Seth Cook: La Historia Jamás Contada

10: Seth significa compensación.

Luego de dos meses más de clases y entrenamientos, llegó el momento límite de las estadías obligatorias en la Base. Cinco meses completos sin salir de ese lugar, enfocados en sacar a la luz habilidades ocultas, masa corporal y mucho estudio. El agente Davis iba a dar 48 horas hábiles para que los reclutados visitaran a sus familias y pasaran tiempo con ella, luego, iban a volver a su estadía en la Base, pero con un poco más de libertad.

Seth solía preguntarse todos los días acerca de sus padres, qué harían, cómo estarían, cuál había sido el comportamiento de Abigail los primeros días, ella lo protegía como nunca y que se lo hayan arrebatado de esa manera, probablemente no era justo para la rubia.

Un martes a inicios del mes de noviembre, Seth se levantó temprano, más exactamente a las cinco de la mañana. Se había acostumbrado a la gran ventana de las habitaciones, aunque seguía sintiendo vértigo cada vez que se asomaba. Los primeros días realmente habían sido difíciles para él, tanto, que sentía la necesidad de escaparse a Portland para pedirle a Rose pastillas para dormir. Tuvo muchas pesadillas —aunque también había pasado en Sacramento—, de Isabelle siendo lastimada por él o Bob golpeándolo hasta la muerte, culpándolo de alguna calumnia y definitivamente no faltaba el rostro de Philip Palmer, con aquel deseo obsceno y la manera horrorosa en que lo trató. Hubo muchas noches en las que despertó gritando y la única persona que lo ayudaba a calmarse era Matt.

Había tenido una pesadilla donde lastimaba a sus hermanos, realmente no les vio el semblante, pero sabía que eran ellos. El sueño había sido espantoso, Seth se había empapado de sangre y los gritos de Thomas y Mary resonaban en sus oídos. Cuando despertó, el grito explotó en su garganta y el cuerpo le temblaba, Matt no tardó en entrar a la habitación; Seth se tocó las manos y la ropa, examinando si había sangre en ellas, pero no había nada. Se percató de la presencia de Matt cuando el rubio se sentó a su lado, tomándolo de las muñecas.

—Está bien, todo está bien —susurraba el rubio, mirando a Seth. El chico apenas y podía distinguirlo, sin las gafas y con lágrimas en los ojos estaba totalmente cegado—. Estoy aquí, Seth.

El corazón del muchacho de ojos azules palpitaba muy rápido y buscaba apaciguar su temblor, así como también aire. Podía escuchar la voz de Matt a lo lejos y sentir sus toques en los brazos, así que intentó guiarse por eso, por la única persona que tenía en ese momento.

—Hey —y la escuchó más clara. Seth también le tomó de los brazos y observó hacia la silueta difusa frente a él—. Estoy aquí, amigo. Ya pasó.

Seth inspiró hondo, dejando que la velocidad de su corazón disminuyera y botó el aire con lentitud, haciendo que escapara todo. Luego volvió a respirar y Matt lo hizo junto a él, como siempre le ayudaba después de una pesadilla.

—Dios… —dijo, cuando pudo hablar, aunque la voz le pareció algo débil. Cerró los ojos y soltó los brazos de Matt lentamente—. Lo siento por eso.

—No es tu culpa —respondió el rubio, también soltando a Seth. El pelinegro pudo escuchar cómo sonreía—. Alguien siempre debe venir a calmarte.

—Suena como si fuera una carga.

—No lo eres, Seth —escupió la respuesta casi al mismo tiempo en que el chico de ojos azules terminaba la oración. Matt hizo una pausa y se relamió los labios—. Lo hago porque me gusta ayudar.

Hubo un breve silencio entre los dos y Matt se levantó de la cama.

—Intenta volver a dormir. Lo necesitas para mañana —susurró.

—Gracias, Matt —dijo Seth y le sonrió, aunque él tal vez no pudiera verlo—. Es bueno que te guste ayudar.

Luego cerró los ojos y el sueño lo arrastró a algo profundo, despertándose a la mañana siguiente por un ruido en su habitación. Había sido Matt, quien dormía en los pies de la cama y se había caído. A Seth lo sobresaltó el sonido y cuando escuchó el quejido del rubio, seguido de verlo sobándose la cabeza, medio dormido y con el cabello desordenado, soltó una risa pequeña. Se colocó las gafas y se levantó para ayudarlo a sentarse, estaba descamisado, siempre dormía así. Los brazos se le notaban menos delgados, al igual que el abdomen, debido al ejercicio frecuente. Probablemente Seth tenía la misma apariencia.

—¿Dormiste aquí? —preguntó.

—Temí que tuvieras otra pesadilla —respondió con la voz ronca, echándose el cabello rubio hacia atrás para peinarlo.



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En el texto hay: doblepersonalidad, secretos, tid

Editado: 04.01.2019

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