Seth Cook: La Historia Jamás Contada

22: Señor y señora Jones.

1997.

En la tarde del veintiocho de febrero, Seth se encontraba alistándose para ir a una boda. Y no era una boda cualquiera.

Una semana antes, el hombre se encontraba descansando luego de una jornada de clases bastante interesante, pero agotadora. Había corrido lo más rápido que pudo a su habitación y apenas llegó, se lanzó a la cama y cerró los ojos, buscando las ganas de dormir. Todo era precioso hasta que fue interrumpido por el estruendoso golpe de su puerta.

—¡Cook! —escuchó al entrenador Rogers—. ¡Tienes una visita afuera!

Seth se quejó y se levantó de la cama de mala gana, su cabello estaba despeinado y sus gafas torcidas. No podía imaginarse el resto de su aspecto, comenzando por las profundas ojeras en su rostro. Abrió la puerta y caminó detrás del entrenador hasta finalmente llegar a la puerta principal de la Base. Alan Rogers se desvió en el camino y Seth salió, el atardecer tenía distintos matices en el cielo, pero el naranja lo dominaba.

—Oh… tienes que estar bromeando —susurró para él mismo cuando se dio cuenta de quién era la persona que lo visitaba.

Isabelle Maison se encontraba frente a él con un vestido floreado color verde y estampados amarillos, unas zapatillas sencillas color piel, el cabello rojizo y largo, moviéndose al ritmo del viento y con un niño pelinegro y de ojos azules cargado en sus brazos. Seth se sintió paralizado, pero por alguna razón, estaba caminando hacia la mujer y el niño.

—Hola, Seth —dijo ella, con aquellos ojos cafés sonriéndole al pelinegro—. Lo lamento si soy inoportuna.

—No… supongo que no. Es sólo que… —se acomodó las gafas y rascó su nuca— pensé que no te volvería a ver nunca más.

—Sí, bueno, tuve una pelea con Bob acerca de esto, pero, aunque sé que todavía no lo desea, lo convencí —explicó la pelirroja y miró al niño, sonriéndole y así mismo a Seth—. Cada vez se parece más a ti, ¿sabes?

—Y Cassandra a ti —murmuró el hombre, amagando una sonrisa—. ¿Puedo cargarlo?

—Por supuesto —Isabelle no dudó en acercarse más a Seth y entregarle a Angel. El niño le recibió con los brazos abiertos y una sonrisa, mientras que Seth le hablaba algunas cosas que parecían divertidas para él.

Fue entonces cuando salieron a caminar, no alejándose mucho de la Base. Seth jugó con su hijo y le hizo reír, jamás pensó que Angel podía ser incluso más risueño que Cassandra. Aparte de eso, le contó a Isabelle todo lo que pasó luego de su salida del hospital, el cómo Cassandra estaba siendo criada por él y por el agente Davis y su esposa, le contó diversas historias sobre el tiempo con su hija e Isabelle hizo lo mismo; habló muy poco de Bob y Seth casi que no preguntó, ambos sabían perfectamente de qué se trataba todo cuando se le mencionaba.

Después de un buen rato charlando, riendo y poniéndose al día de la mayoría de las desgracias y victorias de ambos, se devolvieron a la Base.

—Creo que es momento de darte la noticia por la que realmente he venido aquí —murmuró Isabelle al detenerse en la entrada de la Base, comenzando a buscar algo en su bolso de manga.

—Vas a casarte —dijo Seth y esperó que no se escuchara el dolor en su voz. Isabelle se detuvo y sacó un sobre de su bolso, frunciendo los labios—. Vi el anillo hace horas atrás.

—Eres mi amigo. Y eres el padre de mis primeros hijos —le extendió el sobre con una pequeña sonrisa—. No me importa realmente lo que diga Bob en estos momentos. Él sabe que será otro de los días más felices de mi vida y deseo que mi amigo de toda la vida esté allí.

—Isabelle… yo —Seth bajó la mirada al sobre ya en su mano— no puedo aceptarlo.

—Claro que puedes. Será un buen día. Permití que pudieras llevar a gente contigo. Matt… Alex… incluso Cassandra, ya que tus padres no están en Chicago. No hay obstáculos…

—Sí, los hay —el pelinegro apretó la mandíbula, miró a Angel y segundos después a Isabelle—. Sabes perfectamente cuáles son mis sentimientos hacia ti. Voy a ver al amor de toda mi vida… casarse con el hombre que en algún tiempo fue mi mejor amigo.

Hubo un breve silencio.

—Creo que ya he sufrido lo suficiente cuando se trata de temas del amor, Isabelle Maison —Seth soltó un suspiro—. ¿No lo crees?



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En el texto hay: doblepersonalidad, secretos, tid

Editado: 04.01.2019

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