Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación, Barbara estaba esperándome, ella es la sobrina de mi madrina, también es mi prometida desde hace algunos años… ahora no sé si es correcto decir que es mi prometida, faltan pocos minutos para casarme con otra, ante los ojos de la sociedad, ella pasaría a ser mi amante ante los ojos de la sociedad, hasta que me divorcié de María Clara.
Después de esto, le daré a Barbara el lugar que se merece, ella está esperándome todos estos años, ha soportado mis indecisiones, ahora que tengo que casarme con María Clara, he reflexionado al respecto, ha llegado la hora, tomar un rumbo fijo en mi camino. Sacaré a María Clara de mi vida para siempre, no sin antes desquitarme, ahora que él destino la ha puesto en mis manos, cobraré mi venganza, después haré que esa mujer desaparezca y Barbara se convertirá en mi esposa. Tendré hijos con ella, serán el fruto de un verdadero matrimonio. El hijo que voy a tener con María Clara, será concebido mediante una inseminación artificial, pues no pienso acostarme con ella, ni para conseguir ese hijo que tanto necesito para recibir mi herencia.
Barbara entrecruza los dedos de sus manos y se acerca a mí con nerviosismo, tiene afligido el rostro. ¿Qué mujer querría ver a su prometido casándose con otra? ¿Aunque fuera por una fortuna? La miro con mi rostro serio.
—Me dijo tu madre que fuiste a hablar con María Clara en el estudio.
—Sí.
—¿Qué te dijo? ¿Qué tiene pensado hacer?
—Nada, ella solo desea la parte de la fortuna que le dejó mi padre y marcharse.
—¿Estás seguro que solo desea eso?
—Por supuesto, ¿O crees que ella pretende quedarse a mi lado?
—¿Qué te dijo de ese hijo que van a tener?
—Ese hijo solo será mío, ella es un vientre en alquiler, no la madre. En cambio tú… tú serás la madre de un hijo, lo vas a criar como si hubiera salido de tus entrañas. —Barbara sonrió lánguidamente, sé que no se siente segura, está más nerviosa de lo habitual, debería por lo menos estar tranquila.
—Lo criaré con todo el amor del mundo, lo prometo. —La sujeto de la cintura y la miro fijamente a los ojos.
—Estoy seguro de que serás una buena madre, no como María Clara, ella sólo piensa en el dinero. —bárbara recostó su cabeza sobre mi pecho.
—Por eso se acostó con Humberto, porque él era más rico que tú. Pero qué va a pasar ahora que tú eres tan rico como él —levantó su cabeza y me miró a los ojos—, esa mujer va a intentar conquistarte.
—Eso jamás va a pasar, entre María Clara y yo existe un gran abismo, nada podrá unirnos, mi corazón y mi alma están muy lejos de ella.
Pienso en mis adentros:
“Ojalá eso fuera verdad, que mi corazón y mi alma estuvieran lejos de ella, pero la siento como si fuera parte de mi, mi corazón late con fuerza por ella, mi piel desea su cuerpo, mis manos desean acariciarla, mis labios sean unirse sus labios, quiero besarla con locura
***
La ceremonia
Ya estaba por comenzar la ceremonia, los invitados y los miembros de la familia, cada uno en las sillas reservadas. María Clara y Laureano llegaron juntos al jardín, pues se encontraron en el pasillo. Ella se había cambiado el vestido y se puso uno de color beige y arregló su cabello con un sencillo moño y un tocado de perlas.
Se detuvieron por un momento en el portal de la entrada que el decorador había creado con rosas blancas. El lugar estaba repleto de invitados, María Clara observó el jardín, no podía entender cuál era el capricho de doña Inés en llevar a tanta gente a una boda que sólo se trataba de una farsa.
—¿Para qué hay tantos invitados?
—Son cosas de mi familia, no deberías ni preguntar.
—Creí que sólo firmaríamos de matrimonio y ya cada quien a su habitación.
—Tengo mis responsabilidades con la sociedad, ya no soy el mismo campesino de antes, toda esta gente que ves aquí, son socios y personas que invierten en mis negocios.
—Olvidaba que ahora estás metido hasta en la política de la región.
—Y a ti te conviene, pues ahora vas a estar casada con nombre rico de renombre. Hace años no lo era aún.
—Recuerdo que hace años tu madre decía que yo era una muerta de hambre y que tú no merecías una mujer como yo, a pesar de que aún no eras tan, rico.
—No era tan rico como ahora, pero sí tenía dinero y posición, en cambio tú… eras y sigues siendo una interesada. —Maria Clara sonrió de manera burlona.
—Ahora eres triple rico, y yo seré triple cazafortunas a los ojos de tu madre.
—Mejor deja el sarcasmo.
Laureano, para disimular delante de todos intentó agarrar la mano de María Clara, pero de inmediato notó que ella cargaba un celular. Volteó a mirarla y en voz baja le dijo:
—¿Por qué cargas ese celular? Estamos casi por empezar la ceremonia. —ella con sarcasmo respondió:
—¿Qué? ¿Te duele que no le dé importancia a esta boda?
—Sabes que no me importa.
—Pues entonces no preguntes.