9 de Julio de 2017, París, Texas.
Todo empeoró después de la tormenta.
-¿Qué haremos?-preguntó Tony más que alterado. -¡No podemos tener a un chupacabras en nuestra cocina!-señaló a la rubia que se comía sus galletas.
-Aún no lo sé, lo resolvere. Tú confía en mí-el castaño intento tranquilizarlo, y tranquilizarse. -Y no creo que sea un chupacabras. Tonyy-lo regañó al ver que le quitaba las galletas a la pequeña ojos de aceitunas.
-¡¿Entonces qué es?!-gritó asustando a la niña que se ocultó bajo la mesa.
-Es..¿una niña?- le acercó la caja de galletas para que saliera de su refugio, pero de nada sirvió. Suspiró con cansancio cayendo al suelo. -No sé que hacer- confesó temiendo a la realidad.
Él quería ayudarla, pero no sabía cómo. La situación aunque excitante, le resultó abrumadora.
Tony se sentó a su lado, suspiró observando a la niña, le acercó la caja de galletas con una tímida sonrisa y con desconfianza está la aceptó.
-Ve con los vecinos aver que averiguas-revolvió su cabello y se puso de pie para ofrecerle su mano que con gusto Will aceptó. -Yo me encargo de ella.
-¿No vas a dejarla en una iglesia, verdad?-Tony pareció pensarlo antes de negar. De ser un demonio sería bueno dejarla allí. -¿No vas a sacrificarla o dársela de comer a un oso?.
-No, ¿qué clase de monstruo creés qué soy?-Will lo miró con desconfianza ante su actitud tan ofendida. -Bueno, talvez le de cabras en lugar de galletas. ¡Ya vete, vete!.
Will salió de allí en busca de cualquier información de utilidad. ¿De donde había salido aquella niña?. ¿Era un milagro qué la tormenta había traído? Jamás creyó en milagros, pero allí estaba ella, ¿no?, talvez todo era un sueño o ¿estaba muerto?.
Tomó su bicicleta azul y salió de allí rápidamente. Vio destrozos en su camino, que, cada ciertos metros se veía interrumpido por árboles y algún que otro pobre animal cuya vida había sido arrebatada por la tormenta.
El sol brillaba sobre su cabeza y apesar de su intensidad no generaba calidez. El frío viento soplaba con fuerza congelando su nariz, ya enrojecida.
Pedaleó tan rápido como pudo llegando a la granja de los Rogers. Su repentino frenar levantó un poco de lodo manchando a un par de gigantes.
-King Kong, Godzilla-los saludo con poco amabilidad,¿cómo ser amable con aquellos qué joden a tu hermano?. Deseó que Tony estuviese allí para verlos.
-Graham-saludaron al unísono mientras levantaban un tronco, revelando un pequeño gato ya fallecido.
-No, Garfield-se lamentó Harry siendo consolado por su hermano. Will se sintió mal por ellos y el animal, sin importar que tan crueles resultaran. La triste escena se vio interrumpido por el Señor Lee.
-¡Gilbert!. Amigo, hace meses no te veo. - El señor Lee, poco lúcido, lo abrazó con entusiasmo- ¿cómo te fue en el campamento?.
Los tristes gigantes se miraron confundidos. Will, no tuvo corazón para regresarlo a la realidad, realidad donde su amigo estaba desaparecido, en el mejor de los casos.
-Ah bien, genial-le devolvió el abrazó mientras susurraba a los gemelos : "llamen a Jessica".
Probablemente el hombre de realidad alterada estaba lúcido al llegar a la granja de los Rogers para ayudar, pero eso poco le duró.
-¿Lo has oído, Graham?, cerraron la carretera 47, los rayos alcanzaron a unos tipos. -explicó Andrew con algo de morbo.
-Oí qué transportaban algo, drogas, seguramente. -agregó Harry acariciando el cuerpo del gato con sumo cuidado.
-Tonto, es un experimento ultrasecreto del gobierno. Supersoldados. - dijo Andrew entre susurros, era un devoto conspiranoico, y un tanto exagerado, Will siempre creyó que de no ser tan xenófobo sería el otro mejor amigo de Tony.
A la distancia pudo ver al Sr. Lee discutiendo con un hombre fornido. Se sentía la tensión en el aire, sobre todo cuando el hombre matuvo sus ojos cafés sobre Will, ni un sólo pestañeo para el joven todo transcurrió con lentitud, el aire se enfrió a su alrrededor a tal punto que su respiración era visible ante él.
Esa extraña sensación lo perseguía, la sentía en sus huesos. Un cosquilleo en su nuca, ese "algo" en su interior que le erizaba los bellos del brazo.
Con sus manos temblorosas tomó su bicicleta, y huyó de allí sin siquiera despedirse.
Las nubes se deshicieron de su carga, dejando caer ligeras gotas de lluvia sobre un angustiado Will.
No sabía que hacer. Deseó que su padre estuviese allí y le dijera como proseguir o le obsequiará unas cálidas palabras de aliento.
Observó la bicicleta azul tirada sin cuidado en un charco. Respiró varias veces con su mano sobre el picaporte antes de abrir la puerta. Se tomó su tiempo.
A diferencia del caos que había presenciado en el mundo exterior la paz reinaba en su hogar.
-Esa es Rainbow Dash es la mejor, no es tan jodida como Twilight. La princesa se cree muy perfecta. -Tony hizo burlas con sus manos señalando la televisión.
-¿Qué hacen?. -preguntó Will, aunque claro él mismo ya había tenido esa discusión con Tony.
Una rubia cabellera se asomó tras el sofá, continuaba cubierta de lodo, similar a Will solo que esté esparcía gotas de agua de su cabello como una regadera.
-¿No te he dicho que le dieras ropa limpia?-con sus manos en su cintura y cierta molestia, Will preguntó.
-Me recuerdas tanto a mi madre-Tony suspiró observándolo con falso cariño, solo para irritarlo. -Hablando de madre, tuvo que irse de prisa, nuestros papás tuvieron un accidente. No es nada grave, la camioneta fue alcanzada por un rayo, se retrasaron un par de horas extras. - agregó con rapidez al ver el rostro de Will, lo último que quería era llevarlo a pensar en la perdida de su único padre.
Will pasó las manos por sus cabellos mojados liberando un sonoro gemido de alivio.
-Aún así debiste cambiar a Astra, se enfermara.
-Claro, supergenio, ¿y con qué ropa?, somos niños recuerdas.