Simone y Seth tuvieron que partir temprano hacia Carolina del Sur, exactamente en Charleston, dónde Philip había declarado que se encontraba la estadía de Misha Nekrásov. La noche anterior, había comentado a sus padres sobre el viaje que haría y dejó a Cassandra con ellos; su hija no quería y le había pedido a su padre que la llevara con ella, pero Seth logró calmarla con distintas explicaciones y luego, leyéndole uno de sus cuentos favoritos. A la mañana siguiente, casi que tampoco quiso dejarlo ir.
Cuando Seth llegó al aeropuerto, se encontró con Simone en la sala de espera del vuelo. Estaba distraída, mirando sus uñas y jugando con sus dedos, tenía la usual ropa que utilizaba para ir a la oficina, sin faltar su collar con la gema rubí, ni tampoco su cabello totalmente recogido, o su labial vinotinto. El hombre caminó hasta ella y se sentó a su lado.
—Buen día —dijo, mirándola por unos segundos y luego al frente.
—Ha llegado tarde, vaya novedad —respondió con su usual sarcasmo, lo que puso una sonrisa en el rostro de Seth.
—Le daría una excusa, O’Connors, pero sabemos realmente que a usted no le importaría —arqueó una ceja y se acomodó la corbata, sentándose recto en la silla.
Hubo un momento de silencio en el que Simone sólo jugó con sus dedos. Luego, levantó la cabeza y miró a Seth.
—No esta vez —dijo—. Puede decirme su excusa, Cook.
Seth giró la cabeza para mirarla también, los ojos de ambos se conectaron y el hombre se acomodó las gafas, entrecerró los párpados y frunció el ceño.
—No —murmuró, relamiéndose los labios—. Esto es por el interrogatorio de Philip Palmer. Usted me ha tomado lástima… —volvió a entrecerrar los párpados, el rostro de Simone podría ser el mismo siempre, pero Seth pudo notar en sus ojos que lo que había dicho era cierto en lo que ella pensaba—. No voy a permitir eso. No estoy aquí para que sientan lástima por mí.
—Perdóneme, Cook —respondió luego de vacilar con sus labios por cortos segundos—. De verdad.
Seth desvió la mirada luego de recorrer el rostro de Simone rápidamente, puso sus ojos al frente, observando todo y a la vez nada, gente pasando de un lado a otro, maletas por doquier.
—Mi hija… no quería que me fuera sin ella —finalmente habló, después de un largo y nuevo silencio. Simone le miró de reojo.
—No tenía idea que era padre —murmuró, por el tono de voz, Seth reconoció que ella estaba sorprendida—. ¿Desde hace cuánto está casado?
—No estoy casado —le respondió, sonriendo y volvió a mirarla.
—Entonces… ¿es padre soltero?
—Es una larga historia —dijo y el aviso para abordar se escuchó, Seth se levantó y seguido de él, lo hizo Simone—. Si lo desea, podría contársela algún día.
Simone asintió y el hombre de ojos azules notó que amagó una sonrisa.
—Por supuesto —dijo.
Hubo un nuevo momento entre ambos donde no despegaron sus ojos de sus rostros, recorriéndolos como si estuviesen buscando algo escondido entre ellos. El nuevo aviso de abordaje se escuchó y Simone carraspeó la garganta, apartando la conexión entre ambos.
—Es hora de irnos, Cook —mencionó con su usual voz seria.
—Sí —Seth asintió, poniendo sus manos en los bolsillos—. Es hora.
Ambos agentes subieron al avión y se sentaron en sus respectivos lugares. Simone se adelantó a la ventana y por alguna razón, Seth lo agradeció. Su fobia no era algo que superaba en pocos días. Cuando el avión despegó, Seth miró el reloj, el vuelo tenía una duración de dos horas y ellos necesitaban moverse rápido para poder descubrir qué era lo que Misha Nekrásov se traía entre manos y detenerlo. Los primeros cuarenta minutos del vuelo, Simone durmió y como Seth no se sentía cansado, le pidió a una de las azafatas un sándwich de queso y café, muy cargado. Mientras desayunaba, el hombre aprovechaba a mirar de vez en cuando a la pelirroja a su lado, aunque pareciera un poco cliché, sí, su rostro cambiaba completamente mientras descansaba, se suavizaba y no era tan rígido como usualmente, incluso parecía hasta que sonreía.
Luego de media hora, Seth fue el próximo en dormirse. Ninguno de los dos habló mucho durante el vuelo, sólo unas cuantas cosas acerca del caso y teorías de lo que Misha tenía planeado hacer en las pocas horas que quedaban. Al llegar a Charleston, rentaron un auto y Seth condujo junto a Simone hacia las coordenadas que habían recibido con la ubicación de Misha.