Sombra de Guerra

Capítulo 8

El amanecer trajo consigo una fría brisa que agitaba las lonas del campamento improvisado. Los hombres se movían en silencio, sus miradas esquivas, evitando cruzar palabras innecesarias. La traición y la duda habían dejado una huella que ni el tiempo ni el deber podían borrar tan fácilmente.

Petrov, con los ojos inyectados en sangre tras una noche sin dormir, se encontraba inclinado sobre el mapa de la región. Sabía que no podían permitirse quedarse mucho más tiempo en ese lugar; el enemigo ya los había encontrado una vez, y era cuestión de tiempo antes de que lo hicieran de nuevo. Necesitaban moverse, pero la tensión interna lo mantenía cauteloso. Un movimiento en falso podría ser su fin.

Sergei se le acercó en silencio, su rostro serio y su postura rígida. —Tenemos que tomar una decisión pronto, Petrov. Si seguimos aquí, nos arriesgamos a otro ataque. Los hombres están perdiendo la confianza.

Petrov asintió, sin apartar la vista del mapa. Sabía que Sergei tenía razón. La moral estaba en su punto más bajo y la incertidumbre era un veneno lento que estaba matando a su equipo desde adentro. Pero no podía ignorar las incógnitas que aún flotaban en su mente.

—Prepararemos el equipo para movernos al anochecer —dijo finalmente, tomando una decisión. —Nos dirigiremos hacia el norte, donde hay más cobertura. Pero antes de eso… quiero que todos estén preparados para una nueva inspección. No podemos permitir que nada más nos sorprenda.

Sergei frunció el ceño, pero no discutió. —Lo haré. Pero ten cuidado, Petrov. Si sigues dudando, podrías perder el control de la situación.

Las palabras de Sergei resonaron en su mente mientras se preparaba para lo que vendría. Sabía que la confianza de su equipo pendía de un hilo, y la situación con Alexei y Dmitri no ayudaba. La verdad seguía siendo un misterio, pero las circunstancias los empujaban a seguir adelante, incluso sin respuestas.

Mientras los operativos comenzaban a empacar el campamento, Petrov se dirigió hacia la tienda donde tenían a Alexei encerrado. Lo encontró sentado en un rincón, encogido sobre sí mismo, con los ojos hundidos por la fatiga y el miedo. A pesar de todo, había algo en la mirada de Alexei que hacía que Petrov dudara de su culpabilidad. ¿Podría haber cometido un error?

—Alexei —comenzó Petrov, manteniendo su voz firme pero calmada. —Nos vamos a mover esta noche. Necesito que me digas la verdad. Si hay algo que no me has contado, ahora es el momento.

Alexei levantó la vista lentamente, su voz apenas un susurro. —Petrov… ya te lo dije todo. No soy yo. Alguien me está haciendo esto. Solo quiero salir de aquí con vida.

Petrov lo observó por un largo momento, sopesando sus palabras. Sabía que el miedo podía convertir a cualquiera en un mentiroso, pero también podía ser la última chispa de verdad que quedaba en alguien. Sin decir más, se dio la vuelta y salió de la tienda. El tiempo diría si había tomado la decisión correcta.

Con el sol comenzando a ocultarse en el horizonte, el equipo estaba listo para moverse. El convoy de vehículos avanzaba lentamente hacia el norte, sus luces apagadas para evitar ser detectados. Cada kilómetro que recorrían los alejaba más del peligro inmediato, pero la tensión entre los hombres seguía siendo palpable.

A mitad del recorrido, una súbita explosión sacudió el convoy, lanzando al primer vehículo fuera de la carretera. El caos estalló de inmediato, con disparos provenientes de la densa vegetación a su alrededor. Habían caído en una emboscada.

Petrov maldijo en silencio mientras se lanzaba al suelo, sacando su arma. —¡Cobertura! ¡Formen un perímetro defensivo —gritó, intentando retomar el control de la situación!

Los operativos respondieron con rapidez, disparando hacia las sombras que ocultaban al enemigo. Pero los atacantes eran numerosos, y parecía que conocían sus movimientos con precisión. Petrov, mientras disparaba a ciegas hacia los atacantes, no pudo evitar que una terrible sospecha lo invadiera.

Alguien dentro del equipo les había informado.

La batalla se prolongó durante lo que parecieron horas, pero finalmente lograron repeler el ataque. Sin embargo, las bajas fueron significativas, y el equipo estaba al borde del colapso. Petrov, con el rostro cubierto de sudor y polvo, observó a su alrededor. Sabía que la situación había alcanzado un punto de quiebre.

—Sergei —llamó Petrov, con la voz ronca. —Tenemos que descubrir quién está detrás de esto, y rápido. No sobreviviremos otro ataque como este.

Sergei asintió, su expresión sombría. —Lo sé. Y tengo una idea de cómo hacerlo. Pero será arriesgado.

Petrov lo miró, esperando a que continuara.

—Vamos a usar la información en contra del traidor. Les daremos datos falsos y veremos quién muerde el anzuelo. Si estamos en lo correcto, lo atraparemos antes de que pueda causar más daño.

Petrov consideró el plan durante un momento antes de asentir. —Hagámoslo. No tenemos más opciones.

Esa noche, mientras el equipo descansaba, Petrov y Sergei comenzaron a preparar su trampa. La caza del traidor había comenzado.



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En el texto hay: soldados, supervivencia, venganza

Editado: 10.02.2025

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