Obligada A Vivir Con El Padre De Mi Hija

Capítulo 19

Vesa

En ese momento veo que al comedor entra una de las empleadas, sostiene una bandeja y en el centro reposa otra bandeja pequeña, dorada, con una cuchara del mismo tono. Encima de esta hay una copa de oro y diamantes, en donde está servido un apetitoso helado con colores dorados, como si sobre la crema blanca hubiese caído una lluvia de oro que brilla al igual que la lujosa copa. Sobre la montañita dorada hay una trufa circular de chocolate.

La empleada se detiene a mi lado y deja la copa de chocolate delante de mí.

—Buen provecho, señorita Carter.

Confundida subo la mirada hacia ella.

—Gracias —por más que estoy perdida, soy cortés.

—Es exquisito —dice Irenka mirándome.

—Sé que te gusta el chocolate y luego de consultar a la doctora Scott, mande a comprar este postre, especialmente para que lo disfrutes —realiza una pausa—. Un obsequio de papá, para su pequeña niña —lo veo curvar los labios mientras me mira.

Levanto las cejas.

—Es el helado más extraño que he visto —bajo la mirada para detallar de nuevo. Es tan ostentoso—. ¿Qué contiene este helado? —miro a la mujer a mi lado.

—Es un exquisito helado que emplea 28 clases de cacao procedente de 14 países y cinco gramos de oro comestible de 23 quilates, está cubierto por una rara trufa de chocolate negro. Está impecablemente elaborado y evaluado para que no sea dañino para su embarazo —termina de explicar.

—Bien… Se lo agradezco —expreso un tanto sorprendida

—De nada, señorita.

La mujer se da la vuelta y sale del comedor.

—Te va a encantar —comenta Irenka.

Miro a Maksin y agarro la pequeña y brillante cuchara.

—Gracias —le digo antes de comer el primer bocado.

—Disfrútalo —refiere mirándome y continuando su almuerzo con tranquilidad.

Al sentir el juego de sabores en mi paladar, me quedo en silencio gozando del exquisito postres, que realmente es maravilloso. Así que me decido a comerme el regalo que un padre le ha dado a su hija. Me alegra ser usada para entregar tal obsequio.

El silencio que se prolonga fue agradable hasta que Irenka vuelve a mirar a su hermano y separa los labios para dejar salir su desagradable y venenosa voz.

—¿No había otro hombre disponible para ser mi futuro esposo? —pregunta Irenka, esta vez su expresión es seria.

Maksin voltea a mirarla.

—¿No te gustó Iván? —Maksin eleva las cejas, sujeta la copa y la sube a sus labios para beber un trago.

Irenka hace una pausa a la comida, observa a su hermano fijamente.

Los observo a los dos mientras como con devoción el postre.

—No me refiero a eso —realiza una pausa.

—¿A qué? —inquiere su hermano posando sus ojos sobre ella con atención.

—Me refiero al hecho de que quizás tuviste que habérmelo dicho.

Maksin asiente con lentitud.

—Sabes que las cosas no funcionan así, hermanita —él le pone una mirada dura.

—Soy tu hermana, preferida —la veo sonreír—. Tu niña consentida. Tuviste que haberme dicho —la mirada de Irenka es suave.

—Sí, eres mi hermana preferida —él realiza una pausa y sin apartar los ojos de su hermana, continúa—. Y te amo, pero pasaste a ser la segunda niña consentida, la primera es la niña que está en el vientre de Vesa Carter —su hermano realiza otra breve pausa—. Ahora, quiero que prestes atención a lo que diré.

Irenka mirándolo fijo, afirma una sola vez.

—Soy todo oídos.

—No me vas a manipular con esas palabras. No voy a dejar que seas tú quien elijas a tu esposo, porque sé a quién vas a seleccionar y resulta que es el menos adecuado para ti —vuelve a hacer una pausa, pero lo interrumpo.

—Sé que no es mi problema, pero Irenka tiene razón —me encojo de hombros—. Las personas son libres de elegir con quién se quieren casar. Al final será su vida.

Maksin me mira con seriedad.

—En la mafia no funciona de esa forma —me observa—. Iván es el adecuado, le dará una buena vida, tendrá mucha seguridad, además, conozco a su familia y sé que la va a tratar bien.

Irenka nos mira en silencio, pero su mirada se vuelve a detener en su hermano.

—Vesa tiene razón…

—Vesa, apenas está entendiendo todo esto.

No seré negativa, pero si yo no logro escapar —qué para eso quiero usar a Artem o a cualquier otro—, no voy a permitir reglas de su organización sobre la vida de mi hija.

—No pienses que voy a permitir que a mi hija le harás lo mismo —le digo con voz firme.

—Nuestra hija —corrige Maksin.

—Dije que no —lo miro fijo y mi voz es dura.

Maksin mira hacia otro lugar y libera un suspiro de impaciencia. Vuelve a mirarnos a las dos.

—Irenka, hasta hoy conversamos sobre el hecho de cambiar a Iván, por el hijo de Demeter —comenta—. Es un inmaduro que por la protección que le ha dado su madre es incapaz de proteger a su familia, por su culpa su hermana sufrió y murió —la voz y mirada de Maksin hacia su hermana es dura—. Y como tu hermano, debo asegurar para ti un futuro seguro, eso implica escoger el esposo adecuado, sabes perfectamente que es la tradición. Eso ya está hecho. Por último te recuerdo no volver a negarte a mis órdenes —su mirada se devuelve a mi lugar—. Sobre lo que estás diciendo, lo debemos hablar en privado.




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