Querido abuelo:
¡Hola, abuelo! Soy Éride, tu nieta. Aunque tal vez no me recuerdes, quiero que sepas cuánto te aprecio. Te escribo para expresarte cuánto te quiero y lo mucho que significas para mí. Recuerdo todos los momentos que hemos compartido y todo lo que has hecho por mí.
Desde que no estás aquí, ya casi no visito la casa de la abuela. Ella está triste sin ti. Ya no cocina; las tías le llevan la comida. Papá y las tías discuten más que antes. Él está muy afectado por tu partida, es a quien más le ha dolido.
No me he sentado en el sofá que solías compartir con la abuela desde que te fuiste. Y ella tampoco se ha sentado en tu lado del sofá desde entonces. Nadie ha tenido el valor de sacar tu ropa del armario, y dudo que alguien se atreva a hacerlo. Sin embargo, hay algo positivo: ya nadie llora por ti. Eso puede interpretarse como una señal de que han empezado a comprender que, de alguna manera, siempre estás con nosotros, aunque ya no estés físicamente presente.
Cuando te fuiste, no entendí del todo lo que ocurría. Creo que me quedé como en un trance. Sin embargo, con el tiempo fui comprendiendo mejor la situación. Desearía que algún día pudieras leer esta carta, pero sé que eso no será posible, ya que los difuntos no regresan para leer una carta.
Con cariño,
Éride
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Editado: 26.06.2024