Maeva.
El eres maravillosa, Maeva.
Me hizo derretir. Tanto así que estuve tentada a arrancarle la ropa y colocarlo contra la pared. Pero todo se fue a la mierda cuando recordé todo lo que él me hizo.
Si él piensa que caeré derretida en sus brazos que se valla de paseo. Porque yo, Maeva Schoweizer, por más que sienta deseo de besarlo, no puedo dejarme tan fácil. Así que me guardaré las ganas para después y dejaré lucir mi orgullo en su máximo esplendor.
—Gracias por tus palabras, Rivas Santander.
—Por nada.
Después de decir esas palabras Johan centro su atención en besar mi vientre. Mientras que yo desvíe mi atención hacia el helado porque sino lo hacía correría el riesgo de mandar mi orgullo de paseo.
Cuando Johan termino de hablarle a bebé fresa agria, centro su atención en mi.
—¿Qué? Recuerda que la visita no es conyugal, limón agrio.
—El abuelo quiere que hagamos actividades en pareja. Incluso ya nos anotó en un curso de alfarería, dizque para reforzar nuestra unión como marido y mujer.
Al abuelo lo único que el faltan son las las de cupido porque las flechas ya las tiene.
—¿Cuándo? -espeté sin mostrar entusiasmo, aunque eso era todo lo contrario. Porque la idea de hacer actividades junto a él me gusta.
Con eso se confirma que mi orgullo es más grande que el deseo que tengo de arrancarle la ropa.
—Mañana.
—Mañana, tengo que ir con Jackson a comprar algunas cosas que le hacen falta, así que paso.
—La clase es a las dos de la tarde, si quieres podemos tomarnos el día de mañana libre y yo te ayudo a buscar lo que te hace falta.
¿Khe? No te pases Ana Karen.
Johan Rivas Santander, un obseso al trabajo me está solicitando faltar al trabajo solo para pasarse la mañana conmigo. —lo de pasarse la mañana conmigo está de más, pero soñar no cuesta ni un quinto. Así que sueño con lo grande y a lo grande. ¡Claro que yes…!
—Si quieres faltar haya tú. -inquirí sin mostrar la felicidad que me acogía saber que el limón agrio faltaría al trabajo para ayúdarme.
—Lo haré.
Ante esas palabras desvíe mis ojos, porque si lo miraba a los ojos correría el riesgo de lanzarme sobre él y cometer una locura.
—Otra cosa… no se si está bien visto, pero quisiera pasar tiempo con el renacuajo.
Sinceramente creo que Johan se golpeó la cabeza, porque no creo lo que estoy escuchando.
¿Cómo se explica que antes él evitaba tener contacto con Jackson y ahora esta pidiéndome pasar tiempo con él?
—¿Por qué estaría mal visto?
—Sabes que su padre y yo no tenemos una buena relación. Si no se puede esta bien, lo observaré desde lejos y ya está.
—Puedes pasar tiempo con él, limón agrio, pero ten mucho cuidado de pegarle tus mañas al niño.
—¿De qué mañas hablas?
—Del agrio que guardas en tu interior. -tras decir esas palabras me lleve la cuchara de helado a la boca y al saborearlo fue imposible que retuviera un jadeo de satisfacción.
—¿Está rico?
Tragué saliva porque la combinación del helado y Johan, puede ser mortal para mi.
—Sí.
—Se de otra forma que te puede saber más rico.
Oh, no.
Eso significa peligro.
—¿Te gustaría saber?
Dile que no, Maeva. Dile que te quedas con la forma tradicional. Eso era lo que tenía que decirle, pero no, me fui por el camino de la perversión.
—Sí.
Ante esa palabra Johan se deshizo del poco espacios que no separaba e introdujo uno de sus dedos en el helado.
Oh, por Dios. Será lo que estoy pensando.
—Está es la primera forma de disfrutar un buen helado. -después de decir esas palabras Johan saco el dedo del helado y lo guío hacia mis labios.
No Maeva. Resiste la tentación, no abras la boca.
—Abre la boca, fresa desabrida.
Juro que intente manter mi postura, pero la combinación de voz ronca, más lo caliente que él se ve, más las ganas que tengo de probar el helado de su piel, me hicieron mandar de paseo mi sentir y abri la boca.
Por la boca muere el pez, lo sé. Pero por este pez yo quiero morir.
Johan introdujo su dedo en mi boca y yo lo lamí.
—¿Te gusta?
¡¿Qué estoy haciendo?!
¿No qué lo iba a hacer pagar por todo lo que me ha echo?
Sacudí mi cabeza y abrí mi boca para sacar el dedo de Johan.
—¿Qué cres que haces, limón agrio?
—Hacerte disfrutar el helado.
—Si piensas que voy a caer en tus intento de seducción, estás más que equivocado.
—Cuando tenías tu dedo dentro de mi boca, no parecías tan disgustada. -al fin y al cabo salió a relucir el verdadero Johan. —¿Será que quieres probar el helado pero de otra parte? Si es así, solo tienes que decirlo, fresa desabrida porque yo estoy dispuesto a dartelo.
Entrecerré mis ojos.
—Largate.
—Lo haré, pero no quiero escuchar que te quedaste con ganas en el embarazo, porque según el libro que estoy leyendo las embarazadas tienen que cumplir sus antojos y más si conllevaban cierta anatomía del padre de la criatura en cuestión.
¿Khe? No te pases Ana Karen.
—Rivas Santander, largo de mi habitación.
—Me marchare, pero si necesitas de mi ayuda estoy a unos pasos de esta habitación. Además se todo, estaré encantado de ayudarte.
¡Ven lo que digo…! Ese no es el Johan que conocí en el crucero, y mucho menos el que me contrato como su secretaria.
—¡Largo…!
—Ya sabes, fresa desabrida. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.
—¡Largate…!
Johan acató mi orden y salió de la habitación, pero para mi desgracia la habitación seguía oliendo a él.
¿Por qué este cambio tan repentino? ¿Por qué se muestra como un sin vergüenza cuando él no es así?
Lo más grande del caso es que se ofreció a cumplir mis antojos sexuales.
¿Qué rayos le sucede?
Me lleve una cucharada grande de helado y por un momento recree la escena donde lamía el helado de su dedo.
—No, Maeva. No dejes que juegue con tu mente. No dejes que tomé control de tu estabilidad. Sé fuerte. Se valiente, enfréntate a él. -intente subirme el ánimo con esas palabras, peor la fin y al cabo termine cayendo por él. —Ah, es un idiota, pero con toda y su idiotez lo deseo. Ahora no podré dormir sin sonar con limón agrio.
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Editado: 18.10.2025