El campamento se encontraba en completo movimiento. Los hombres empacaban municiones, revisaban sus armas y murmuraban entre sí, aún asimilando las revelaciones de Petrov. Aunque la mayoría no lo decía en voz alta, la confesión había dejado una grieta en la confianza del grupo. Algunos miraban con recelo, otros con cautela, pero ninguno se atrevía a desafiarlo directamente.
Petrov lo sabía. Lo sentía en el aire. Pero no tenia tiempo para lidiar con la fragilidad de la moral de sus hombres. Lo que importaba ahora era moverse antes de que el enemigo hiciera su siguiente jugada.
Sergei se acercó a él mientras terminaba de ajustar su chaleco táctico. —Los hombres están listos, pero puedo notar la tensión en ellos. Algunos aún no están convencidos de que esta misión sea una buena idea.
Petrov continuó cargando su rifle, sin siquiera mirarlo. —No es su trabajo convencerse, Sergei. Es su trabajo seguir órdenes.
Sergei soltó una leve risa irónica. —Lo sé. Pero sabes tan bien como yo que un soldado que duda es un soldado muerto.
Petrov finalmente lo miró. —No tengo tiempo para preocuparte por los que dudan. Si tienen miedo, que lo usen para mantenerse vivos. Si desconfían en mí, que lo hagan después de que salgamos de esto con vida.
Sergei asintió lentamente. Conocía a Petrov lo suficiente como para saber que no se trataba de arrogancia, sino de pura supervivencia. No había espacio para la debilidad en su forma de liderar.
El grupo avanzaba en formación cerrada, deslizándose entre los árboles con pasos calculados. Petrov iba al frente, como siempre. La niebla dificultaba la visibilidad, pero eso jugaba a su favor; si ellos no podían ver, tampoco el enemigo.
El punto que buscaban estaba a menos de un kilómetro, se trataba de un puesto de vigilancia enemiga, una pequeña base de comunicaciones que probablemente servía como enlace para coordinar los ataques recientes. Si lograban interceptar las trasmisiones y anticiparse a los movimientos de sus adversarios.
Petrov levantó el puño, señalando una pausa. Todos se detuvieron en silencio. A unos metros adelante, a través de la densa vegetación, se vislumbraba la estructura.
Un pequeño edificio de concreto, con dos torres de radio y un perímetro cercano. Había al menos cuatro guardias visibles, pero Petrov sabía que habría más dentro.
Se giró hacía Sergei y Alexei, quien aún estaba bajo vigilancia constante.
—Tenemos dos opciones —dijo en voz baja. —Podemos entrar sigilosamente y eliminar a los guardias antes de que suenen la alarma, o podemos atacar rápido y con fuerza antes de que refuercen la posición.
Sergei observó la estructura, evaluando los riesgos. —Si hacemos demasiado ruido, pueden pedir refuerzos. Y si es un punto de vigilancia importante, los refuerzos no tardarán en llegar.
Petrov asintió. —Entonces entraremos en silencio. Tomaremos la base y eliminaremos a todos sin que les dé tiempo de reaccionar.
Los hombres intercambiaron miradas. Alexei, quien había estado callado durante todo el camino, finalmente habló.
—Déjenme entrar primero.
Todos lo miraron con incredulidad.
—¿Quieres que confiemos en ti justo después de lo que ha pasado? —espetó Sergei.
Alexei respiró hondo. —Si de verdad creen que soy un traidor, esta es mi oportunidad de probar lo contrario. Puedo acercarme sin que sospechen y darles una distracción mientras ustedes entran.
Petrov lo estudió en silencio. Su expresión no mostraba ni rastro de emoción. Era difícil saber si lo decía era por redención o por conveniencia.
Finalmente habló. —Si intentas algo, te matare antes de que puedas decir una palabra.
Alexei asintió sin vacilar.
Alexei se acercó al puesto de vigilancia, con pasos calculados y la respiración controlada. Los guardias lo vieron aproximarse y uno de ellos levantó su rifle, pero antes de que pudiera reaccionar, Alexei levantó las manos.
—¡Alto! Tengo información importante para el comandante.
Los guardias intercambiaron miradas antes de bajar parcialmente sus armas. Justo lo que Petrov esperaba.
Desde las sombras, el equipo avanzó con precisión. Petrov y Sergei se movieron en sincronía, eliminando a los dos guardias más alejados con silenciadores. Los cuerpos cayeron sin hacer ruido.
Alexei continuaba hablando con los guardias que quedaban. —Me enviaron para informar sobre el convoy enemigo. Necesito verlo cuando antes.
Uno de los guardias frunció el ceño. —No se nos ha informado de refuerzos, ¿Cuál es tu código de acceso?
Alexei tenso su mandíbula. Su engaño no iba a durar mucho más.
Justo cuando el guardia levanto su radio para verificar su identidad, Petrov salió de las sombras y le cortó la garganta con un movimiento rápido. Antes de que el segundo guardia pudiera reaccionar, Sergei le disparo en la cabeza.
—Muévanse —ordenó Petrov en voz baja.
El quipo entró en la estructura. El interior era más pequeño de lo que parecía por fuera, con un solo pasillo que lo llevaba a la sala principal de comunicaciones.
—Elimina las transmisiones, copia todo lo que puedas y destruye el equipo cuando terminemos —ordenó Petrov a uno de los técnicos del grupo.
El equipo trabajó rápido, recopilando los datos antes de poner explosivos en los servidores. Mientras esperaban, Alexei miró a Petrov
—¿Me crees ahora?
Petrov no respondió de inmediato. En su mundo, la confianza no se daba fácilmente. Finalmente, dijo en voz baja. —Todavía no.
El equipo salió de la base y se sumergieron en el bosque antes de detonar los explosivos.
Desde la distancia, vieron cómo el edificio se desplomaba en llamas. Con suerte, eso retrasaría los refuerzos… pero Petrov sabía que esta guerra estaba lejos de terminar.
Ahora tenía datos. Ahora tenían información.
Y eso significaba que la verdadera caza apenas comenzaba.