Para ser sincero, estaba seguro de que aquel engendro iba a saltar de su silla y abalanzarse sobre mí, escupiendo saliva en todas direcciones. Me estaba preparando para que me echara de la oficina por los pelos. Pero le subestimé. Chernov frunció los labios en una sonrisa, me miró de arriba abajo y luego, mirándome a los ojos, dijo:
- No veo por qué derrochar en ninguno. Ha venido a verme directamente desde la pista, ¿verdad? Que así sea, estoy dispuesto a comprobar lo que has aprendido allí. Veo que sabes usar la lengua. Así que no seas tímido, ¡muéstrame todos tus talentos!
- O si no, - volví a inflar desafiante el chicle y lo reventé con tal fuerza que su joven novia saltó en el acto.
Chernov me taladró con su mirada asesina. Supongo que... Me parece que, a su entender, ya debería haber apagado tímidamente mi mirada. Convertirme en una oveja avergonzada, murmurar algo torpe y salir volando del despacho como una bala. Después de todo, al hombre claramente no le importaban mis sentimientos, acabando de llamarme baratija.
- Lo pondré aquí mismo, sobre esta mesa, a ver si has practicado bien con los camioneros: "baratija" es la única palabra que tengo para describir a este imbécil. ¿Y tengo que vivir con este canalla durante tres años? ¿Para estropear mi psique y mi sistema nervioso? Después de todo, el maleducado insinúa claramente que no le importa utilizarme como alfombra para limpiar sus grandes zapatos.
- Oh, ¿por qué te equiparas a los hombres de verdad? Estás tan lejos de ellos..., - le dirijo una mirada desdeñosa, - como la luna a cuatro patas.
Sus ojos se oscurecieron tras mis palabras. El amarillo empezó a jugar en su cara. El tonto estaba enfadado, no le gustaba. Así que, Chernov Glib... ¿cómo te llamas? ¡Qué pena que me importe un bledo! En cualquier caso, ¡no soy rival para ti!
- Vete de aquí! - Sólo que esta vez las palabras no iban dirigidas a mí, sino a la vieja... la dona, que seguía sentada en la mesa.
- Bunny...
¿Bunny? ¿De verdad? Ni siquiera intenté contenerme. Me reí tan fuerte que la joven, recogiendo sus donuts, saltó de la mesa y, sorbiéndome los mocos, salió corriendo del despacho.
- Estoy esperando, - Chernov señaló significativamente la mesa donde acababa de sentarse su mujer de virtud fácil y... hasta tosí cuando me di cuenta de que en realidad estaba esperando a que yo fuera a sentarme allí, justo delante de él, en la mesa.
- ¡Buena suerte con tu espera! Pero no envejezcas más, - me encogí de hombros y caminé lentamente hacia el sofá de la otra esquina del despacho y me senté en él, poniendo la pierna sobre la suya.
Glib deslizó su mirada oscurecida por mis piernas desnudas. Bueno, sí, llevaba una falda corta. Y no porque me guste que la gente me mire las piernas, sino porque el chófer llegó justo cuando estaba en clase en mi pensión. Y como había estropeado un poco mi uniforme normal, me dieron el que tenía. Y era dos tallas más pequeño. Y ahora la blusa se me rompía por las costuras del pecho, y la falda me tapaba el culo por la mitad.
Y, por lo visto, al diablo de la silla de enfrente no le gustaban nada mis piernas. Decidí asegurarme de mis conjeturas y, lentamente, como una dama de película, realicé el mismo truco. Lancé una pierna sobre la otra y casi maldije cuando Chernov, saltando bruscamente de su silla, se dirigió en mi dirección.
- Ehhh... mantén la compostura... y guárdate todo lo demás en los pantalones, por favor...
Mis ojos se volvieron del tamaño de bolas de billar cuando vi que el hombre empezaba a desabrocharse el cinturón del pantalón. Todo era divertido, pero hasta cierto punto. Ahora no era momento de bromas.
- Eché la que debía aliviar mi tensión antes de una reunión importante. Desde luego estás muy lejos de lo que me gusta, - y en este punto me dirigió una mirada que me hizo sentir un malentendido, - ¡pero tendré que conformarme con lo que tengo!
- Yo no...
- ¡Cállate! Ya puedes usar bien la boca. De todas formas sólo salen sandeces de ella.
Estoy estupefacto por lo que está pasando... Porque Chernov, habiendo terminado ya con su cinturón, estaba empezando a desabrocharse la bragueta. Lo único que pude hacer fue apretar los labios y dejar de hablar. Por lo visto, estaba realmente decidido a utilizar mi boca para algo distinto de su finalidad prevista...
La situación no mejoraba. Mis ojos se agrandaron cuando empecé a darme cuenta de que se habían acabado las bromas. Parecía que este loco realmente había decidido darme una lección.
Mientras Chernov seguía desnudándose, me di cuenta de que estaba a punto de conocer a mi guardián mucho más íntimamente de lo que había planeado en un principio. Pero nada de esto formaba parte de mis planes. No me importaba que él no estuviera satisfecho con otra persona allí. ¿Quería revolcarse con una mujer aquí? ¡Entonces no debería haber montado un escándalo y haberme arrastrado hasta aquí! ¿Qué culpa tengo yo? Decidió mostrar su carácter, yo respondí a la llamada. ¿Por qué toda esta fiesta de repente se descarriló?
- Deja tu minino en el agujero, - ¡qué grosería! Siempre digo algo primero, y sólo después me pongo a pensar. ¿Realmente necesitaba abrir la boca? Después de todo, el hombre no es muy adecuado de todos modos.
Decidí no esperar a la reacción del hombre y me arriesgué a una rápida explosión desde el sofá para escabullirme y salvarme de este pseudo -striptease.
- Regla número uno, - me gruñó Chernov prácticamente al oído, e inmediatamente chillé cuando sus dedos se aferraron a mi codo, - por cada grosería en mi dirección, ¡te educaré! ¡Un maleducado no tiene cabida en mi casa!
Un fuerte tirón y me empuja contra la mesa. Salgo volando hacia ella a toda velocidad y me golpeo dolorosamente el estómago. Pero no es nada comparado con lo que me doy cuenta: viene hacia mí, se me acerca. Ya no me río. Me doy cuenta de que este hombre es un completo psicópata. Y un desequilibrado.