Seth Cook: La Historia Jamás Contada

19: Noticia inesperada.

Los años habían favorecido a Bob e Isabelle, les iba bien en la universidad, estaban juntos cada vez que podían y era suficiente para ambos. Eran una pareja muy estable, casi no peleaban y se entendían correctamente. Cuando ocurrió el incidente con Daisy Erdman, Bob se sintió muy culpable de todo lo que pasó; no sólo con Isabelle, también con Seth, él era muy tradicional con lo del «código de amigos», al pelinegro le gustó Daisy una vez y acostarse con ella había sido fatal, sobre todo porque él sabía acerca eso, Isabelle se lo había contado tiempo después de su cumpleaños, cuando se disculparon. Y por alguna razón, Bob sentía que le debía una disculpa a su amigo. Pero no lo había visto en mucho tiempo luego de la fiesta en su casa.

Temía visitarlo, Seth y él habían estado distanciados y no era desde su partida hacia Sacramento luego de graduarse. No, había sido incluso en el último año de escuela. Lo que lo llevaba a preguntarse varias veces por qué habría ocurrido esa distancia entre ellos, donde él tenía sus propios amigos y Seth los suyos. Donde ya no era más Bobby y Seth, unidos como los mejores hermanos.

Bob estaba a un mes de graduarse de la universidad y así mismo Isabelle. Ambos se encontraban muy felices, el muchacho llevaba años ahorrando para conseguir una casa para los dos, donde pudieran hacer todo lo que quisieran, juntos. El diecisiete de noviembre de 1995, Isabelle Maison llegó a casa de Bob como todas las tardes, para almorzar juntos. Sólo que aquel día todo iba a comenzar a verse desde otra perspectiva en la vida del chico.

Su novia entró en la habitación y Bob la contempló con una sonrisa. Estaba más delgada y eso, en parte, le preocupaba; Isabelle había cambiado físicamente, incluso se veía diferente al día anterior y también desde hacía ya dos meses atrás. Sus ojeras eran notables y a veces, casi no comía bien. Sin embargo, llevaba una sonrisa en su rostro, todo el tiempo podía verla así.

—Hola, Bobby —dijo, acercándose a la cama de su novio para acostarse a su lado—. ¿Qué tal tu día?

—Agotador, pero siempre hay espacio para ti —la abrazó por los hombros y le dio un beso en los labios—. Estás muy sonriente hoy.

—Es porque… tengo buenas noticias —mostró sus dientes en una sonrisa, sentándose muy recta en la cama.

Bob hizo lo mismo, emocionado. Le tomó las manos a la pelirroja y las acarició, preparándose para lo que ella tenía por decirle.

—No sé exactamente cómo decírtelo… —murmuró y soltó una risa nerviosa—. Yo…

—No te apresures mucho, puedes ir con calma —Bob habló con el mismo tono y le acarició la mejilla con delicadeza.

Ella soltó un suspiro largo y miró con seguridad a su novio.

—Bob —dijo, con mucha seguridad, le sonrió—. Estoy embarazada.

El castaño parpadeó varias veces, con la boca semi abierta y sin saber qué decir. Intentó buscar algo que responder a lo que Isabelle acababa de decirle, movió la boca, pero no salió nada; en cambio, los ojos de Bob se humedecieron y una gran sonrisa se mostró en su rostro, lo que hizo reaccionar del mismo modo a la pelirroja.

—Pensé qué te asustarías porque parece ser muy pronto… —murmuró.

—¿Estás bromeando? —Bob se rio, muy feliz, las lágrimas bajaron por sus mejillas y tomó entre sus manos el vientre de su novia—. Oh, Dios. Soy el hombre más feliz del mundo.

—Estoy feliz por eso, cielo —Isabelle dejó un beso en los labios de Bob, todavía sonriendo—. Tengo dos meses y el doctor dijo que son mellizos.

—¿Mellizos? —el chico levantó las cejas, sorprendido y se rio, levantándose de la cama y cargando a Isabelle con mucha emoción—. ¡Vamos a tener dos bebés!

Isabelle también se rio, abrazando a su esposo. Bob no podía estar más contento.

—Seth debería saber esto —le dijo a la chica luego de bajarla—. ¿No lo crees?

—¡Por supuesto! Es nuestro amigo desde hace mucho tiempo. Merece saberlo.

—Genial, porque hace mucho tiempo que no lo veo.

—Estaba en el reencuentro en Amundsen, ¿sabes? —comentó la pelirroja mientras ambos salían de la habitación para almorzar—. Ojalá hubieses ido. Estuvo genial.

—Sí, qué lástima que las prácticas duraron hasta ese día —comenzaron a bajar las escaleras—. Pero, ¡hey! Regresé la mañana siguiente y vaya que tuve mi propia fiesta contigo.



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En el texto hay: doblepersonalidad, secretos, tid

Editado: 04.01.2019

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