Vesa
Observo en el espejo el delicado vestido rojo que tengo puesto es de gasa con flores bordadas de tiros delgados, holgado y llega hasta mis rodillas.
Me acomodo el cabello castaño e inspecciono el maquillaje ligero qué llevo puesto para el almuerzo, lo más resaltante son mis labios rojos.
Agarro mi teléfono y decido llamar a mi mamá, sin embargo, luego de varios intentos, no responde. La verdad deseaba decirle sobre el embarazo, luego planificar un día para ir a visitarla y decirle personalmente que es niña, pero no entiendo porqué no responde.
Guardo el teléfono en el bolsillo de mi vestido y preocupada, pero en calma salgo de la habitación y bajo las escaleras en dirección al sitio donde es la reunión.
Cuando salgo hacia la terraza veo a los hermanos de Maksin y Renat y por supuesto al padre de mi hija, quien enseguida posa sus ojos sobre mi.
—¡Hola! —Renat se acerca a mí con una amplia sonrisa en los labios y los brazos abiertos.
Curvo los labios mirándola y correspondo a su abrazo.
—Wow —Renat retrocede y agarra mis manos mirándome de arriba abajo—. Luces espectacular, Vesa. Ya se te empieza a notar el rostro de mujer embarazada.
Arrugo las cejas.
—¿Rostro de mujer embarazada? —curvo los labios.
Se ríe.
—Si —baja la mirada a mi vientre—. ¿Puedo?
—Si, por supuesto —refiero con una pequeña sonrisa.
Renat estira la mano y la posa en mi vientre con delicadeza, la desliza sobre la tela del vestido resaltando la pequeña silueta de mi barriga, apenas notándose.
—¿Tres meses? —sube su mirada dudosa hacia mi—. Eso fue lo que me dijo Erel. Información directamente de él padre —se encoge de hombros.
Sonrío y busco a Maksin con la mirada, quien para mi sorpresa se encuentra mirándome con una expresión imperturbable.
Miro a Renat.
—Creele al padre, realmente se está esforzando por ser parte del embarazo.
Renat aleja la mano.
—Era de esperarse, ese hombre siempre ha querido tener hijos. Erel y yo aun lo intentamos —curva los labios con cierta tristeza.
Vaya, mientras a unas se les hace difícil, estoy yo, la más fértil.
Levanto la mano le acaricio el hombro con cariño.
—Pronto va a llegar —le dedico una sonrisa comprensiva.
—Así sea.
Renat me agarra de la mano.
—Ven, hemos preparado una decoración para el almuerzo dedicado a la revelación de sexo.
—Vaya… —camino a su lado, hacia la terraza.
Enseguida veo que han puesto flores de distintas especies, pero solo blancas y algunas en doradas, al igual que los globos. El mantel de la mesa es blanco con figuras de baberos y chupetes de bebé, bordados en dorado. También hay un centro de mes en donde hay un precioso ramo de peonias blancas qué lucen frescas y perfectas.
Una sonrisa breve sale de mis labios al ver la tierna decoración. Al llegar a la mesa donde se encuentra sentado Maksin junto con sus hermanos, veo como Erel se levanta de su asiento, por otro lado Irenka me mira con seriedad.
No le presto atención y me enfoco en Erel.
—¿Cómo estás, Vesa? —me sonríe con amabilidad y se acerca a mí para darme un abrazo.
—Excelente —correspondo a su saludo, luego nos alejamos.
—Qué bueno, Vesa —mira la decoración—. Espero que te guste.
—Es hermoso, gracias.
—Toma asiento, por favor —refiere señalando la silla al lado de Maksin, quien me observa en silencio.
—Gracias —me siento y lo observo.
—¿Te ha gustado? —pregunta mirándome.
—Si, es precioso. Todo.
—Hola, Vesa —me saluda Irenka, sosteniendo una sonrisa falsa en los labios.
Su saludo me parece forzado, pero decido corresponder
—¿Cómo estás, Irenka?
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Editado: 04.11.2025