Johan.
Después de ver a la fresa desabrida marcharse, ingresé a la mansión y me encontré con que Pía, se encontraba sentada en el sofá con una bate entre sus manos.
—Asi que vuelves al nido…
—¿Qué haces aquí?
—No te debo explicaciones. Pero tú si a mí.
—No eres quien para darle explicaciones.
Pía enarco una de sus cejas.
—Te conviene sentarte, y empezar a soltar la lengua, porque tengo deseo de golpearlo tanto que tengas que ir al doctor.
—¿Qué quieres que te diga?
—Primero, ¿por qué diantres no fuiste a la primera ecografía de tu hija?
—¿Hija?
—Si va a ser una niña. Y yo la adiestrare para que sea tu peor pesadilla. Todo tu amor sera para ella, y sera tanto que tendrás miedo de perderla. Vivirás por ella, y para ella, será la luz de tus ojos, tu otra mitad.
—No digas disparates.
Pía se colocó sobre sus pies.
—Segundo, ¿por qué te largaste por dos semanas?
—Tenia trabajo.
—Un trabajo con curvas, pelo largo y perfume de zorra.
—No estoy de humor para escuchar tus acusaciones, así que cierra la puerta cuando te marches.
Tras decir esas palabras intente pasar de ella, pero Pía se colocó al frente de mi.
—Te fuiste a pasarlo a lo lindo a Japón. Mientras mi hermana se quedaba aquí liderando con su apestosa unión. Así que más te vale que digas la verdad, antes de que se me olvide que eres nieto de Johanser.
—Fui a Japón por trabajo, Pía. Esa es la verdad y nada más que la verdad.
La loca hermana de la fresa desabrida, sonrió.
—Te di una oportunidad para decir la verdad, pero aún así la desaprovechaste.
—¡ESTOY DICIENDO LA VERDAD…! ALLÁ TÚ SI NO QUIERES CREERME.
Intente pasar de ella, y largarme a mi habitación, pero con lo que no contaba era que ella me iba a golpear, con bastante fuerza diría yo.
—¡¿ESTÁS LOCA?!
—Eso fue por lo de mi sobrina. Porque hubiese sido por lo de tu escapada romántica, y te aseguro que tendrías que ir al hospital con urgencia porque tendrías todos los huesos rotos.
—Está bien, reconozco que merezco más que un golpe por no asistir a la primera ecografía de mi hijo. Fui un idiota por dejarla sola. -ante esas palabras el rostro de Pía se contrajo. —Eso es de lo único que me arrepiento.
—Si tu lo pides, ¿quién soy yo para negártelo?
Fruncí mi entrecejo después de escuchar esas palabras porque no entendí sus palabras, pero tan solo un minuto después Pía me dio un derechazo que me puso a ver fresas voladoras. Y terminé inconsciente sobre la alfombra de la sala.
—Johan… ¡Lo mataste mujer…!
—Él pidió que lo golpearan y yo me ofrecí a hacerlo. No veo lo malo de eso.
Abrí mis ojos y me encontré con Roger, quién por su expresión estaban más que preocupado por mi.
—¿Qué me paso?
—¡Lo desmemoriaste, Pía…! De ahora en adelante no me busques.
—No te necesito, porque hay otro mejores que el tuyo.
Roger entrecerró sus ojos y la atacó.
—Si estamos hablando de mejores, tu te quedas en la línea media.
Pía le dio una mirada fulminante.
—Te juro por lo más sagrado que tengo, que es mi hermana que si te veo con otra te lo corto, Roger. Yo soy la única que puede tenerte, estupido.
Esas palabras parecieron agradarle a Roger porque sonrió.
—Tendrías que cortarmelo porque hoy justamente tengo una cita para dar amor y recibir amor, arpía.
¿Arpía? Ese mote le queda como anillo al dedo.
—Sobre mi cadáver sales de aquí, Roger.
—¿Qué harás para impedirlo?
La respuesta de parte de ella no se hizo esperar.
—Darte amor, yo.
Roger abrió sus ojos como platos, y antes de que pudiera reaccionar la arpía se lanzó sobre él y prácticamente le comió la boca en mis narices.
—Hey, sigo vivo.
—Cállate. -espetó mi supuesto amigo mientras le daba riendas sueltas a sus deseos.
Esos son lo amigos que me gasto.
Le levanté del suelo, antes de que esos dos empezaron con una sección de apareamiento en plena alfombra. —porque por lo urgidos que estaban de seguro terminarían haciéndolo en la alfombra.—
Empecé a caminar con rapidez y al llegar a las escaleras porque cada minuto cuenta con los dos conejos que deje en la alfombra. Al subirlas me dirigí hacia mi habitación, pero al llegar no pude abrirla porque estaba cerrada.
Continúe caminando, y abrí la habitación que era continua a la mía, y esta por suerte abrio. Pero no me esperaba lo que mis ojos veían.
Tragué saliva al ver la pared del lugar.
Alguien había dibujado la escena del rey león, cuando lo presentan ante todos los animales. El cachorro observaba todo con interés, mientras que los demás animales se inclinaban ante él.
Lo próximo que distigui fue a un grupo de leones detras del pequeño y al fijamente bien, observé que se trataba de la familia del pequeño porque todos llevaban un collar que respire sentaban lo que hacían, entre ellos destacan el abuelo, Pía, Melissa y Mauro Schoweizer, el renacuajo Jackson, y Maeva, quién llevaba jn colar con un dije de fresa.
Todos estaban allí para apreciar al cachorro menos yo.
Esa pintura denota mi ausencia en la ecografía.
¿Por qué no llegue a tiempo?
¿Por qué no le dije que estaba en la otra punta de la ciudad e hice todo lo posible por llegar a tiempo?
—Perdóname, hijo. Me perdí tu primera ecografía, perodoname por ser un pésimo padre.
Me permití derramar laa lágrimas que habla estado conteniendo desde ese día.
—La cague, y ahora merezco tu rechazo, fresa desabrida.
Camine hacia la pared y tomé asiento en el suelo, sin importarme si estaba manchada.
—Debí de estar allí. Debi dejar todo atrás e ir por lo que verdaderamente me importaba.
En medio de mi lamentación, observé una libreta a mi lado.
La tomé entre mis de manos y al abrirla distigui una hermosa letra plasmada en una de las páginas, junto a esta estaba la primera ecografía del bebé.
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Editado: 18.10.2025