Capítulo 11

Vesa

Maksin y yo subimos en absoluto silencio a la camioneta y los escoltas no dudan en subir a los demás vehículos y salir del estacionamiento de la clínica para volver a casa.

En silencio miro el sobre y trago con suavidad. Debo confesar que estoy ansiosa por saber qué es lo que dice dentro del sobre. Saber si es una niña o un niño, pero debo ser paciente y es algo difícil para mí.

Planeamos una pequeña reunión en donde será revelado, pero la verdad ya quiero saber.

—Maksin —volteo a mirarlo.

Aparta la mirada del teléfono y sus cejas se suavizan.

—¿Pasa algo?

Miro el sobre y relamo mis labios.

—Puedes cargarlo por mí —extiendo el sobre hacia él y lo miro a los ojos.

Maksin levanta las cejas.

—¿Segura?

Afirmo.

—O lo abriré antes de tiempo —me encojo de hombros, siendo sincera.

Maksin agarra el sobre.

—Lo intentaré —responde mirándome.

Curvo los labios y vuelvo a poner la vista en la ventanilla, pero lo vuelvo a mirar pensativa.

—Maksin.

Maksin no me observa, sigue mirando su teléfono.

—Te escucho, bebé —responde distraído.

Curvo los labios al escuchar que pronuncia uno de esos apodos que acostumbraba a decirme.

—Quiero que me compres algo, para comer.

—Pide lo que quieras —responde.

Pensativa, miro en otra dirección y con todas las ganas de comer vuelvo a hablar.

—Aguacate y yogur de fresa —pido y lo vuelvo a mirar.

Maksin ya tiene sus ojos sobre mí y una expresión asqueada en el rostro.

—¿Aguacate con yogur? —parpadea sorprendido.

—Sí, picar el aguacate en trocitos y mezclarlo con yogur —refiero y luego sonrío.

Mirándome libera un suspiro.

—Como quieras —mira hacia el escolta que está de copiloto y le empieza a dar indicaciones en ruso, lo que ocasiona que el hombre asienta al igual que el chófer.

Los siguientes minutos que pasan es en la carretera de camino a la casa. Sin embargo, después de un largo momento en medio de la solitaria carretera la camioneta se detiene con suavidad y dan dos toques a la ventanilla del lado de Maksin. Miro en esa dirección, uno de los hombres sostiene un pequeño envase de Yogur ya abierto y se puede ver los trozos de aguacate sobresaliendo.

Maksin baja el vidrio y agarra el yogur ya preparado como lo he pedido.

—Gracias —voltea a mirarme y extiende el yogur hacia mí—. Cómo lo pediste.

Esbozo una sonrisa.

—Gracias —miro el Yogur con los trozos de aguacate dentro, agarro la cuchara y empiezo comer disfrutando del sabor, consiguiéndolo exquisito.

—¿Es agradable? —pregunta Maksin a mi lado.

Me vuelvo hacia él, quien me mira curioso.

—Si —respondo.

En ese momento, la camioneta empieza a acelerar.

—Mmmm —trago de golpe—. No, necesito que se detenga o de lo contrario, voy a vomitar.

Maksin me mira con el ceño fruncido, como si fuera un bicho raro.

—Detente —con voz grave le ordena al chófer, quien lo hace.

—Necesito aire fresco y disfrutar mi comida —sin soltar mi Yogur, bajo de la camioneta y cierro la puerta detrás de mí.

Inhalo observando los árboles que le rodean y una que otra preciosa mansión del área. Continuo comiendo, mientras camino de un lado a otro.

Unos minutos después, Maksin baja de la camioneta y mirándome con atención, se recuesta en la puerta de esta y se cruza de brazos.

—¿Podrías tranquilizarte? Haces que me preocupe.

Volteo a mirarlo y trago con suavidad.

—Es la ansiedad por saber qué será —miro el envase prácticamente vacío.

—Bueno… A mí también me gustaría saber —confiesa y se encoge de hombros.

Me acerco a Maksin.

—Al final… Hicimos al bebé nosotros ¿No?

—Y los padres seremos nosotros… —levanta las cajas—. Digo, tampoco es que sea tan necesario que esperemos hasta la reunión para saberlo ¿No te parece?

—Exacto, eso era lo que estaba pensando.

Nos miramos por unos segundos directo a los ojos. Muerdo mi labio inferior y Maksin acaricia su barbilla.

—Lo veremos los dos —refiere Maksin sacando el sobre del bolsillo interior de su chaqueta.

—Hecho.

Maksin abre el sobre y luego saca una hoja en blanco que está doblada.

—¿Lista? —pregunta antes de abrir la hoja.

Lo miro y afirmo.

—Sí.