1988.
A comienzos de marzo, Isabelle y Bob cumplían seis meses de relación, un nuevo récord para él, Seth sabía que su amigo no había durado tanto tiempo con una mujer, pero también sabía que Isabelle no era cualquiera.
Seis meses.
Seth podía notar lo felices que sus dos amigos eran juntos, pero aquella relación no hacía más que bajarle los ánimos cuando se daban muestras de cariño o se decían cosas lindas. Por otro lado, le gustaba ver a Isabelle tan feliz, jamás la había visto de esa manera, sonreía más de lo normal y sus ojos siempre brillaban cada vez que Bob se acercaba a ella y le daba un suave abrazo.
Cuanto anhelaba estar en el lugar de su amigo.
Un día normal en la escuela, luego de darse un pequeño descanso en su hora libre, Bob se acercó a Seth mientras tomaba algunos libros de su casillero, muchos alumnos salían para el cambio de clases, así que el pasillo se llenó de personas.
—Qué onda, amigo —dijo, apoyándose en los casilleros, poniendo sus manos en los bolsillos de la chaqueta del uniforme—. ¿Qué tal matemáticas?
—Una clase normal en un día normal —respondió, guardando los libros en su mochila y luego cerrando el casillero.
—Me parece bien —Bob sonrió, pero mostrando los dientes. Seth conocía esa acción, de inmediato hizo una cara seria. Bob frunció el ceño con confusión—. ¿Qué? —preguntó, su voz subió un tono.
—Estás a punto de pedirme un favor. Conozco esa sonrisa que acabas de darme.
Bob bufó.
—Once años, capitán. Llevo siendo tu amigo once años.
—Muy bien, muy bien. Tienes razón —Bob medio levantó las manos, esbozando una sonrisa de lado—. Isabelle y yo saldremos a los bolos esta noche. Quiero que nos acompañes.
Seth soltó una carcajada, acomodándose las tiras de su mochila.
—¿Acaso te acabas de escuchar? —dijo cuándo se detuvo, exhalando aire.
—Sí, amigo. Lo digo en serio.
—Bueno, lo siento, pero, aunque todo suena muy tentador, voy a rechazar tu invitación —el pelinegro frunció los labios—. Sé que los tres hemos sido amigos durante mucho tiempo, pero ahora, no importa lo que digas Bob, es diferente. Estarás con ella, mientras yo… bueno, no tendré a nadie.
—Es por eso por lo que buscaré a alguien para ti —Bob sonrió—. Ahora mismo.
Seth bufó una risa.
—Nadie dirá que sí.
—Pruébame.
Seth se subió las gafas, soltando un suspiro y dejó que Bob buscara entre la gente que estaba en aquel pasillo. Duró un buen rato, pero cuando la encontró, puso una mano sobre el hombro de Seth, esbozando una sonrisa.
—¡Oye! ¡Rose! —exclamó el castaño, Seth abrió los ojos con sorpresa, mirando hacia lo lejos cuando el rostro de una chica se dirigió a ambos—. ¡Sí! ¡Tú! ¡Ven aquí!
Seth tomó a su amigo por el brazo con fuerza, jalándolo un poco para que lo mirara.
—¿Qué estás haciendo? —murmuró la pregunta entre dientes.
—Ah… —Bob desvió la mirada hacia arriba—. Te consigo una cita con Rose Sanders —volvió a mirar a Seth y sonrió—. Por supuesto.
—¿En serio? —murmuró entre dientes de nuevo—. ¿Perdiste la cabeza? Ella está loca, por el amor de Dios.
Seth estaba completamente seguro de que Bob lo sabía, los tres compartían clases de biología y lo que pasaba allí no hacía más que incomodar al pelinegro. Rose era una chica bonita, tenía el cabello castaño claro y lacio, los ojos color miel, tanto que parecían dorados y al parecer, un trasero que todos los hombres no podían dejar de mirar, también era muy inteligente, hasta donde Seth había visto, pero ella estaba obsesionada con él. Desde el momento que empezaron a compartir clases juntos, ella lo había demostrado y Seth no tardó en darse cuenta, era algo aterrador y por eso prefería mantener cierta distancia.
Cuando llegó hasta los chicos, sonrió con timidez.
—Hola —dijo, acomodándose el cabello.
—Hola, Rose —Bob le sonrió, poniéndose a su lado y pasando un brazo por los hombros de la chica como si tuvieran mucha confianza y la miró. Rose se sorprendió—. ¿Cómo estás?
—Mmm, ¿bien?
Ella dirigió sus grandes ojos hacia Seth, sonriéndole. El pelinegro tragó en seco, llevándose las manos a los bolsillos de su pantalón, fingiendo mirar a otro lado. Rose desvaneció la sonrisa.
—Eso es bueno —Bob volvió a sonreír y miró a Seth—. Estaba hablando con Cook sobre algunas cosas y hemos concordado algo. Verás, necesita llevar a alguien a los bolos y él es mi amigo, no quiero que se quede sólo mientras yo comparto tiempo con mi novia. Quiero que todos se diviertan —se acercó al oído de la chica, susurrándole—. Él es un poco tímido y quiere invitarte.