Serendipia.

Capítulo 2.

Johan.

Estoy a nada de abordar el crucero.

—Señor, relájese.

—Como me pides relajarme cuando estoy a nada de pedirle a Alicia que sea mi esposa.

Mi fiel asistente y mejor amigo, hizo una mueca.

—No es que me meta en su vida señor, pero como su amigo debo de abrirle los ojos.

—¿Qué dices?

—La señorita Alicia no es la mujer dulce y abnegada que usted piensa, ella…

Antes de que él pudiese agregar algo más Alicia hizo acto de presencia.

—¡Amor…!

Roger hizo una mala cara antes de apartarse de nosotros.

—Alicia. -inquirí mientras la envolvía entre mi brazo. —Te extrañé mi amor.

—Yo también, cariño. -ella me devolvió el abrazo. —Pero te prometo que vamos a recuperar el tiempo perdido, haremos todo lo que no podemos hacer por cámara.

Alicia espeto esas palabras para después brindarme una mirada penetrante.

—Señor… Deben abordar.

—SÍ, Roger.

Mi futura esposa coloco sus ojos en mi mejor amigo y no me pasó desapercibido la mueca que hizo al verlo.

—Oh, estabas hay…

Roger volvió hacer una mueca.

—¿Dónde más voy a estar, señorita…? -Roger alargo la palabra señorita, para después sonreír con burla. —Les deseo que disfruten mucho del crucero y que no haya sorpresas. Porque arderá troya y el infierno, a la misma vez.

—¿A qué te refieres Roger? -pregunte.

—A nada, señor.

Tras esas palabras mi amigo sonrió.

Algo ha de traer entre manos.

—¿Por qué no vas a contar vacas o algo por el estilo?

Esas palabras lograron que Roger pusiera mala cara.

—Que disfrute su viaje, señor. -dijo seco sin mostrar emoción en su voz. Y poco después giro sobre su pie y empezó a alejarse de nosotros.

¿Por qué de un momento a otro veo red flash sobre Alicia?

¿Será qué estoy viendo cosas donde no las hay?

Antes de que pudiera emitir algún juicio sobre mis interrogantes, Alicia entrelazó su brazo con el mío.

—Vamos, mi amor.

—Vamos. -dictamine y poco después empezamos a caminar hacia las escaleras que nos llevaban al barco.

Llegué con el pensamiento de darle un anillo se compromiso a Alicia, pero ahora no sé qué debo hacer.

Después de que ingresáramos al barco, Alicia y yo nos dirigimos hacia la que sería nuestra habitación, íbamos en nuestro mundo rosa y de mucho brillo, como dice el abuelo, que no nos dimos cuenta de que estábamos a punto de chocar con una mujer, embriagada por algún tipo se alcohol.

El choque provocó que la torpe mujer le echará encima a Alicia la copa que traía en su mano.

—¡AHH…! -exclamo Alicia, mientras intentaba limpiar el exceso de la bebida de su vestido. —¡Fíjate por donde vas…!

—Uyy… lo siento güera, pero no te vi. -la mujer inquirió con palabras torpes, dejando mostrar lo afectada que estaba debido al nivel de alcohol que llevaba en su cuerpo.

A penas son las nueve se mañana, como para que ella tenga la borrachera del año.

—¡Te voy a matar…! Ese vestido es de última edición, lo más caro del mercado como para que venga una insignificante y ordinaria mujer a dañarlo.

La alcohólica hizo una mueca.

—Te salvas porque estoy tratando de ser una mejor persona… porque si no, te ponía a oler el queso rancio con el que mate a varios de mis contrarios, señorita perfecta.

La mujer paso de nosotros tras decir esas palabras.

Y eso logró que Alicia colocará el grito en el cielo nuevamente.

Alicia no es la mujer que pensaba.

—Me quitaré el vestido y le exigiré al gerente de este barco que haga que esa maldita me lo pagué. Esto no se quedará así.

—Alicia.

—No Johan. Esa asquerosa, pagará por lo que me hizo.

—Solo fue un poco de licor, Alicia. Con una buena lavada, quedará como nuevo.

Esas palabras lograron “ofenderla”, porque se llevó la mano derecha al corazón y volvió a soltar un escandaloso grito de frustración.

—¡¿Qué diablos dices?!

Ahora me doy cuenta de que no conozco en absoluto a Alicia.

Ella no es la mujer dulce de la que me enamore.

—Ese comentario te costará la factura de este vestido, querido mío.

—Si no me equivoco, ese vestido te lo regale yo, Alicia.

—Sí, pero eso no te da derecho a decir que con una buena lavada quedará como nuevo.

Ahora me doy cuenta lo banal que ella es.

—Si el problema es el dinero, te lo transferiré en tu cuenta.




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