Serendipia.

Capítulo 22.

Johan.

Observé la ecografía totalmente embobado.

—Oye, ¡préstame atención…!

—Estoy viendo a mi bebé, dejame tranquilo.

Roger resoplo.

—Llevas medía hora observando esa foto en blaco y negro. Sinceramente no se que que chiste le ves.

Ante ese comentario aparte mis ojos de la ecografía y la coloque en Roger.

—Cuando la loca este embarazada de tu hijo, entenderás.

—Con lo que fui obligado a hacer no creo que esa arpía quiera llevar un hijo mío en su vientre.

—¿De qué hablas? -espeté.

Roger negó.

—Son asuntos mios, Johan.

—Con razón la arpía está que mata y come del muerto.

—La quiero como nunca había querido a una mujer. Esa condenada me marco como si de un ganado se tratara, ahora solo tengo ojos para ella, mis pensamientos son de ella, e incluso me excito pensado en ella. Me voy a volver loco si no puedo tocarla, besarla y hacer que diga que es mía, solo mía.

Madre mía. Ahora si que le pegó duro el amor.

—Perdimos al gran Roger Ferrer.

Mi amigo abrió los ojos como platos y miro de un lado hacia el otro.

—¡Johan…! Te he dicho mil veces que no menciones mi apellido. ¿Qué tal que la fresita lo escuché y valla a contárselo a su hermana la arpía?

—Deja tu locura, Roger. Porque bien sabes que ella es una Schoweizer, así que tu fortuna caerá en buenas manos.

Roger negó.

—El problema no es el dinero, el problema aquí radica que rechacé casarme con Pía hace varios años. Mi padre quería hacer negocios con los Schoweizer, y la condición que estos le pusieron fue casar a sus dos hijos mayores para que la unión se perpetuara.

Oh…

—Estás en serios problemas, Roger.

—Ni me lo recuerdes. Porque por ello estoy aquí contigo, contándote mis penas amorosas y llorando por mi arpía favorita… -Roger se recargó contra la silla. —Sabes, debí de pedirle que se casara conmigo, llevármela lejos, raptarla por unos meses e intentar amanzarla a base de cariño y buen trato. Así nadie hubiese intentado apartarme de mi mujer.

—Estás a tiempo de hacerlo.

—¿Acaso quieres que me desaparezca…? De seguro no has visto el garrote que tienes esa mujer. Así que es seguro que si me acerco a ella me arranca la ropa y empieza a torturarme.

Negué.

Puede ser que la arpía este loca, pero no creo que sea capaz de torturar al hombre por el que moja las bragas.

—Deja que pase el tiempo, Roger.

—¿Qué pase el tiempo, dices? Si le dejo todo al tiempo moriré por el síndrome de bolas azules. Porque no puedo ni pensar copular en otra mujer porque solo al deseo a ella. Esa arpía es la única que me prende. La única que quiero en mi cama y a la que deseo con todo mi alma. -esas últimas palabras las dijo con ganas.

Roger mordió su labio inferior y no me quedo más que reír.

El amor le pegó duro, y más duro le pagara cuando la vea pasearse con otro hombre.

Antes de que algunos de los dos dijera algo, escuchamos al voz de la arpía.

—Maeva, te dije que voy a hacer esa sección con ese masajista. Pero de que él me toca, me toca.

Roger formo sus manos puños.

—Deja de decir sandeces y centrarte en lo que verdaderamente importante.

—Lo que verdaderamente importante es el bendito helado de fresa que deseas desde que que el oso rebelde se acercó a tí con su delicioso perfume. Supera a ese oso y céntrate en lo que verdaderamente importa.

Así que le gusta mi perfume.

—Bebé fresa agria quiere ese helado, Pía. No seas insensible.

—¿Por qué rayos metes a bebé fresa agria, en esto? Porque bien me dijiste que deseas comerlo pero del cuerpo de ese oso rebelde.

¿Khe? No te pases Ana Karen.

Enarque una ceja, y Roger negó.

¿Qué tiene que ver mi perfume con que ella desee lamer el helado de mi piel?

¿Será qué? No no creo que ella tenga el apetito sexual por las nubes. Aunque pensándolo bien, el libro que estoy leyendo dice que a muchas embarazada le aumenta el deseo sexual en el embarazo por las hormonas.

—Te arde la semilla por ese macho, Maeva. Y quieres sosegar el deseo lamiendo helado de fresa.

Bueno en mi defensa, el libro que estoy leyendo dice que el hombre debe cumplir los antojos de su mujer cuando no sean dañinos para el feto, así que me tocara comprar el helado y dejar que ella lo lama de mi piel.

Le hice una senal a Roger y este asintió.

Posteriormente él se colocó sobre sus pies y se escabulló como si de una rata se tratara.

—Sino fuese porque estoy enojada con él, me metía a du habitación y tomaba de él lo prohibido.

La fresa desabrida hace bien en estar enojada conmigo porque la cagué no una, sino tres veces. La primera vez que la jodí, fue al enterarme que esa noche en le crucero había dado fruto, ese mismo día aproveche que tenía que ir a Japón a una negociación y me quedé allí por dos semanas. La segunda vez que la cague, fue al dejarla plantada en el altar como una huérfana sin familia. —como dicen coloquialmente en República Dominicana para decir que la deje sola.— la tercera razón es la que más me duele, porque me perdí la primera ecografía de la mini fresita agria. así que ella tiene mucha razón para estar enojada conmigo.

Cuando ambas hermanas estaban por ingresar a la sala, abrí mi laptop y empecé a fingir que estaba consentrado trabajando y que no había escuchado nada de lo que ellas habían dicho.

—¿Tan tarde trabajando, oso rebelde? Pero, ahora que lo pienso alguien debe hacer mucho dinero para que mi aprendiz del mal lo gaste a manos llenas.

Ante esas palabras rodé mis ojos.

—Pía. -la riño la fresa desabrida mientras se acomodaba en el sillón que estaba continuo al mío.

Tras distinguirla observé que el renacuajo estaba entre sus brazos. Cuando Maeva lo coloco sobre sus piernas Jackson empezó a estirar sus manos hacia mi, haciendo alusión que lo tomara entre mis brazos.

Ante la inasistencia del pequeño me levanté del sofá y tomé asiento al lado de la fresa desabrida.




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