Serendipia.

Capítulo 12.

Maeva.

Han transcurrido una semana desde que estoy hospedada en casa del candente de Johan y su dulce abuelo. He de decir que no todo ha sido color de rosas porque en varias ocasiones Johan se ha negado a cuidarme, gracias a la excusa de que ya estoy mejor, pero su dulce abuelo lo mira con preproche.

—Es dia de volver al trabajo, fresa desabrida.

—Ni me lo recuerdes. -me quejé mientras me colocaba sobre mis pies. Tomé mi plato y el de Johan y me dirigí hacia la cocina, pero a mitad de camino vi todo darme vueltas, así que me detuve y cerré mis ojos.

Por más que digan que con una semana de reposo estaría bien, algo me dice que hay algo más detrás de estos mareos y vómitos repentinos.

—Oye, ¿estás bien?

—¿Eh? Sí. -inquirí cuando el mal había pasado.

—Deberias ir al doctor.

—¿Estás preocupado por mi?

Ante esa interrogante Johan adopto una pose seria.

—Has lo que te de al gana.

—Si hiciera lo que me diera la gana, usted jefecito no estaría, vestido.

Limón agrio rodo sus ojos.

—Te espero en el auto.

—¿Me llevaras al trabajo, limón agrio?

—No, te voy a llevar al primer albergue para indigentes que encuentre.

—Ustedes los ricos tienen fetiches extremadamente raros, pero yo estoy dispuesta a cumplirlo.

—Mantente alejada de mi.

Después de decir esas palabras Johan abandono el comedor, dejandome a solas.

—Ese Johan está para comérselo. Además de hermoso, huele delicioso.

—Asi que te quieres comer a mi nieto.

Ante ese comentario de Johanser si no soy viva, se me caen los platos.

—Por Dios, abuelo. ¿Acaso quiere matarme?

—Eso sería lo último que buscaría, hija. -posterior a esas palabras el abuelo me quito los platos de las manos. —¿Cómo te sientes?

—Tengo unas náuseas, uno que otro mareo y ni se diga de vomitar. -los ojos de Johanser brillaron. —Creo que me voy a morir, Johanser.

—No te vas a morir, hija.

—Entonces que explicación le das a mi mal estar.

—¿No estarás embarazada?

¿Embarazada yo? Que gran chiste.

—No abuelo, todavía no llego a esa fase. Y menos sin un macho, como su nieto.

—Te gusta mucho, ¿verdad?

—¿Soy tan obvia?

El abuelo asintió.

—¡OYE, NO ES COMO QUE TENGO TODO EL TIEMPO DEL MUNDO PARA ESPERARTE, FRESA DESABRIDA…!

—El deber llama, abuelo.

—Ve con cuidado hija. Y cuidalo mucho.

—Johan no necesita cuidados y si fuese así, estoy segura de que yo sería la última persona a la que dejaría cuidarlo.

—No hablo de Johan, Maeva.

Fruncí mi entrecejo, pero no me dio tiempo de preguntarle a que se refería porque Johan volvió a gritar como loco.

—¡NO SOY TU SIRVIENTE!

—Ve, hija. Antes de que le salga fuego por la boca. Más tarde ire a ver como te encuentras.

—Allí te espero, abuelo.

Me acerqué a él para despedirme como se debe, pero antes de llegar el olor de su perfume me revolvió el estómago.

—Maeva.

—Lamento ser grosera, pero ese perfume es una mierda, abuelo. Me asquea.

Me tape la nariz y lo abrace.

—Nos vemos en un rato, abuelo.

Me alejé lo más rápido que pude porque si seguía cerca de él correría el riesgo de vaciar mi estómago en pleno comedor.

Al llegar a la puerta de la casa, me encontré con Johan, quién me brindo una mirada fulminante.

—Te llevare a la empresa, pero a partir de hoy no quiero que te cruces en mi camino, fresa desabrida.

—Sera imposible no cruzarme en tu camino.

Él hizo caso omiso a mis palabras y me abrió la puerta del auto.

Johan puede ser un limón agrio, pero nadie le quita lo caballeroso.

—Si sonrieras un poco más, serías el prototipo perfecto para cualquier mujer.

—No quiero ser el prototipo perfecto para ninguna mujer.

—Para mi lo serías.

Después de decir esas palabras ingresé al auto. Johan cerro la puerta y rodeo el vehículo. Al ingresar, tomé una gran bocanada de aire porque el perfume de mi condenado jefe me encanta.

—¿Te drogaste o qué?

—Hueles de maravilla.

Él rodó sus ojos y paso de mi, pero yo no puede apartar mis ojos de él en ningún momento.

Cuanto desearía haberlo conocido antes que esa perrita del mal.

Mi teléfono se encargó de romper mi ensoñoración. Rebusque entre mi cartera y tras tomarlo entre mis manos me quede tiesa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.