CAPITULO II: LLAMADA PERDIDA

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron y él le dijo que la amaba, pero que no era la mujer con la que se veía compartiendo su vida en un matrimonio. Recordar aquel momento a Eve le partía el alma en mil pedazos. Desde esa última charla ella había esperado un arrepentimiento de parte de él, esa típica esperanza que toda persona profundamente enamorada se rehusa a perder, esa esperanza que le diera luz a la ilusión de que el señor G. viniera a su encuentro, le pidiera perdón por lo tonto y necio que había sido e iniciar una relación seria. Un deseo que guardaba secretamente en el fondo de su corazón, su fe se aferraba a la última vez que el señor G quiso comunicarse con ella, pero de ese sorpresivo día habían transcurrido varios meses, ocho para ser exactos. Fue en febrero, el 29, último día del mes del temible y caótico año viciesto 2020, una llamada de cinco timbradas. Evelyn se encontraba de vacaciones y no pudo contestar.

Más tarde y muy a su pesar, prefirió no devolver la llamada perdida, ignorarlo, impregnarse una importante dosis de estima, no obstante en el fondo de su corazón la esperanza angustiosa, pero latente de que volviera a llamar.

Nunca ocurrió. No volvió a llamar.

Tras casi un año de espera era más que obvio que él no volvería y sí lo hacía solo sería para una relación "sin etiquetas".

Finalmente Eve entendió que no valía la pena seguir torturándome, el señor G había dejado claro con su silencio que no estaba interesado en ella además en determinado momento se lo hizo saber, así que, tras algunos meses más de inexplicable espera eliminó al señor G de sus contactos y dijo adiós incluso prendió velas e hizo una carta de despedida que al final de escribirla la quemó. Era momento de avanzar.

Y entonces…