Capítulo tercero

ESCRIBE VÍCTOR

El ambiente general no era otro que de absoluto estado de shock.

El ser emplumado no solo se acababa de presentar ante ellos como un Dios, sino que les había advertido acerca de su papel crucial en la historia de aquél misterioso mundo.

Vhysail acompasaba su respiración a la de Tezcatlipoca.

El Rex trataba de mantener su calma impertérrita, aunque su mirada levemente desorbitada le delataba.

De entre el resto, con Inna y Gaius mirándose perplejos sin dar crédito, Ly y Naroa agarrándose las manos con fuerza y Rebeldía poniendo una cara que trataba de parodiar un asombro más real de lo que pretendía, solo Yaoc parecía mantener la calma mientras lamía su pelaje.

—¿Qué sabes de Tylerskar? — Inquirió rápidamente Rebeldía, esta vez usando un tono que no admitía lugar para bromas.

Tez alzó el mentón escrutándola repentinamente. Cuando sus ojos dejaron atrás el manto de bohemia locura al que parecían haber sido expuestos largo tiempo, la mirada de Rebeldía pareció arder al identificar en ellos la esencia de Tylerskar.

De modo que se acercó a aquel supuesto Dios a largas zancadas, encontrándose de repente con el jaguar interponiéndose entre ellos.

—Está bien, guerrero. Deja que se acerque. Solo así comenzará a creer…

Cuando la joven del cabello naranja situó su rostro tan cerca de Tezcatlipoca como para que ambos sintiesen el calor de sus alientos, exploró las profundidades de aquella mirada. En su estudio vio la misma esencia que desprendía Tylerskar, solo que eras indefinidas de tiempo parecían moldearla, en una marea cambiante que la atrapaba más y más.

—Basta. Es suficiente. — Yaoc respondió al instante a las palabras de Tez alejando a Rebeldía de la escena, que sumida en un completo silencio trataba de sacar alguna conclusión en torno a lo que parecía una locura.

Entonces Tezcatlipoca se giró al grueso del grupo.

—Vuestra joven compañera puede confirmároslo. Soy la ascendencia inmortal del alma a quién ama.

El silencio reinó en el ambiente.

—Todas las ascensiones están despertando. Este mundo es prueba fehaciente de ello. Sin embargo, los tiempos de la magia y las Grandes Guerras universales no tienen por qué reconquistar el orden temporal que tanto os costó conseguir a los mortales.

Esto podría quedar en una simple alucinación que os devolvería rápidamente a vuestros mundos… De no ser porque él está aquí.

—Eso no es posible. — La imponente voz de Vhysail se adelantó al resto, imponiéndose con autoridad, aunque con un deje tembloroso en su base que delataba la inquietud en la que estaba sumido el Rex. —La gran sombra se desvaneció.

Tez dejó ir una carcajada que helaba la sangre.

Fría y melancólica, regada de desesperanza.

Entonces clavó su mirada en el Rex.

—La gran sombra vuelve a tener forma mortal.

De repente el susurro de Rebeldía provocó que todos desviasen a ella el foco de sus miradas y atención.

Monstruo, fue lo que dijo.

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La concentración de Tylerskar se vio interrumpida súbitamente por la certeza de una compañía bien conocida.

Hubiese deseado que Conciencia graduase por enésima vez el balance de sus emociones, que Experiencia relajase sus músculos con su brebaje… Incluso jugar un rato con Ilusión.

Pero el aura del visitante no era otra que la de ese hombre en eterna persecución de la constancia dentro de una interior tan alborotado como errático.

Cuando abrió los ojos lo vio ahí plantado, frente a él, tratando de dibujar una sonrisa en su rostro que para nada se correspondía con la trascendencia que traslucía su mirada.

Rick, tan aparentemente agotado como siempre, había llegado a la torre.

—No está nada mal. Has hecho un largo viaje para verme.

Ante el tono de Tyleskar, Rick optó por suspirar y dirigirse al ventanal más próximo, desde donde pudo perderse por vez primera en las tristes aguas del mar estático.