Por ultima vez

Encuentro

 

Paciente y casi sin respirar observo todo, notando las miradas melosas que se dirigen. Eso casi me hace ponerme a gritar, pero logro resistir.

Despacio me deslizo sobre la banca, viendo al sacerdote que los mira y realiza la pregunta de oro.

―¿Hay alguien que se oponga a esta unión?

Por impulso me incorporo y me planto a mitad del pasillo. Captando algunas miradas extrañadas. «¡Ahora o nunca!». Avanzo y tomo aire.

―¡Yo! ¡Yo me opongo! ―Todos empiezan a susurrar y me miran con los ojos desorbitados. Pero los míos están fijos en su espalda, que lentamente se mueve, hasta que lo tengo de frente.

Sus ojos me observan con detenimiento. ¡Aja! Pasan de mi cara a mi escote. No puedo ocultar una ligera sonrisa, siempre los amó y parece que eso no ha cambiado. Pero, esto es raro. Creí que desearía matarlo en cuanto lo viera, pero no es lo que siento justo ahora. ¿Por qué?

―¿Quién es esa? ―pregunta la chica de revista con expresión furiosa.

Dominick no responde, continua mirándome. Lo he sorprendido y eso es bueno. Camino despacio, notando como se inquieta. Está nervioso, lo conozco.

«¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no llegaste? ¿Por qué no te casaste conmigo?».

Las preguntas que he guardado estos años saltan en mi cabeza, pero mantengo la boca cerrada. No he venido en busca de respuestas, sino de venganza. 

―¡¿Dominick?! ―exclama la rubia con los ojos como platos―. ¿Quién es esta tipa?

―Te lo repito ―digo con seguridad, señalándolo―. No puedes casarte. No puedes hacernos esto. ―Hago un gesto dramático llevándome las manos al vientre y eso termina por desatar el caos. Los padres de la novia comienzan a gritar y se acercan a ella. El sacerdote retrocede y niega―. Estoy esperando un hijo tuyo ―confirmo en voz alta, posiblemente en la mejor de las actuaciones.

―¡Esto es intolerable! ―bufa la tipa, empujándolo―. ¿No dirás nada? ¿Qué diablos te pasa?

―Tranquila, hija. Debe haber una explicación ―dice su madre, pero ella se aparta al no obtener respuesta de un atónito Dominick. Que continúa mirándome como si fuera una especie de fantasma. Casi, pero aún no.

―No quiero saber nada de ti. ―Su mano se estrella en el rostro de Dominick―. ¡No hay boda! ―grita y se encamina hacia la puerta. Todos se mueven, pero nosotros no. Continuamos mirándonos. Es como si todo hubiera desaparecido.

―¡Dominick! ―Phil se acerca y lo sacude con violencia―. Michel se ha ido ¿No piensas hacer nada?

―¿Qué demonios sucede? ―Otro hombre llega gritando pestes y dando órdenes―. ¡Dominick! ¿Qué demonios pasa? ―Sus palabras lo sacan del letargo.

―¿Cómo que se ha ido? ―inquiere mirando a Phil, quien me fulmina con la mirada. ¿Está molesto? Soy yo quien debería estarlo, él también me traicionó. Él lo sabía, por esto tampoco llegó.

―¿Quién demonios es esta loca? ―grita el hombre tomándome del brazo―. Llamen  a seguridad…

―¡No! ―interviene Dominick. Bajando hasta donde estamos.

―¿Qué? ¿Realmente la embarazaste? ―pregunta horrorizado el otro hombre.

―¡Tenemos un problema! ―Detrás de nosotros aparece otro chico agitado y pálido―. La prensa ha comenzado a llegar y Michel se fue. ¿Qué hacemos?

―¡Mierda! Saquen a los invitados y llévenlos al salón. Hagan parecer que no ha pasado nada. Si alguien pregunta, digan que la boda acaba de terminar. ¡Rápido!

―Entendido. ―El chico corre dando indicaciones a los que aún quedan dentro de la iglesia. Yo no sé qué debería hacer. La mirada de Dominick me ha dejado anclada, eso y la mano del tipo gritón.

―¿Qué sucede? ―La madre de Dominick se acerca, no me mira, pero está tan sorprendida como todos.

―Nada, mamá ―responde manteniendo baja la voz―. Ve con ellos.

―Pero… ―Niega.

―Por favor, mamá. Ve. ―Ella asiente y regresa con Patricia. Mi ex-cuñada. Quien también me lanza una nada agradable mirada. Ahora sí que todos me odian. ¿Y por qué a él nadie lo odio cuando me abandonó? ¿Eh? Algunas cosas nunca son justas.

―Ustedes dos vienen conmigo ―dice señalándonos a Dominick y a mí. ¡Oh no! Yo no voy a ningún lado con él.

―Yo me tengo que ir ―digo retrocediendo, intentando liberarme de su mano.

―¡Ah no! Tú no vas a ninguna parte, Silvia ―rugue Dominick tomándome del brazo y arrastrándome con él.



#49437 en Novela romántica
#7950 en Chick lit

En el texto hay: boda, encuentro, verdades

Editado: 18.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.