Existen muchas maneras en las cuales tu vida puede cambiar. Hace 3 años, la mía cambió drásticamente. Despues de descubrir que habia sido plantada en el altar, hice una tormenta en un vaso de agua, en ese momento, desee con todas mis fuerzas morirme, dejar de sufrir... No solo por el sentimiento de abandono, también por la vergüenza que sentí al verme sola delante de todas las personas que consideraba queridas.
“Cuidado con lo que deseas”.
Que irónica y que injusta es la vida. Estúpidamente lo pensé, lo desee, a causa de la desesperación y del dolor, pero definitivamente no es lo que quería en este momento. Parece que alguien me ha escuchado, tardíamente, pero lo ha hecho.
Varios pensamientos vienen a mi mente mientras cruzo las puertas de la clínica. Dos de ellos en un sentido positivo:
“La vida es demasiado corta para perder el tiempo odiando a alguien”.
Corta. Sí, eso parece. Y aunque la mayoría de las personas odian a muchas otras, yo solo lo odio a él. Y de ninguna forma creo que sea una pérdida de tiempo. Es posible que ese odio sea lo que me ha mantenido cuerda los ultimos años. Después de que las lágrimas y lamentos se fueron, solo ha permanecido ese sentimiento. Odio.
“Hay 2 cosas que podemos perder: El tiempo y la vida, la segunda es inevitable, la primera imperdonable”.
No perderé el tiempo, porque pienso aprovecharlo para saldar esa deuda, para pagarle con la misma moneda. Eso es lo justo.
Tengo poco tiempo, soy consciente de ello. Y aunque debería aprovecharlo para hacer cosas positivas, si soy sincera, nunca he sido tan buena persona como podría pensarse. Mientras una parte de mí, intenta hacer lo correcto, la otra rememora lo que leí esta mañana en la sección de espectáculos:
«El multimillonario Dominick Becher contraerá nupcias el próximo fin de semana en Miami».
Se casara y en Miami. ¡Maldito idiota!
Algo me dice que no me gustara saber dónde será la ceremonia. Por ende, varios pensamientos negativos luchan por emerger, entre mi diminuto positivismo:
“La venganza es dulce y no engorda”.
¡Genial! No engorda.
“No es venganza es la ley de Newton, para cada acción hay una reacción”.
¡Cierto! Él lanzo primero el golpe, ahora tiene que recibir la respuesta.
Sé que debería aprovechar mi tiempo para despedirme de mis seres queridos y decirles cuanto los quiero. El asunto es que yo no tengo nadie a quien decirle que lo quiero, ni con quien aprovechar ese tiempo. Las únicas dos personas que me quedaban, me dejaron y ahora solo tengo a Lazi. Ella ladra cuando le digo que la quiero y lo hago todas las mañanas. Así que por ese lado, no tengo mucho que hacer. Creo que he cumplido mi misión con ella.
Dominick arruinó mi boda, porque no llegó, porque me plantó, porque nunca dio una explicación. No es que la quiera después de todo el tiempo que ha pasado, pero creo que tenemos un asunto pendiente. Así que ahora me toca devolverle el favor. Puedo ser muy infantil y rencorosa, pero desde ese día las cosas para mi han sido un desastre.
Al ser abandonada, muchos intentaron convencerme de que no era tan malo.
«Por algo pasan las cosas. No te merece. Se arrepentirá. No era el indicado para ti. Conocerás alguien mejor».
Sin duda, decirlo es más fácil que hacerlo. Pero ellos no eran yo, ellos no sintieron lo mismo, ellos no tuvieron que lidiar con lo que vino después. Cancelar la boda y devolver regalos no fue nada en comparación.
Ser plantada ha sido como una maldición. Abandoné mi empleo y me recluí en un viejo apartamento donde la renta es la mitad del promedio, donde no hay elevador, ni vigilante, donde la calefacción no funciona y en el tiempo de lluvias se filtra un poco de humedad por todas partes. Me hundí en una depresión que se llevó todo a carajo. Perdí amistades y mi familia, lo perdí todo. Me perdí a mi misma. Creo que eso ocurre cuando entregas demasiado a una sola persona, cuando te olvidas de los demás, cuando idolatras a alguien más de lo que deberías.