Obligada A Vivir Con El Padre De Mi Hija

Capítulo 14

Vesa

Un mes después

Entro al precioso jardín del centro de rehabilitación donde está mi madre. Mientras camino, siendo seguidas por los hombres que me cuidan. Los pacientes que deambulan por el sitio me miran, yo trato de encontrar con la mirada a mi madre entre árboles y arbustos llenos de flores.

La encuentro sentada en una de las banquetas mientras mira a varios lados, moviendo la pierna, sé que me está esperando por su posición de espera y alerta, pero cuando mira hacía su derecha la veo sonreír en mi dirección y levantarse con cuidado.

Deslizo una amplia sonrisa y apuro el paso hacia ella. Baja la mirada a mi vientre y puedo ver como sus ojos se expanden con impacto, luego me mira a los ojos.

—¡Oh, cariño! —abre los abrazos en mi dirección.

—Hola, mami —la rodeo con mis brazos.

—Cuánto tiempo ha pasado, Vesa —refiere acariciando mi espalda con cariño.

Siento como las lágrimas bajan por mis mejillas, mientras me acurruco en sus brazos y la abrazo con fuerza.

Desde que la interne no había venido a visitarla y volver a verla después de los meses que han pasado es reconfortante y realmente me hace feliz.

A pesar de todo lo que vivimos en esa casa con Matteu, no le tengo ningún tipo de rencor a mi madre. No elegimos de quien enamorarnos y tampoco sabemos en lo que se convertirá.

—Explícame —se aleja de mí y mira mi vientre abultado.

Curvo los labios y dejo caer mis hombros.

—Es una larga historia, Viviane, pero he venido a contarte todo —agarro su mano—. Vamos a sentarnos.

—Tengo tiempo para escuchar, Vesa —dice mi madre sujetando mi mano.

Las dos caminamos hacia una de las banquetas y tomamos asiento.

—Antes de hablar sobre lo que me ha sucedido, necesito saber cómo has estado ¿Te gusta aquí? ¿Te han tratado bien?

—Si —mi madre sonríe—. Todo va excelente, hija —asiente.

—Está bien.

—Pero necesito saber que hiciste, Vesa —mira el precioso y costoso vestido azul claro que llevo puesto—. Antes… —sube la mirada hacia mi—, no podíamos comprar un vestido así. Mucho menos pagar un lugar como esté.

La miro por largos segundos y empiezo a relatarle todo. Desde la noche en la que Giselle fue por mi, firme el contrato todo lo que tenía que hacer, cuando conocí a Maksin, me enamoré y me enteré que estaba embarazada.

—No lo puedo creer, Vesa —reclama de pie y delante de mí mirándome con seriedad—. Son criminales.

—Lo sé —es lo único que respondo.

—Tenías que haberle dicho que no a esa mujer.

Niego.

—No, mamá. Si se vuelve a repetir esa noche en la que tu esposo me dejó afuera sin importarle nada, y esa mujer vuelve a aparecer y me ofrece lo mismo, yo aceptaría —expreso mirándola con mucha seguridad.

—Pero, Vesa, estabas bien así —expresa mi madre—. Era mejor eso, a que te ligaras con ese tipo de personas.

Frunzo el ceño y me levanto con suavidad de la banca.

—¿Cómo vas a decir eso, mamá? Ninguna de las dos está bien, pero no puedo creer que digas eso —realizo una pausa—. No estábamos bien así. Vivíamos en la miseria, tu esposo nos maltrataba y tu nunca intentaste alejarte de él a pesar de todo lo que me hacía y te hacía —arrugo las cejas con molestia—. ¡Comíamos de la basura! —le recuerdo—. Ni siquiera me dejabas estudiar y Matteu en muchas ocasiones me intentó entregar a cambio de sus deudas con la drogas.

—¿Estás defendiendo a las personas con las que ahora vives? —frunce el ceño.

—No, mamá. No estoy defendiendo a nadie, simplemente te hago entender que ahora estamos mejor. Antes no estamos lejos de tener una comida decente —mi voz se quiebra al terminar la frase—. Estaba cansado de todo eso y sentí que aceptar ese contrato era la oportunidad para alejarme de esa horrible y asquerosa vida que llevaba. Quiero que también me entiendas. Tu normalizadas que Matteu te golpeara porqué lo querías, pero yo no. Yo sufría cuando me golpeaba todas las noches.

Me mira en silencio.

—Tranquila, Vesa —se acerca a mi lugar y me agarra de las manos, mirándome a los ojos—. No quiero culparte de nada. Fue mi culpa arrastrarte conmigo a mi relación desastrosa y permitir todo lo que Matteu te hizo. Estaba consumida por las sustancias y en esa relación dañina —realiza una pausa y libera un suspiro—. Gracias, hija. Sé que parte de que eligieras aceptar eso fue también mi culpa. Elegí una mala vida para ti, y no estaba consciente que en cualquier momento tu misma ibas a encontrar la manera a de salir de ese círculo destructivo. Agradezco que no me hayas olvidado, Vesa —sus ojos se cristalizan—. Otro corazón no me hubiese perdonado y no te iba a culpar si me abandonabas, si me dejabas sola con mi desastre de vida.

Seco las lágrimas que bajan por mis mejillas.

—Mamá —aprieto sus manos y la miro a los ojos—. Jamás te abandonaré—. Eres mi única familia en este mundo, eres lo único que tengo. Y te voy a sacar de aquí como una persona nueva, una mujer distinta. Por favor, prométeme que seguirás poniendo de tu parte y estarás sobria.




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