Otro Chance al Amor (un milagro en navidad)

Capítulo 1 Una familia en duelo

La mañana estaba nublada, el cielo grisáceo y el sol escondido avisaba que un aguacero estaba por caer; sin embargo pese a todo pronóstico, Celeste caminaba con sus dos hijos a la par  del féretro donde iba su marido en dirección al cementerio. Ella lloraba desconsolada. 

Era su esposo, el hombre con quien había compartido sus últimos quince años de vida. Una multitud de gente los seguía, de pronto fueron  cayendo las primeras gotas de agua, luego el fuerte aguacero caía con ímpetu en cada paso que ellos  daban.  Era como si las nubes también lloraban por la muerte de un buen hombre, que había partido de este mundo dejando a su esposa y a sus dos hijos huérfanos. 

Era un padre ejemplar y muy responsable.

La última vez que Celeste había hablado con Esteban, fue aquella noche cuando  él le dijo que ya estaba muy cerca de la frontera y que muy  pronto terminarían  de pasar la selva del Darien.

Ya Esteban se veía en suelo americano para cumplir la promesa que le hizo a sus hijos y esposa: conseguir un buen trabajo y desde allá enviarles dinero para ahorrar y comprar la casa que tanto anhelaban tener; pero no todo sale como se planea. Una avalancha de tierra cae sobre el lugar donde Esteban y otras personas reposaban para continuar su recorrido, algunos se salvaron, Esteban corrió con la peor de las suertes muriendo de inmediato en el acto.

Celeste no puede creer de la muerte prematura de su esposo y sobre todo porque era una persona saludable y llena de vida.

—Mi esposo de toda la vida, mi compañero del alma, mi unico amor— decía entre llantos — pobre de mis hijos que se quedaron sin padre.

La lluvia no fue impedimento para terminar de darle el último adiós a Esteban, aunque las personas corrían para protegerse, otras se quedaron acompañando a los dolientes. 

La mirada fija al ataúd  y el apreton de mano a sus dos hijos que lloraban junto a ella con sus ojos rojos y empequeñecidos, le hicieron entender a Celeste que solo serían ellos tres. 

Esteban no estaría con ella y le tocaba salir adelante sola, luchar por sus dos hijos y seguir trabajando para conseguir el sustento diario.

Algo si tenía claro y es que su vida ha dado un giro de 90 grados en contra de ella, pero Celeste se encargará de volver a girar esos grados a favor de ella.

En el trabajo le dieron unos dias para que pasara el duelo y tuviera consuelo al lado de su familia. Quince días después a Celeste le tocó retomar sus labores en la empresa donde lleva siete años trabajando en el area comercial. Se trata de una empresa que fabrica productos industriales y comercializa en  diferentes partes del mundo.

Era vizpera de navidad y Celeste sufría en su interior la pérdida de su esposo, por más que tratará de concentrarse en su trabajo, las circunstancias a su alrededor siempre lo llevaban a recordarlo, cuando pasaba por la calle y veía a las familias armando sus pesebres y sus árboles de Navidad. Era lo que hacía con su esposo e hijos cuando llegaba esa fecha especial y significativa para ellos.

Una lágrima se le salió. Este año no sería diferente, Esteban ha muerto pero sus hijos quieren decorar y poner el árbol y aunque su corazón se compunja con tantos recuerdos, ella se va a encargar de ayudar a sus hijos con la decoración.

En su humilde hogar donde quedan sus dos hijos esperándola cuando salen de la escuela, unos acreedores se acercan a la vivienda y en un tono amenazante insultan a los pequeños entre 12 y 8 años: Jacobo y Jeremy.

Uno de los hombres sujeta a Jeremy por la oreja y le reclama preguntando por su madre, mientras el otro hombre le tira las sillas, la mesa del comedor, los cuadros y algunos adornos al piso. 

—Dile a tu madre que no se esconda y que me pague todo lo que su marido debía—. Exclama el hombre que sujetaba al pequeño, que no hacía más que moverse tratando de soltarse de sus garras. 

Jacobo el mayor busca defender a su hermano con un palo de escoba. Pero los hombres eran muy fuertes que le quitaban cualquier cosa que cogia para defenderse. Jeremy le daba patadas para que lo soltara y se movía con rapidez hasta que logra asirse del brazo del hombre con sus dientes causándole una gran mordedura que terminó solotandolo.

Enfurecido se acerca al pequeño y justo en ese momento entra su madre, tal cual como una leona que defiende a sus cachorros y saca a esos hombres a golpes de su casa y gritando fuerte para que los vecinos la escuchen y se acerquen a ayudarla.

—¡Ayuda, Ayuda! estos hombres están destruyendo mi casa y se meten con mis hijos.

Los vecinos salieron cubriendo la calle y ayudándola a ella a espantar a esos hombres.

Dos semanas después, Celeste se muda a casa de su hermana. Decía que esos hombres iban a regresar cuando ella estuviera en el trabajo y sus hijos corrian peligro, ya que pasaban la mayor parte del tiempo solos en su casa.




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