Seth Cook: La Historia Jamás Contada

45: La cita de Cassandra.

2012.

Todos los días era casi la misma rutina: trabajaba, tomaba más de tres tazas de café en la mañana, buscaba a Cassandra a la escuela, almorzaba, volvía a trabajar, tomaba —de nuevo— más de tres tazas de café en la noche y, finalmente, iba a la cama e intentaba dormir. Cosa que normalmente no funcionaba.

Si se pudiera comparar a Seth hacía doce años atrás y en ese momento, todos estarían sorprendidos por su cambio. Se le notaba la mayoría del tiempo cansado, con los ojos apagados y su usual mirada triste… ahora sólo estaba más triste. Apenas y mantenía su barba afeitada, había círculos oscuros debajo de sus párpados y su cabello negro, tan negro como era recordado, empezaba a perder el color, dándole un tono gris a medida que pasaba el tiempo. Pero aquello era físicamente… por dentro era peor, todo un desastre.

Lo único que lo mantenía en pie eran sus hijos… y el plan delante de él.

Aquella tarde, Seth había regresado a casa a la hora del almuerzo junto con su hija. Pudo verla tan sonriente, aunque eso era normal en ella, pero específicamente ese día, parecía diferente. Seth la conocía, él la había criado después de todo.

También sabía claramente que esa felicidad tenía una razón y estaba seguro de cuál era. Cassandra no era una joven que ocultaba las cosas, ella les había hablado a Seth e Isabelle sobre la existencia de un chico, que parecía estar atrayéndola. Desde ese momento, era como si la pelirroja estuviese viendo flores y mariposas por todos lados.

Lo único de lo que ni Seth, ni Isabelle tenían la menor idea, era de quién era aquel chico misterioso. Y la única pista que tenían era que sí había resultado ser el que vio en la biblioteca.

—¿Qué tal te fue hoy en la escuela, Cassie? —preguntó Isabelle, tomando un bocado de carne.

Cassandra sonrió y jugó un poco con su comida, rascándose la mejilla.

—Creo que… —se detuvo unos momentos, frunciendo los labios mientras sus ojos bailaban entre sus padres— tengo una cita.

Seth casi que se atragantó con el jugo. Apartó el vaso luego de toser ligeramente, sorprendido, mientras Isabelle no pudo sostener su risa.

—¿Una cita? —preguntó la mujer con una amplia sonrisa—. Eso es genial, Cassie. ¿No te parece genial, Seth? —Isabelle le miró, él reconoció el tono bromista de la pelirroja.

—Depende. ¿Tienes algo de él, cariño? ¿Cabello, uñas, saliva, sangre? —preguntó hacia Cassandra, bromeando. Levantó una ceja y comenzó a cortar un pedazo de su carne—. Siempre puedo hacer un par de pruebas con eso.

Cassandra no respondió.

—Como brujería, por ejemplo —siguió hablando y entonces la risa de su hija inundó el comedor.

—No, papá —respondió la joven llena de pecas entre risas—. No he conseguido nada eso. Pero puedo asegurarte un cien por cierto que no lo necesitarás.

—Suena bien para mí —una pequeña sonrisa se aproximó a los labios de Seth—. Entonces, ¿quién es el afortunado?

—Lo conocerán esta noche —respondió luego de darle un sorbo a su jugo—. Vendrá por mí.

—Entonces haré lo posible por llegar temprano y conocer al chico que te tiene en los aires.

Cassandra rio.

 

 

Cuando llegó la noche y Seth estuvo a punto de acabar su jornada, estaba agotado. Por unos segundos habría caído dormido en su escritorio si no hubiera sido gracias a que llamaron a la puerta. Cuando levantó la cabeza, recordó de inmediato a su hija y el compromiso que había acordado con ella, debía hacer lo posible para llegar rápido antes de que partiera y poder, finalmente, conocer al chico que le había robado el corazón.

A Seth no le molestaba nada, entre más distraída estuviera Cassandra, más tendría el apoyo de alguien más que el de él.

—Cook, ¿tienes un momento? —Edgar Simmons apareció detrás de la puerta. Él trabajaba para Fred, por lo tanto, trabajaba para él y se convertía en uno de los infiltrados en el edificio para cuando llegara el momento de escapar—. Te ves algo cansado —dijo, su rostro no parecía muy agradable mientras lo miraba, los ojos verdes recorriéndole a todo él.

—No, estoy bien. El caso es que no tengo mucho tiempo —Seth le sonrió a su compañero mientras organizaba las cosas en su escritorio—. Debo ir a ver a alguien.



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En el texto hay: doblepersonalidad, secretos, tid

Editado: 04.01.2019

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