Serendipia.

Serendipia

Maeva.

Cinco años antes.

Papá está ruso, alemán, polaco, suizo, francés, italiano y egipcio, porque mi hermana lo había desafiado para marcharse con un pene corto que la tiene embobada.

Por la culpa de Pía, papá me había dejado sin auto, sin tarjetas, incautó mi teléfono e incluso le prohibió a todo el personal de la mansión que me ayudarán, porque según él soy la alcahueta entre mi hermana y el gato de su novio.

¡Ja…! Ni que fuera celestina, para estar uniendo parejas.

Nunca en mi vida me paso por la mente pensar que tendría que tomar la pecera, o lo que todos llaman dizque transporte público.

Oh, que horror.

Nunca me paso por la mente que perdería todo el glamour, subiéndome a ese horror de guagua.

Este día quedará en la historia, como el día que perdí el Fashions, la dignidad. ¡Uy, que asco…!

Estiré mi brazo para detener el bus, y cuando este se detuvo al frente de mí, hice una mueca de asco al verlo prácticamente llenó.

¡Oh, solo mi padre puede hacerme esto…!

Me desinfecté las manos antes de ingresar e hice una mueca en cuanto entré porque había un olor extraño en el interior de bus.

Oh, señor. Ayúdenme a salir librada y bien parada de esto, porque estoy segura de que esto no saldrá para nada bien.

Ingresé al transporte y nada más fue entrar para sentir como su fuese una botella de agua en el desierto.

A veces los hombres son tan básicos.

Hice una mueca de asco cuando un olor bastante extraño ingreso por mi fosa nasal, no sabía distinguirlo bien, peor puedo adelantar que no me gustaba para nada.

El bus empezó a rodar y yo me obligué a tomar el soporte del bus, porque ni muerta cometía la locura de no agarrarme de algo.

Suspiré con frustración y pronto me perdí en un mundo totalmente ajeno al que vivo. Y ese fue mi peor error que cometí porque en un abrir y cerrar de ojos me encontré precipitada contra los asientos delanteros del bus, pero eso no fue lo más terrible, porque nada más fue levantarme para otro frenazo hiciera que me precipitara otra vez contra los asientos, pero a la diferencia de la vez anterior no caí al suelo, si no que me precipite contra un hombre, y para mi mala suerte nuestros labios se rosaron levemente, pero eso fue suficiente para que logrará sentir una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo.

Por este choque coloque mi labio en los de él, mi mano en su pecho y mis ojos en los preciosos ojos color miel, de él.

Pronto sentí un nuevo frenazo, pero antes de que pudiera pasar a mayores me acomodé en el regazo del hombre al que acabo de entregarle mi primer contrato labio con labio.

Lo sentí tensarse. Pero no me importó.

Me acomodé en las piernas de él, y para cerrar con broche de oro, mi cabeza empezó a dar vueltas.

Cerré mis ojos y al cabo de varios segundos perdí la noción del tiempo.

(***)

Abrí mis ojos tras sentir un piquete en mi brazo.

—Johan, eso de que te debo y se acomodó en tu regazo está bastante raro, ¿Y si ella planeo todo para acercarse a ti y obtener información clasificada?

Coloqué mis ojos en una esquina de la habitación, y distinguí al hombre que accidentalmente besé y a otro sujeto.

—Deja de ver clichés donde no los hay, Roger.

—No son clichés amigo, es la verdad.

Antes de que pudiera mandarlo a la mismísima china, la puerta de la habitación se abrió y mi hermana ingreso totalmente demacrada.

¡Ja! Ni que me quisiera tanto.

Pía se precipitó hacia mí y cuando estuvo al frente de mi me abrazó con fuerza.

—Maeva, perdóname. Perdón por arrastrarte a la locura que cometí.

—Locura, ¿Ahora piensas que es una locura?

Pía apartó sus iris de los mío.

—Él me dejó.

—Le voy a cortar el diminuto amigo que se carga porque nadie deja a una Showeizer, nosotras somos las que debemos dejar.

—Maeva…

Antes de que pudiera destilar todo el veneno en contra de pene corto, el tal Johan y su amigo el supersticioso se acercaron a la cama.

—En vista de que está acompañada, no me queda más que despedirme de usted.

—No puede irse. -inquirí.

—¿Por qué?

—Porque me da la gana decir que no se va.

El tal Johan entrecerró sus ojos.

—Usted no puede impedir, que salga de esta habitación, señorita.

—No la tientes porque se lo toma muy personal, querido. -agrego mi hermana.

Y a pesar de ello, el hombre rodó sus ojos.

—No puedes irte sin terminar lo que por culpa del destino empezó.

Me levanté de la cama como pude y antes de que Johan pudiera reaccionar me lancé a por sus labios.

Porque si iba a perder mi primer beso. Debo de hacerlo como Dios manda.

Después de ese beso, el mundo empezó arder a mi alrededor.

Pero eso no me movió de mi centro, porque Maeva Schoweizer, es fuerte e inquebrantable.

Una verdadera resiliente.

Él moreno de ojos claros. Malhumorado, dueño de una empresa de tecnología. Y un alma libre y sin intensiones de hacer lo que el mundo espera de él. Yo, rubia de ojos claros cuerpo curvilíneo, personalidad explosiva. Y amante del Fashions.

Ya todo estaba perdido para ella.

Eso pensaba Maeva, pero lo que no sabía era que la pesadilla acababa de iniciar.

Por un choque coloque mis ojos, manos y labios en los de él.

Serendipia, es el nombre. Y amor es el apellido.

Nos leemos.
Kimberley Coelho.💚




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