Si no tuviera miedo

Capítulo 13

Alizah

Esa misma tarde, me reuní con él en el consultorio con la excusa de mi revisión de embarazo. Tendríamos que hacerla tarde o temprano, pero lo más importante era hablar.

—Estás en todo tu derecho de decírselo a Gael si así lo deseas —comencé—, pero te pido que me escuches primero.

—¿Por qué nos mentiste a todos? —reprochó, pero luego pareció arrepentirse y negó con la cabeza—. No, mejor dicho, ¿por qué incurrir en ese delito?

—Porque quería desaparecer, porque quería que Gael se liberara de mi recuerdo.

—¿Y no te pusiste a considerar las consecuencias? Alizah, Gael casi se muere. Estaba tan mal que ese mismo día…

—¿Ese mismo día qué? —pregunté angustiada, aferrándome a los apoyabrazos de la silla—. Él está bien, sigue casado. Me lo he topado alguna que otra vez en redes sociales y…

—Ese día lo atropellaron. Creyó haberte visto y fue detrás de ti —soltó, haciéndome ahogar un grito—. Para ese entonces ya no éramos amigos, y seguimos sin serlo, pero me mantuve al tanto y le doné sangre.

—Dios mío, no, no puede ser. ¿Y tuvo alguna…?

—Se volvió alguien insoportable, pero físicamente se recuperó.

Me llevé una mano al pecho, que me dolía un poco por aquella repentina angustia. A pesar de todo, nunca pude odiarlo.

—Sigue casado, ¿cierto? —murmuré—. No estoy equivocada, ¿o sí?

—Sí, sigue casado. De hecho, se está considerando una fusión entre su compañía y la de su suegro. Todo va viento en popa.

—Bien, eso significa que debe estar estupendo.

—Pero, Alizah…

—Walter, por favor, no se lo digas —supliqué—. Me cuesta mucho trabajo pedírtelo, pero necesito que hagas como si nunca me hubieras visto.

—No puedo hacer de cuenta que no te encontré. Sabes lo importante que eres para mí —gruñó—. ¿Por qué no me lo dijiste? Te habría ayudado o...

—No, te dije que no quería involucrarte —lo interrumpí—. Y sigo sin arrepentirme, pero como ahora me has encontrado, te prometo que te contaré todo y te daré todas las explicaciones que necesites, siempre y cuando no se lo cuentes a Gael.

—Pero…

—Me metería en un problema legal enorme, y mi hijo…

—¿Ese hijo es de…?

—Sí, es de Gael —asentí—. Pero no me fui de aquí sabiendo que estaba embarazada. Lo descubrí cuando me enteré de que nunca estuve enferma. Y sí, sé que Gael supo que yo no estaba enferma, pero…

—¿Así que le has hecho creer todo este tiempo que dejaste de existir por culpa de la situación? ¿No pensaste en el dolor que le causarías?

—Sí, pero él no se detuvo a creer en mí. Me abandonó y se casó con Kendra —repliqué—. No me puedes juzgar, Walter. Hice lo que tenía que hacer, y eso era desaparecer de su vida.

Walter me observaba anonadado, y por un momento temí que llamara a Gael para contárselo todo. Sin embargo, asintió lentamente y respiró profundo para calmarse.

—No se lo diré, ya no tiene caso —prometió—. Además, todavía no puedo olvidarte.

No respondí. Me lo esperaba, pero era difícil contestar.

—No, no te pido que me correspondas, solo que no rechaces mis sentimientos otra vez.

—Te aseguro que no lo haré —solté un suspiro—. Eres libre de querer a quien quieras, incluso si esa persona es tan problemática como yo.

—¿Es verdad que estás embarazada? Leí el expediente.

—Sí, y la verdad es que no sé quién es el padre. Fui a Metrosur hace…

—Espera, ¿qué? —frunció el ceño—. ¿Fue ahí donde tuviste algo con ese hombre?

—Sí —asentí lentamente—. ¿Por qué?

—Porque Gael también estuvo ahí hace algunas semanas. Por lo que sé, se reunió con un inversionista.

—No, no era Gael —dije horrorizada ante esa posibilidad—. No, fui a una fiesta de despedida de soltera. No…

—Tranquila, seguro que fue una coincidencia.

—¿Y cómo es que sabes tanto sobre la vida de Gael si no son amigos? —pregunté, extrañada.

—Nos hemos encontrado en reuniones y mantenemos una relación cordial —respondió tranquilamente—. Nuestras familias siguen siendo unidas, aunque él y yo ya no lo seamos.

—Comprendo.

Las posibilidades de haber visto a Gael esa noche eran ínfimas, pero por alguna razón no podía quitarme esos pensamientos de encima. ¿Realmente mi memoria podía fallar tanto como para no haber reconocido ninguna parte de aquel cuerpo ni de aquel aroma tan adictivo?

—Tenemos que centrarnos ahora en los cuidados prenatales. Te derivaré a obstetricia, ¿sí? —dijo Walter, sacándome de mis pensamientos.

—¿No crees que soy una mala mujer? —le pregunté, preocupada—. Digo, a fin de cuentas, estuve…

—¿Por qué pensaría mal de ti, Alizah? Eres una mujer libre y tenías derecho a rehacer tu vida. Que pases por esto no significa que pierdas tu valor. No te juzgaré ni como médico ni como amigo. Porque me dejarás seguir siendo tu amigo, ¿no?




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.