Maeva.
Cuando la noche llegó los nervios empezaron a hacer de las suyas.
Negué ante ese ataque de nervios, porque nada del mundo permitiría que esa perrita del mal se salga con la suya.
Está noche es mi último día a bordo del crucero y como último día tengo que celebrarlo en grande. Y no hay nada mejor que destrozar a esa mujer, y coronarme como la prometida de ese mango delicioso.
—No, Maeva. Deja de lado los pensamientos pervertidos y céntrate en lo que verdaderamente importa, la tarántula que debo pisotear.
Unos golpes en la puerta lograron que dejara de observarme en el espejo.
Solté un pequeño suspiro.
—Aquí vamos…
Me acerqué a la puerta de la habitación, y tras abrirla me encontré con Johan.
—Baja de una buena vez por todas. -inquirió mientras se acariciaba el cabello.
Uy. Hay más problema de los que ya había en el paraíso.
—No que tenía que ser una entrada triunfal… ¿Por qué vienes a por mí?
—Acabemos con esto de una vez por todas, Maeva.
Escuchar mi hombre de sus labios es lo más sexi que mis oídos han escuchado en casi toda mi vida.
—¿Tan rápido que exasperó la mosca muerta de Alicia? Vaya hombre, rompiste un récord.
—Maeva…
—Ya voy, ya voy.
Johan hizo una mueca.
—Mientras más rápido bajes, más rápido podré deshacerme de ella para siempre.
—¿El plan sigue en pie?
—Sí, aunque he de agregar que agregué un poco más de diversión a la función.
—¿Qué hiciste?
—Te casaras conmigo.
¿Eh? ¿Así no más? Bueno por lo menos me queda de consuelo que estaré casada con este mango tropical.
—Acepto.
—¿Estás loca? La boda será totalmente falsa. Conseguí a un hombre para que haga el papel de oficiante de bodas falso.
Y yo que ya tenía planes de comerme el pastel en mi noche de bodas.
¿Por qué será que no se puede ser completamente feliz?
—Entonces, ¿No habrá noche de bodas?
—¿Qué parte de que es una farsa no entiendes? -inquirió exasperado.
—Uno, me bajas el tono, dos, no te enojes porque me dan ganas de raptarte; drogarte y tener mi noche de bodas.
Johan entrecerró sus ojos.
—¿Qué quieres por ayudarme?
—Nada.
—Todo el mundo tiene un precio, Maeva. Así que dime el tuyo…
Enarque una ceja, ante esas palabras.
—Ya te dije que lo que deseo no puedes dármelo… bueno, para ser sincera no quieres dármelo, Johan.
El moreno negó.
—Te espero abajo.
—¿Eh…? Necesito ayuda con la cremallera.
—Pídele a otro que te ayude.
—Johan, Johan solo es una simple cremallera, ¿Qué crees que pudiera pasar si la subes?
—Si no fuese porque me estás ayudando, te mandaba a freír espárragos, sin sartén y sin fuego.
—Pero que cruel, eres con tu futura esposa de mentiras.
Después de decir esas palabras gire sobre mis pies. Dejando a la vista de Johan mi espalda descubierta.
Johan se acercó a mí, y al Intentar subir la cremallera del vestido roso mi piel.
Su toque despertó un sin número de emociones en mí.
Me mordí el labio inferior y cerré los ojos.
¿Sería mucho pedir tener una noche de bodas, aunque sea ficticia?
—Listo. -susurró en mi oído, bastante bajo para mi gusto.
—Ya que no puedo obtener de ti lo prohibido por lo menos deberías cumplirme con algo más, Johan.
—Pide lo que quieras, y yo te lo daré.
—Quiero un beso.
Antes de que él pudiera reaccionar gire sobre mis pies y estampé mis labios contra los de él.
Johan intento apartarme de su lado, pero yo lo envite al acorralarlo contra la pared.
Mis labios buscaban los de él de forma demandante, y era tanta la intensidad que por un momento mi mente se nublo y solo deseaba arrancarle la ropa y hacerle ver que yo sí soy una verdadera mujer, no como la degenerada por la que él suspira.
Cuando estuve totalmente satisfecha de Johan me aparté de él.
—Espérame abajo, para que iniciemos la función, Johan.
—Estás loca…
—De alguna forma debo de cobrarme el hecho he hacer esta locura, Johan. Así que siéntete orgullo de que una buena hembra te haya profanado la boca.
Tras esas palabras pasé de él para dirigirme hacia el espejo.
—Te espero abajo.
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Editado: 19.08.2025