Seth Cook: La Historia Jamás Contada

57: El Juicio.

—Así que… hoy es el día, ¿cierto?

Había pasado alrededor de un mes, la espera había sido algo intensa, pero todos supieron cómo manejarla. Angel estaba en su habitación, que en algún tiempo había pertenecido a su padre, Michael la compartía con él. La pregunta había surgido mientras se alistaba para ir al juicio de su papá, era casi irreal que eso estuviera ocurriendo. Angel se había preparado para verlo morir.

—Es hoy.

—Vaya —Michael se sentó en la cama, Angel le dio una mirada desde el espejo, acomodándose la corbata como podía—. Es raro pensarlo. Tu padre… de verdad quería morir.

—Creo que todavía quiere hacerlo —el pelinegro soltó un suspiro y se giró para ver a su hermano—. Y no lo culpo. ¿Qué harías tú si fueras él?

—Sí, entiendo tu punto, Angel.

La puerta se abrió y Cassandra apareció detrás de esta. Tenía un vestido acampanado color azul oscuro, el cual combinaba con el traje que llevaba Angel. Su cabello rojo estaba recogido en un moño muy elegante, como un tomate, sus ojos y las pecas por todo su rostro se resaltaban.

—Llegó la hora —dijo.

—Te ves muy bien.

Cassandra examinó el traje de su hermano con cautela.

—Mamá tenía razón —le sonrió con suavidad a Angel y se acercó a él para acomodarle la corbata, al parecer la tenía torcida—. El azul nos queda bien a ambos.

—Suerte en el juicio, Cass —dijo Michael desde su cama, dejando su celular a un lado—. La necesitarás. Ambos lo harán.

Angel y Cassandra se miraron al mismo tiempo y por alguna razón comprendieron las sonrisas que ambos se dieron. Con unas cuantas carcajadas, corrieron hacia Michael y se lanzaron sobre él para molestarlo, hacerle cosquillas y despeinarlo.

—¡Oh, ustedes son malvados! —exclamó el castaño.

Pero se dejó molestar, lo único que necesitaban en ese momento era una buena dosis de risas antes de enfrentarse a la tensión del juicio de su padre.

 

 

El sol alumbraba su habitación en el instituto de Kladow, era tenue y hacia ver todo de un tono anaranjado. Estaba sentado en la cama de Sven, a su lado. El rubio le había estado hablando de cómo imaginaba su vida si su accidente no hubiera ocurrido nunca. «¡Correría todos los días! ¡Junto a ti! Es bueno imaginarlo. Serías una buena compañía teniendo o no piernas, de todas maneras». Angel le escuchaba atentamente, como todas las historias que Sven siempre le contaba.

—¿Y qué tal tú? —preguntó de pronto, mirándolo fijamente. Sus ojos grises se abrieron a la espera de la respuesta, sus pupilas se agrandaron.

—¿Yo?

—Sí. ¿Nunca has imaginado tu vida si te hubieras quedado con tu padre y tu gemela? —había una pizca de esperanza en su voz—. O… no lo sé… si no tuvieras que… ya sabes —aclaró su garganta y bajó la mirada, avergonzado— hacer todo esto.

Angel sonrió de lado.

—No te avergüences de preguntarme este tema —le despeinó completamente, Sven soltó un quejido, no le gustaba que su cabello estuviera desordenado y a Angel le encantaba molestarlo—. Sabes que te lo confío todo a ti.

—Bueno, ¿me vas a decir?

Angel se lo quedó mirando por un tiempo y notó que Sven se sonrojó. El pelinegro rio y de pronto él también estuvo con las mejillas rojas.

—Eh… no lo sé. Siempre que pienso en mi padre, la imagen de la arena caliente en mis pies, el sonido de las olas y muchas risas, llega a mi mente. Siento mucha calma, ¿sabes? —comenzó a mirar hacia la ventana de la habitación, el sol se reflejaba en su rostro, iluminaba sus mechones negros y sus azules ojos—. Veo a Cassandra armar un castillo de arena con Matt Alexander. Veo a Michael charlando con mi madre mientras comen paletas. Y veo a mi padre… muy lejos… en el mar, él está saludándome. Él está sonriendo. Él se ve feliz —tragó en seco cuando sintió un leve quemón en la garganta—. Sus ojos brillan. Son tan azules como el cielo. Su sonrisa es tan… —Angel comenzó a llorar sin poder evitarlo, Sven instintivamente le tomó una mano y la apretó un poquito— luce tan contento. Lo veo riéndose, su risa es fuerte, puedo escucharla desde donde estoy parado… todos ríen porque él lo hace. Todos son felices porque él lo es… yo…



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En el texto hay: doblepersonalidad, secretos, tid

Editado: 04.01.2019

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