Obligada A Vivir Con El Padre De Mi Hija

Capítulo 10

Vesa

Sentada en la camioneta, muevo mi pierna, ansiosa, desde mi lugar veo el alto edificio en donde está ubicado el consultorio de la doctora. Hoy es mi nueva cita con la doctora y de nuevo estoy nerviosa.

Maksin va a mi lado, como de costumbre sumergida entre su teléfono y respondiendo unas que otras llamadas. Ha cumplido lo que dijo, ir a todas las consultas conmigo ¿Está siendo difícil esto para mí? Por supuesto que lo es. No es fácil compartir el mismo techo con el hombre del que sigues enamorada.

Es confuso todo lo que está pasando. Nunca hablamos de lo que realmente sentíamos mientras estuvimos en ese falso matrimonio. Yo tampoco voy a hablarlo con él, ya que no tomó en cuenta lo que sentí y viví junto a él en esos meses. Las únicas conversaciones que hemos tenido han sido sobre mi embarazo. Lo que quiere decir que Maksin no quiere hablar del tema ¿Fue mentira cada palabra que me dijo sobre lo que sentía por mí? Antes estaba segura de no, pero ahora tengo dudas. Me supongo que aún no perdona el hecho de haberme involucrado con él sentimentalmente y no decirle la verdad, pero era mi trabajo y tenía que ser leal a Giselle en ese momento.

Aunque mi corazón está roto, por los momentos lo único que me interesa es que mi bebé esté bien. Y si yo lo estoy, la vida que ahora vive dentro de mí lo estará. Es por eso que estoy sobrellevando todo lo que está pasando con suavidad.

Lo podré amar, pero a mi bebé nadie me lo va a quitar.

Siguiendo el mismo protocolo de la primera vez que vine a visitar a la doctora. Bajamos junto con la seguridad de Maksin e ingresamos al ascensor. Maksin no duda en marcar el piso y en silencio esperamos.

Cuando las puertas del ascensor se abren enseguida bajamos y nos vamos hacia el consultorio de la Dra Scott.

Antes de que lleguemos, ya la Dra ha abierto la puerta y nos recibe con una sonrisa.

—Bienvenidos de nuevo —saluda moviéndose a un lado—. Adelante.

Esbozo una sonrisa mirándola.

—Gracias, Dra. —Soy la primera en entrar al colorido lugar.

—¿Cómo has estado? —la saluda Maksin, quien entra detrás de mí.

—Perfecta —dice cerrando la puerta detrás de ella.

—Por favor, siéntense —pide con amabilidad.

Maksin y yo tomamos asiento, la directora se acomoda en su sillón delante de nosotros.

—¿Cómo se ha sentido nuestra preciosa mami? —me observa con una sonrisa.

Mirándola dejo salir con lentitud una suave sonrisa.

—Muy bien. He seguido todo al pie de la letra —respondo.

—Bien… Ya lo vamos a ver —responde ella, quien está vez mira a Maksin—. ¿Y nuestro papá está consintiendo al bebé y a su mami? —arquea una ceja con una media sonrisa.

Maksin voltea a mirarme, su expresión es suave.

—Me estoy esforzando… —se vuelve hacia la doctora—. Le doy lo que quiere.

—Muy bien. Eso me gusta —comenta.

Después de una corta conversación con preguntas y respuestas sinceras, la doctora me examina para después acostarme en la cama y empezar a revisar a el bebé.

Tanto Maksin como yo, la escuchamos hablar mientras vemos en la pantalla la pequeña figura de nuestro bebé.

—Ya tengo el sexo —la doctora intercambia miradas con Maksin y conmigo—. ¿Quieren saberlo ahorita o prefieren que sea revelado después?

Miro a la doctora.

—Prefiero que sea después —le indico—. Haremos una reunión y tendré unas fotos, creo que sería el momento ideal para saberlo.

La doctora asiente.

—Muy bien —mira a Maksin con una media sonrisa divertida—. Le voy a dar un sobre sellado en donde estará la revelación y podrán verla cuando lo deseen, pero deben ser fuertes para que la curiosidad no se apodere de ustedes y lo abran antes del día.

Maksin y yo sentimos.

Después de varios minutos y de ponerme mi ropa, vuelvo a sentarme junto con Maksin delante del escritorio de la doctora.

—Todo está perfecto con el bebé. Con nuestra mamá de maravilla. Los dos están muy sanos y el bebé está creciendo mucho —comenta—. Vesa debes seguir igual con los mismos hábitos, caminar para que te ejercites, pilates con ejercicios específicos para mujeres embarazadas. Eres joven, lo que es excelente. También te recomiendo desde ya, masajes corporales.

—Lo haré —afirmo.

La doctora nos mira a los dos.

—Perfecto —refiere—. Voy a recomendarles terapia a ambos.

Maksin y yo nos miramos.

—Cuando dice terapia, ¿a qué se refiere? —Maksin la mira interesado—. ¿Prepararle el biberón al bebé?

—Terapia de pareja.

—No lo necesitamos. No estamos juntos —hablo de inmediato.

La doctora nos mira.

—¡Oh! —sonríe—. Mucho mejor entonces.

—No creo que sea necesario… —le digo.

—Por supuesto que sí, como futuros padres deben tener una magnífico comunicación para que el bebé nazca en un ambiente sano. No importa si están separados, el niño o la niña debe nacer y ver que sus padres no se tienen rencor y que se llevan bien —hace una pausa mientras nos examina con la mira—. Sí, es necesario —la veo escribir en su computador—. Quien sabe si pueden salvar su matrimonio —nos mira con una sonrisa—. Les daré el contacto de una amiga, ella es excelente y ha salvado a varios… Eh… —nos mira sincera.




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