El Cruce

Desperté de un sobresalto, volvía al mismo lugar de antes de caer inconsciente, me encontraba en la sala del señor Dann, recostado en su sofá cuyos almohadones estaban forrados con tapiz de terciopelo rojo.

- ¿Qué me hizo? – pregunté intrigado

- Yo no le he hecho nada, usted mismo debería preguntarse lo que se ha hecho a sí mismo

- No entiendo de lo que me está hablando, ¡usted puso algo en mi copa!, y me provocó esas extrañas alucinaciones

- ¿Alucinaciones, dice?, se podría saber, ¿qué tipo de alucinaciones tuvo?

- Sueños sobre lo que vivió Timmy hasta ese día frenético en la cual decidió volarse los sesos

- Oh, ya veo, y sería tan amable de decirme, ¿qué droga en específico debería yo usar para provocar exactamente ese tipo de alucinación?

- ¿Disculpe?

- Usted me acusó de haberlo drogado, y de haberle causado alucinaciones específicas, me gustaría saber cómo esa majestuosa empresa sería posible con tan solo una droga disuelta en una copa de coñac añejo.

- Usted está loco

- No señor, usted lo está, quien necesita encarrilar su mente es usted, el hombre que decidió salir de un bar siguiendo a otro solo para verlo morir, el hombre que pudo hacer algo, pero decidió no hacer nada para salvarlo, el hombre que ha estado armando un rompecabezas con fichas que no le corresponden, eso es usted, ese hombre es usted, ¿me acusa a mí?, acúsese usted que ha decidido invertir su tiempo en esta empresa sin sentido

- ¿Quién es usted?

- Mi nombre es Dann, señor, ya se lo había dicho.

- Tiene costumbres raras para esta época, sin mencionar su estilo, y además parece saber mucho.

- ¿Saber?, no tiene idea de todo lo que conozco, hablo y visto según me da la gana de hablar y vestir; las costumbres cambian según la época, pero cuando miras al mundo, seguir adelante entre construcciones y destrucciones encuentras un patrón interesante. Desde que el hombre ha pisado la tierra y ha procedido a evolucionar, convirtiéndose en un animal extrañamente superior en cuanto a intelecto a otros animales, también fue perdiendo si instinto de manada, y se ha vuelto egoísta y mezquino, y es necesario en la vida del ser humano la desgracia para poder salir adelante; los hombres destruyen, no solo por malicia, sino, porque su porvenir se data en volver a levantar lo nuevo de entre lo viejo, solo así el hombre cree que es feliz

- ¿Es usted un estudioso del tema?

- ¿Estudioso?, no, no es de mi gusto, pero, no he tenido más remedio que darme cuenta de esto por todo lo que he visto en toda la vida de la humanidad

- ¡Está loco!, ¿acaso pretende usted venderme la idea de que usted es tan longevo como la tierra?

- La tierra no, señor, la humanidad

- Es un demente, entonces, ¿debo suponer que es usted Dios?

- No señor, no soy Dios, o no el Dios que usted pretende creer que soy, mi nombre para algunos es Dann, con los nórdicos fui conocido como Donn el Destructor, para los griegos fue Hades. A través de los años me han dado nombres de todo tipo: Azrael, Mictlantecuhtli, Anubis, Shinigami, Supay o Parca

- Entonces, usted pretende decirme que es…

- La muerte

- Es un demente, nada más

- Le he otorgado una visión de la vida de Timmy en casi mas o menos 10 años de vida, en tan solo una hora de la suya

- ¿Con que fin?

- Que ponga fin a su empresa absurda, que es tan solo una pérdida de tiempo. Quería usted saber el motivo de su suicidio, pues, ya lo sabe, ¿qué hará con esa información?, ¿puede traerlo de vuelta para que por fin Alice y él estén juntos?, ¿o puede hacer que sus padres no mueran sabiendo que su hijo los odiaba, o hacer que Timmy se entere que sus padres lo amaban? ¿puede usted retroceder el tiempo e impedir que él se mate? – me sentía prisionero de sus palabras, no tenía el valor de responder - ¡oh vamos, señor! Es usted el gran investigador, ¿Qué hará ahora que ha resuelto el misterio?, ¿puede hacer algo por alguien sabiendo todo esto?