Seth Cook: La Historia Jamás Contada

18: Fiesta de egresados.

En agosto de 1995, Seth pasó por uno de los más grandes tristes momentos de su vida.

Era un día cualquiera, nada muy interesante había ocurrido a parte de las clases que le tocaban o su rutina diaria en la Base. No hasta que recibió una llamada de Lady aquel viernes en la tarde. Seth sabía que ella no estaba muy desocupada los viernes, tenía muchas cosas que hacer en la universidad y su tiempo libre apenas y resultaba ser muy tarde en la noche. Por esa razón todo comenzó a parecer extraño para Seth.

Respondió a la llamada y hablaron por unos segundos de cómo había su día hasta ese momento, y luego, su novia le pidió visitarlo, Seth no dudó en decir que sí.

—Debo decirte algo muy importante —había expresado ella, aunque el tono no le pareció muy convincente.

—Genial, porque yo también, hermosa —murmuró Seth desde el teléfono, sonriendo—. Creo que ya no puedo esperar más para decírtelo.

—¿En serio? —la voz esa vez sonó feliz y emocionada—. Suena como algo realmente importante.

—Lo es.

—No tardaré en llegar entonces.

Y luego colgaron ambos.

Para cuando Lady llegó a la Base, caminó hasta la habitación de Seth, donde este la esperaba muy emocionado. El pelinegro la recibió con una gran sonrisa, un beso en los labios y luego la hizo pasar a la habitación. Lady se sentó en la cama de Seth y él a su lado, tomándola de las manos.

—Luces algo afligida, ¿es algo malo lo que vienes a decirme? —preguntó el pelinegro, pasando un mechón de cabello por la oreja de su novia—. Tal vez pueda alegrarte con la noticia que tengo para ti.

—Seth… —Lady sonrió y soltó un suspiro—. Esto no es fácil de decir.

—Nada realmente lo es y lo comprendo —Seth acarició las manos de Lady, observándolas por unos segundos mientras lo hacía—. Tómate tu tiempo, mi Lady.

La chica inhaló profundo y miró a su novio con rostro triste. Seth empezó a preocuparse. Muchas cosas pasaban por su cabeza en ese momento…

—Yo… —hizo una pausa, se relamió los labios—. Me iré a Australia en dos días. Voy a vivir allí hasta que esté a salvo de los peligros que hay en Chicago mientras yo habite en esta ciudad.

Muchas cosas pasaban por su cabeza… menos eso.

Seth parpadeó varias veces, tratando de asimilar lo que había escuchado recientemente. Miró a Lady y soltó una risa seca.

—Estás bromeando —dijo con un aire bromista, pero Lady sólo se mantenía seria—. No estás bromeando… —susurró.

Lady negó.

—¿Te vas a Australia? —preguntó, frunciendo el ceño—. ¿En dos días?

—Sí… mi padre estuvo planeando esto unos meses después de lo que ocurrió. Dijo que es lo mejor para mí —la voz de Lady estaba temblando.

Seth se levantó de la cama, interrumpiendo a su novia. Ella se lo quedó observando, dio vueltas sobre su mismo lugar, rascándose la nuca, sobándose la nariz, hasta que finalmente se detuvo y la miró desde la distancia donde se encontraban. Seth puso las manos en sus caderas.

—¿Y qué es lo que piensas que es lo mejor para ti, Lady? —fue lo único que dijo.

—Creo… creo que irme —respondió, tenía los ojos brillantes. Tragó en seco y bajó la mirada—. Lo siento. No pienses que quiero separarme de ti. No quiero, Seth. Pero debo hacerlo —se levantó lentamente de la cama—. Es por mi bien. Por el bien de papá y mamá. Por tu bien…

—¿Por qué no me dijiste antes? Pudiste decirme antes, Lady —comenzó a levantar la voz—. ¿Por qué no lo hiciste?

—¡¿Cómo podría, Seth?! Está siendo difícil ahora, ¿te imaginas si te lo hubiera dicho hace tiempo atrás?

—Lady. No importaba —a Seth se le llenaron los ojos de lágrimas—. Por favor… sólo… por favor. Quédate. No me dejes. Puedo protegerte —se acercó a la chica, abrazándola y dejando besos en su rostro—. Puedo hacerlo, hermosa. Haré todo a mi alcance.

—No puedes hacerlo… —susurró la chica, su voz estaba quebrada y las lágrimas bajaban por su rostro. Se separó de Seth, mirando fijamente aquellos ojos azules de los que se había enamorado—. No puedes protegerme. Sólo puedes protegerte a ti mismo.



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En el texto hay: doblepersonalidad, secretos, tid

Editado: 04.01.2019

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