Johan.
—Hey, hombre. ¿Qué te sucede?
Evité mirar a Roger y me tome de un solo trago el contenido que me servi minutos antes.
—Johan, lo que hiciste no fue de hombres. ¿Cómo pudiste dejarla en el altar? Por lo menos tenías que guardar las apariencias, ¿no crees?
—No queria esa farsa.
—Lo sé, pero no por ello tenías que lárgate por dos semanas y volver el día de la boda a humillarla como lo hiciste.
Tomé asiento en el confrotable sofá y cerré mis ojos.
Me encantaría desaparecer por unos meses, hasta que toda esta mierda pase.
—Johan, soy tu mejor amigo y confidente. Por ello me tomo el atrevimiento de decirte cuando cometes idioteces. La primera de ellas fue faltar a la primera ecografía de tu bebé, ¿cómo diantres se te ocurrió faltar a algo tan importante como lo es el primer avistamiento de tu hija? ¡¿Estás demente?!
Tragué saliva porque no tengo palabras para disculparme.
—Su hermana, me escribió para decirme que si te cruzabas en su camino te iba a cortar en pedazos por no presentarte a la primera ecografía de tu hijo.
—Mi hijo. -espeté sin poder creerlo.
—Ahora es tu hijo. ¿Verdad?
Me mantuve en silencio porque la vergüenza no me daba para responder.
—Para que veas que Maeva no es tan mala como ambos pensamos, le pidió dos ecografía a la doctora, porque el padre debía de tener una.
La fresa desabrida lo hizo para hacerme sentí una basura, y he de decir que lo logro.
Me siento la peor escoria del mundo.
Roger me extendió la ecografía y yo la tome entre mis manos.
—Johan, se que te molesta pensar que Maeva, puede ser como Alicia, pero la verdad es que pongo en duda que ella te haya drogado y planeado meterse en tu cama para sacarte dinero. Puede ser que ella sea una loca, diabólica y todos los abjetivos que le quieras agregar, pero no la veo capaz de engañar. Y eso que no la paso…
Roger tomo asiento a mi lado y saco su teléfono.
—Rebuscaré hasta encontrar al verdad de todo, y si resulta ser que ella es inocente tendrás que arrastrarte, porque eso sí… Maeva le encanta hacerse del rogar.
—Si resulta que ella es inocente, le cederé parte de mis acciones en al empresa.
—No creo que ella le importe mucho las acciones, tienes que hacer algo más. Algo más humillante para tí. Porque solo así, ella podrá perdonarte a medias.
Hice una mueca.
—¿Qué sugieras que haga?
—Arrastrarte no estaría mal. -espeto sonriendo.
—No estoy bromeando, Roger.
—Yo tampoco estoy bromeando. -tras decir esas palabras, Roger frunció el seño mientras miraba a su celular. —Hey, amigo. La fiesta no se acabó porque que largaste haciendo una salida dramática.
—¿Qué dices?
—La señora Rivas Santander se esta gozando la celebración de su boda por todo lo alto. Y además dijo que no se necesita un novio para celebrar.
Esa fresa desabrida, sabe como divertirse, a pesar de lo que le hice.
—Pensé que…
—No, Johan. Por lo visto no haz entendido que a Maeva no la hace sentir mal quien quiere, sino quien puede. Y tú mi fiel amigo, no eres la persona que puede hacerla sentir mal.
Tomé la botella de licor entre mis manos y me la llevé a los labios.
—Si mis sospechas son ciertas y resulta ser que ella es una Schoweizer, tendrás que lamerle las suelas de los zapatos, porque el poder de los Schoweizer es mayor al de los Rivas Santander, Johan.
—Si tus sospechas son ciertas, haré todo lo que este entre mis manos para recompensarla por todo lo que he hecho.
—Si eso pasa, quien tendrá las de perder, eres tu, Johan. Porque Maeva no fue la que perdió la oportunidad de ver a su hijo por primera vez, no es Maeva quien está aquí alcolizandose desde de su boda y no será ella quien tendrá que explicarle con punto y coma a Johanser Rivas Santander, la locura que hiciste.
Ante esas palabras tomé un gran sobro de la botella.
—Johan.
—¿Qué? -espeté tras colocar mis ojos en él.
—Al parecer tu recahzaste a du esposa, pero Mauro Lewis aprovecho la oportunidad que tu déjate.
—¿De qué hablas?
—En este preciso momento Maeva y Lewis estan siendo el alma de la fiesta. Y por como él la mira, creo que ambos estarán celebrando tu divorcio la semana que viene.
Solte la botella sin importarme que esta cayera al suelo, y me acerqué a Roger.
—Mira.
Observé la foto con atención y mientras más observaba la imagen, más sentía deseo de correr allí y apartarlo de su lado.
¿Qué te pasa, Johan?
¿No qué despreciabas a esa fresa desabrida?
Esa mujer me saca de mis casillas.
—¿¡Acaso no le da vergüenza…!? Solo han pasado cuarenta minutos de que nos casamos.
—Y qué querías que hiciera. ¿Qué se sentara a llorar en una esquina porque la dejaste en pleno altar?
—No me ayudas en nada, Roger.
—Esa mujercita a la que ahora llamarás esposa, es un grano en el trasero, pero hay que dársela. Cuando la vea le dare sus merecidas felicitaciones, porque a pesar de que me cae mal, tengo que dársela.
Me lleve la botella de licor a los labios y le di un largo trago.
—La investigación que mande a realizar sobre tu esposa, la tendré en mis manos pronto.
—Lo único que necesito saber es si ella fue la responsable de drogarme, nada más.
—¿No te causa curiosidad saber por qué Mauro Schoweizer la entregó en el altar?
Ahora que lo pienso, me pareció extraño que un hombre como él la entregara en el altar, pero no le di la debida importancia porque en ese momento solo pensaba en acabar con la farsa.
—Agrega esa información en la lista.
—Ahora te interesa, ¿verdad?
—No me jodas, Roger.
—Si Maeva resulta ser una Schoweizer, te vas a joder hermano.
—Por mi propio bien, espero que no lo sea.
Después de decir esas palabras, me coloque sobre mis pies y camine hacia la habitación.
—Oye… esto no es un hotel para que te quedes cuando te da la gana.
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Editado: 18.10.2025