Se Solicita Esposa

4

Alejandra

La semana ha pasado desde que Ricardo se llevó todo, dejando el departamento casi vacío, con solo la cama y una cocina desordenada como recuerdo de lo que alguna vez fue nuestro hogar. Cada rincón de este lugar me recuerda a él, y la soledad me abruma. El silencio es ensordecedor, y el eco de mis pensamientos me persigue en cada momento. A pesar de la presencia de Ángela, que ha estado a mi lado incondicionalmente, la tristeza se cierne sobre mí como una sombra.

Me despierto cada día con la esperanza de que todo esto sea un mal sueño, pero la realidad me golpea con fuerza cada mañana. La incertidumbre sobre el futuro de mi bebé me consume, y la traición de Ricardo es un peso que no puedo soportar. No tengo idea de dónde está, ni de por qué decidió desaparecer de mi vida de esta manera. A medida que pasan los días, mi frustración crece, y la necesidad de respuestas se convierte en una obsesión.

Hoy, en un momento de desesperación, decido que debo encontrarlo. No puedo seguir así, sin saber qué está pasando. Con el corazón acelerado y la mente llena de dudas, me visto y me dirijo a su trabajo. El trayecto en el coche se siente interminable, y cada semáforo en rojo me parece un obstáculo más en mi camino. La ansiedad me consume, pero estoy decidida a enfrentar esta situación, aunque no sé qué esperar.

Al llegar a su oficina, me siento nerviosa y vulnerable. La fachada del edificio es fría y distante, en contraste con el torbellino de emociones que llevo dentro. Respiro hondo y trato de calmarme antes de entrar. La recepción está vacía, y el silencio es inquietante. Me acerco al mostrador y pregunto por él, pero la recepcionista me dice que no está. Su respuesta me llena de decepción, pero no puedo rendirme.

Mientras estoy allí, esperando una señal, veo a una mujer entrar. Su cabello es largo y oscuro, y lleva una sonrisa deslumbrante que me irrita instantáneamente. No puedo evitar recordar el día en que vi a Ricardo con ella, cómo se subieron a su auto, riendo y disfrutando como si no hubiera un mañana. La ira burbujea en mi interior, y mi corazón late con fuerza al reconocerla. Es la mujer que ha estado en mi mente desde aquel día fatídico.

Sin pensarlo dos veces, me acerco a ella. La mujer parece sorprendida al verme, y su sonrisa se desvanece lentamente. No puedo contener la rabia que he acumulado durante toda la semana.

—¿Tú eres? —pregunto, mi voz temblando entre la ira y la tristeza.

—Soy Sofía —responde, su tono es cauteloso, como si supiera que estoy a punto de desatar una tormenta.

—¿Sofía? —repito, sintiendo que el nombre me deja un sabor amargo en la boca. No puedo creer que esté frente a la mujer que ha contribuido a mi dolor—. Así que eres tú. La razón de todo esto.

Ella me observa con una mezcla de curiosidad y desconcierto. La tensión en el aire se vuelve palpable.

—No sé de qué hablas —dice, pero su tono suena defensivo.

—Claro que lo sabes. Vi a Ricardo contigo. Estaba claro que él estaba contigo el día que me desmayé —digo, sintiendo que la adrenalina corre por mis venas.

Sofía parece dudar, pero luego se recompone, enderezando la espalda.

—Mira, no tengo nada que ver con lo que pasó entre ustedes —responde, su voz firme.

—¿No tienes nada que ver? —exclamo, sintiendo que la frustración me consume—. ¿Te das cuenta de que él es el mismo hombre que prometió estar a mi lado? ¿El que nos dejó a mí y a nuestro bebé en el olvido?

La mujer me mira, y por un instante, hay un destello de comprensión en sus ojos, pero rápidamente lo oculta tras una máscara de indiferencia.

—No soy responsable de sus decisiones —dice, aunque su tono es más suave ahora—. No sabía que estabas embarazada.

—No importa si lo sabías o no. Lo que importa es que él eligió estar contigo en lugar de enfrentar la realidad de su vida —respondo, sintiendo que la emoción se apodera de mí.

Sofía parece tomar un respiro profundo antes de continuar.

—Mira, no estoy aquí para pelear contigo. No sabía que él tenía una relación seria. No es mi culpa que él haya decidido estar con otra persona —dice, y su voz suena más comprensiva.

—¿Y qué? ¿Te sientes bien con eso? ¿Con ser la amante de un hombre que tiene una familia? —pregunto, sintiendo que la indignación se apodera de mí.

—No soy su amante —dice, y su mirada se vuelve desafiante—. No sabía que tenías una relación con él. Lo conocí hace poco, y no sabía que estaba involucrado contigo.

Esa revelación me deja atónita. La idea de que Ricardo ha estado con otras mujeres, y que Sofía no tiene idea de lo que está pasando, añade una capa de confusión a la situación.

—¿Entonces no lo conocías bien? —pregunto, sintiendo que mi ira se desvanece un poco, aunque la tristeza persiste.

—No. Solo hemos salido algunas veces. No me interesa ser una intrusa en tu vida —responde, y su sinceridad me sorprende.

La realidad de la situación se asienta en mí. Sofía no es la villana que había imaginado; es otra víctima en esta historia. Ricardo ha jugado con los sentimientos de ambas, y ahora nos encontramos en este lugar incómodo.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —pregunto, sintiéndome exhausta—. No puedo seguir así. No puedo permitir que él siga arrastrando nuestras vidas.

Sofía me observa, y por un momento, hay un destello de empatía en su mirada.

—No sé. Pero tal vez deberías hablar con él —sugiere, y su voz es suave—. Tal vez necesita una confrontación, y no deberías dejarlo salir tan fácilmente.

La idea de confrontar a Ricardo nuevamente me asusta, pero también siento que es necesario. Necesito respuestas, y no puedo seguir viviendo en esta incertidumbre.

—Gracias por ser honesta —digo, sintiendo que la tensión entre nosotras se ha disuelto un poco—. A pesar de todo, no te culpo por lo que sucedió.

Sofía asiente, y aunque la situación sigue siendo complicada, hay un leve entendimiento entre nosotras. Después de todo, ambas hemos sido heridas por el mismo hombre.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.