Tennessee Whiskey

Para: Priscila ✨
Advertencias: AU - relación tóxica - prostitución - adicciones - HappyEnding (sí, pese a todo, final Feliz. ❤️)

N/A: No, yo tampoco entiendo cómo es que siguen pidiendo estás cosas, pero bueno... ¡allá vamos!

Canción base: Chris Staplrton - Tennessee Whiskey.

 

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¿Lector, conoces esa sensación de mareo tan intenso que ni siquiera notas que estás mareado? ¿La experimentaste? Porque de verdad solo de esa forma podrías entender cómo es que Tony se siente en este momento.

Su cuerpo choca una y otra vez contra las nada estrechas paredes del largo pasillo que lo lleva al ala de la cocina. Su cuerpo se mueve en un zigzag que él no percibe, pero que para cualquiera que lo estuviera viendo sería sumamente divertido. Pero nadie lo ve.

La "fiesta" está en su auge. Todos los cuartos de la amplia mansión en la que vive están llenos de gente follando, drogándose o quién sabe haciendo qué. Él debería estar en alguno de esos cuartos, tendido sobre sus costosas sábanas disfrutando de más manos de las que puede registrar tocando su cuerpo y haciéndolo explotar de placer. Bocas recorriendo cada recoveco de su cuerpo, cuerpos sobre el suyo, bajo el suyo, dentro del suyo... pero no le apetece.

Esa noche, quizá debido a la mala mezcla de sustancias, a Tony solo le apetece seguir y seguir tomando. Su maldita y aburrida vida no lo llena y tener sexo por tenerlo está empezando a resultar aburrido. ¿Cuándo fue la última vez que se enfrentó a un reto? ¿Cuándo fue la última vez que una presa se le escapó? No estaba seguro de que alguna vez alguna de sus conquistas se le fuera como arena entre los dedos, pero la sensación de vértigo sobre si conseguiría llevar a la cama esa noche o la siguiente ya no existía en su día a día.

El olor a mota le había anestesiado la excitación y pese a que al chico lindo, rubio, con ojos azules y arrogantes se la había estado chupando como el profesional que era, mientras su mejor amigo se lo cogía a pelo y sin un ápice de piedad, jamás consiguió una erección completa. Rhodes se hartó de ver qué Tony no se venía y sujetó el cuello de su presa haciendo que se vuelva y lo bese mientras él se escurría lejos de esa escena que ya no le producía ni morbo.

A las once, cuando todos sus invitados y él ya estaban bien entonados llegaron los acompañantes. Tony siempre elegía el mismo grupo por cuestiones prácticas, sanitarias y libidinosas. Kenner era un acompañante de élite, con un variopinto grupo de amigos. Chicos y chicas jóvenes, firmes y experimentados. También traían consigo la droga que iban a consumir y sin dudas Tony agradece no tener que ir por ahí consiguiendo jeringuillas y tiras de presión que no planeaba usar.

Detestaba todo lo que estuviera relacionado con mantener los vicios de un grupo de prostitutos, pero, por el de Harley Tony hacía excepciones. Les mandaba una limo cargada con alcohol y unas cuantas pastillas en la hielera. Le gustaba que siempre llegarán arriba y con poca ropa. También detestaba tener que esperar por desvestirlos. Con ese tipo de chicos el tiempo era dinero y Tony pagaba una fortuna por tener diez de ellos limpios y dispuestos.

—¡Vamos, muevete!

Tony parpadea y mira la puerta dando un respingo. No se había percatado de lo cerca que estaba de ella.

—¡Dije que te muevas!

El estruendo de algo cayendo al piso y volviéndose añicos le arranca un quejido molesto. La limpieza cobra más caro cuando hay que ir por la mansión recogiendo tiradero de vidrios y sustancias dudosas.

—¡N-no queiro!

—Pues no se te paga por no querer.

Tony inclina la cabeza y murmura por lo bajo. El latido constante en sus oídos aumenta cuando una correntada de furia lo recorre. Wilson. Mierda, de entre todos... como odiaba al hijo de puta. Si por él fuera, esa noche no lo hubiera invitado. En ese preciso momento no recordaba exactamente por qué dejó que Rhodes lo invitara.

—¡A mí no me pagaron nada!

Dudando sobre si esa era una pelea que le interesará o no, Tony retrocede. Él pagó. Por adelantado y en efectivo. Billete a billete. Si Harley andaba haciendose el idiota, no era cosa suya.

Evalúa sus opciones. En la cocina estaba el delicioso whisky que había escondido de sus socios. Ellos jamás iban a saber valorar esa muestra líquida de ambrosía. La idea era cogerla y encerrarse en su estudio. No tenía intenciones de ponerse a trabajar, simplemente quería pasar el rato sin más e intentar fingir que su vida llena de extravagancias y vicios no lo tenía parcialmente muerto de aburrimiento.

¿Podría hacerlo sin el whisky? En su despacho algo tomable debía haber. Siempre había algo tomable en cada parte de su casa. Tener cincuenta cuartos era una especie de excusa para tener la mejor y más afamada bodega de licores del mundo. Si alguien sacaba uno que valía la pena, Tony pagaba millones por él.

Tenía sentido, Tony era el mayor exportador y productor de vinos y whiskys. Sus viñedos eran los más reconocidos del jodido planeta. Tenía miles y miles de hectáreas con plantación y plantíos de diferentes tipos de cebada, sus destiladoras ganaban los mejores premios cada año y así podría estar todo el día. El mejor resumen que podía darse era que a la fecha, no había un solo país vitícola en el mundo en el que él no tuviera un éxito abrumador y no había un solo bar que se respetara que no tuviera la línea completa de sus whiskies.

Un recuerdo perdido le llega a la mente y piensa en cierta botella escondida en la caba de su cuarto. Tiene tiempo sin recurrir a sus expendios personales, bien podía retroceder, subir por las escaleras, perderse tras las puertas de su dormitorio y fingir que el mundo no era un mero dibujo de lo que fue.

Con más claridad en la mente, que en este caso claridad era una palabra bastante incompetente para explicar su estado, Tony está por girar y huir. Harley arreglará su mierda con el idiota al que cagó y Tony no tiene que pensar en ese asqueroso socio suyo que está a dos minutos se joderse a un crío contra su voluntad. Es bastante lamentable de su parte, pero la idea de salir a defender el honor de un prostituto no lo seduce.