Era un sueño muy sencillo, ya que para mí era un lujo. Permitirme soñar más allá…
yo era feliz con el hecho de que no me miraran como si fuera de otra especie, que me trataran como un igual.
Pero como nadie lo hacía, me sentía bien con el hecho de estar solo.
Pero un día algo fue diferente. Conocí a una chica que se llamaba Ana. Teníamos casi la misma edad: yo tenía 12 y ella tenía 14.
Editado: 26.05.2025