Obligada A Vivir Con El Padre De Mi Hija

Capítulo 16

Maksin

Termino de ponerme la última pieza de mi traje. No me abrocho la chaqueta si no que la dejo abierta. Rocio perfume y ya listo, hecho una mirada al espejo, sin perder más el tiempo me giro y salgo de la habitación.

La noche ya se hizo presente, la reunión inicia dentro de unos minutos y tengo que estar abajo dentro de cinco minutos, para recibir a la visita.

Al llegar al salón veo a mi hermana sentada en la mesa mientras sostiene una copa y conversa con Renat y Erel. Los tres me miran al ver que me acerco a la mesa.

—Buenas noches para todos —tomo asiento.

—¿Y no me dirás quien es la familia? —inquiere Irenka con curiosidad, luego toma un trago de su bebida.

—No es necesario, hermanita, en cuestión de segundos lo sabrás —le regalo una sonrisa fingida.

Irenka me mira por largos minutos manteniendo una fina línea en los labios.

—Como quieras —comenta mirándome y vuelve a beber de su copa.

—Buenas noches —al escuchar la voz de Vesa detrás de mí, me incorporo en el asiento y giro el rostro para mirarla.

La miro de arriba abajo con cautela. Admirando lo preciosa que se ve con el vestido que lleva puesto. Es ceñido a su cuerpo, la seda roja combina a la perfección con su tono de piel y sus hombros están completamente escotados, mientras que su vientre de cuatro meses de embarazo reluce entre su outfit.

—Buenas noches —saludan Renat y Erel.

—Bienvenida, ex cuñada —refiere Irenka con una sonrisa provocativa.

De inmediato miro a mi hermana y la fulmino con la mirada. Irenka libera un suspiro y vuelve a posar sus ojos sobre Vesa, quien se acerca a la mesa.

—Bienvenida, ponte cómoda, Vesa —indica Irenka.

Vuelvo a poner mi atención sobre Vesa.

—Adelante —pronuncio sin poder dejar de mirarla y la sigo con la mirada hasta que toma asiento del otro lado de la mesa, quedando frente a Renat y mis hermanos.

Carraspeo con suavidad acomodándome en el asiento y volviendo a poner mis ojos en ella y su sonrisa cuando sus labios se curvan con amabilidad mientras responde a la pregunta que Erel le hace.

—Y dime ¿Se te han acabado las arcadas matutinas? —inquiere Renat mirándola con una sonrisa llena de curiosidad.

—Solo un poco —le responde Vesa con una sonrisa divertida.

—Cuento los meses, estoy emocionada por sostener a mi pequeña en mis brazos —refiere Renat con una sonrisa tierna.

—Somos dos —entro en la conversación, miro a Vesa y luego a mi cuñada.

Renat se acomoda en la silla.

—¿Ya han elegido la habitación de la niña? —inquiere mi cuñada.

Vesa y yo cruzamos miradas.

—¿Ya tienen un nombre? —inquiere Erel, quien agarra la copa de champaña que está delante de él y bebe un trago esperando nuestra respuesta.

—Bien… —Vesa me lanza una mirada y vuelve a mirar a mi hermano—. Todavía no lo hemos discutido, pero pronto nos enfocaremos en ese tema.

—Tengo ideas —interviene mi hermana mirando a Vesa—. Soy la tía, tengo todo el derecho a opinar.

Presencio como Vesa la mira con firmeza y sus labios se cierran en una línea.

Definitivamente Irenka no puede vivir en paz.

—Me entero que cargas a mi hija en tu vientre, como para tener el derecho a opinar —lanza Vesa con la mirada sobre mi hermana.

Erel y Renat se miran y se ríen divertidos, con disimulo.

—Irenka si necesitamos tu opinión te aviso, hermanita, lo tendremos en cuenta ¿Bien? —le respondo con voz suave.

—Bien —contesta en un tono amargo.

Escucho unos pasos detrás de mí, miro en esa dirección y veo que uno de los hombres de seguridad.

—Señor el auto de su visita ya ha ingresado a la casa —avisa mirándome.

No le respondo y asiento, luego me levanto de la silla.

Pongo mis ojos sobre Irenka.

—Deja de beber tanto —le advierto.

—Si, señor —se impida la copa bebiéndose toda la champaña.

Salgo del salón y me dirijo hacia las puertas principales. Cuando llego, veo a la camioneta acercarse, solo pasan cortos minutos para ver como baja Artem luego Ivan, de la otra camioneta Mikhail. Los tres vistiendo trajes oscuros de gala.

—Señor Endekov —saluda Artem con educación tendiendo su manos hacia mí.

Le correspondo de inmediato con respeto.

—Buenas noches, Smirnov —saludo de vuelta.

—¿Cómo está, señor Endekov? —saluda Iván.

—Excelente —ambos nos damos un apretón de manos—. Mikhail, buenas noches —saludo de manos al hermano menor.

—Buenas noches, señor Maksin —saluda de vuelta.

—Por favor, adelante. Sean bienvenidos —refiero señalando la casa.

Los cuatro entramos y mientras converso con Artem, los dirijo al salón. En cuanto entramos veo el rostro pálido de Irenka mirar a los hermanos y como es debido se levanta de la silla, seguido de ella Erel, Renat y Vesa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.