Relatos sin desidia

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Si mi yo de hace un par de años me viera ahora mismo... creo que esa Éride golpearía con todas sus fuerzas a la Éride actual. He cambiado tanto en tan poco tiempo que ya ni yo misma sé quién soy.

Todo en mí cambió. Mis gustos, mis amistades, mi estilo, mi actitud, mi habitación, mis sentimientos.

Recuerdo a una Éride de seis años en una cena de fin de año, con toda su familia delante, diciendo:

"El amor es para tontos y ñoños, y yo soy súper inteligente y no soy una niña ñoña."

Cuán decepcionada estaría esa pequeña Éride si supiera que su yo de ahora se ha enamorado y ha sufrido por amor.

"Me enamoraré de un chico alto, pelinegro, fuerte, guapo y con un ojo azul y otro verde."

Aseguraba una Eris de nueve años.

La primera persona de la que me enamoré fue una chica de ojos marrones y, aunque de pelo negro y guapísima, no era ni alta ni fuerte.

"Si no tiene esas características, no quiero nada."

Oh, pequeño bichejo, estás enamorada de un idiota rubio y de pelo rizado, de ojos color miel, pecas apenas notorias, sonrisa preciosa y adornada por brackets, y apenas unos centímetros más alto que tú.

"A mí nadie me romperá el corazón, yo seré la que rompa los corazones."

Eso era lo que les decía a todos cuando tenía ocho años.

Y la realidad fue que...

Ambos me rompieron el corazón a mí.

 
 
 
 
 
 




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