la doctora.
—En un mes quiero que regreses, Vesa —me mira la doctora con seriedad—. Voy a darte en una hoja todo lo que puedes comer y lo que no puedes comer. Ya vi que tuviste un pequeño problema, pero gracias a Dios fue tratado a tiempo y está todo perfectamente bien. Mientras tanto, debes estar tranquila, comer lo que sea que se te antoje, menos lo que no se debe —dirige sus ojos en dirección a Maksin, quien la mira con mucha atención—. Y lo que puedo decir para nuestro papá, es que tolere el mal humor de nuestra mamá, porque es normal que con el embarazo tengamos distintos cambios hormonales y eso incluye cambios de humor en cualquier momento. Por lo tanto, necesitamos que papá consienta a mamá y a nuestro bebé. Lo más importante es que nuestro bebé desde ahorita mismo empiece a escuchar la voz de su papá para que lo vaya identificando y conociendo. Es muy importante, ya que eso genera un vínculo y también tranquilidad.
—Claro, por supuesto, Dra. Haré todo como usted me lo está diciendo —respondo mirándola.
—Sí, Dra., todo se hará como usted lo ha dicho — refiere Maksin.
—Muy bien, entonces nos vemos en la próxima consulta y les deseo lo mejor y los mejores cuidados —comenta la Dra. con una sonrisa cálida.
—Gracias, Dra., ha sido estupendo —Sonrío emocionada y con suavidad. Me levanto de la silla.
Al terminar con la Dra., salimos de esa clínica y volvemos de nuevo a la camioneta para volver a cruzar la ciudad.
—Ya decía yo que esos cambios de humor extraños no eran normales —comenta Maksin, desde su lado de la camioneta.
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Editado: 14.10.2025