¿Cómo de grande es este paleto, y cómo puedo luchar contra él? Todos mis débiles intentos por alcanzarlo y al menos abofetearlo fueron infructuosos.
No sé con qué fuerza me golpeé la cabeza contra la pared, ni qué me sacudió el cráneo, pero fue entonces cuando me fijé en sus ojos. Eran tan grises y penetrantes que me quedé helado por un segundo. Nunca había visto unos ojos así en mi vida. Eran del color del cielo justo antes de una tormenta. El huracán está a punto de empezar, la lluvia cae a cántaros, los relámpagos ya empiezan a brillar, pero no tan claramente como para que puedas verlos. Vi todo esto en sus ojos. Tan espinosos, furiosos, fríos...
Este hombre era como un desastre natural. Estás a punto de ser golpeado, y aún no te das cuenta. Así que yo... no lo entendía. Se cernía sobre mí, respirando amenazadoramente en mi cara y diciendo algo. Y, a juzgar por su sonrisa insolente, me estaba diciendo cosas desagradables. Pero era como si estuviera atascado. Se apagó durante un par de minutos y me quedé inmóvil. Me quedé clavado en su mirada. Y a mi alrededor sólo sonaba el silencio...
Cuando volví en mí, me di cuenta de que algo iba mal. Algo... Su cara estaba tan cerca de la mía, y sus labios prácticamente rozaban los míos, incluso sentí lo electrizado que estaba el aire a nuestro alrededor. Su cercanía hizo que mi corazón latiera más despacio. Y cuando avanzó, dejé de respirar por completo. ¿De verdad... quería besarme?
- ¿Me oyes, loca? - Oh, en cuanto cerré los ojos, todo este ridículo cuento de hadas se convirtió en una pesadilla. Por supuesto, el príncipe volvió a convertirse en rana y sus ojos ya no eran tan hermosos. Y su expresión insolente y su tono de voz exigente me molestaron mucho.
¿Por qué demonios me sujeta con la bragueta abierta? ¿Qué clase de paternidad es ésta, señor Chernov?
- Suéltame, cabrón. No puedo respirar! - le escupo a la cara, y no puedo creer que estuviera a punto de darle mi irreal beso a este imbécil.
- ¡Tienes suerte de que llegue tarde a la reunión, pero nuestra conversación aún no ha terminado! - le digo, dando gracias al cielo de que este monstruo se me esté quitando de encima.
- ¡Y súbete la bragueta o asustarás a la gente con tus nalgas! -respondo e inmediatamente empiezo a arrastrarme hacia la puerta. ¡Que se joda este idiota! Es mejor salir y exhalar que volver a ver sus ataques de rabia.
- ¡Te voy a lavar la boca con agua y jabón! Pareces recogido de la calle, ¡no de una pensión para señoras! - Oh, ¿así que esperaba a una señora? ¿En serio? Por alguna razón, no fue precisamente tímido con su lenguaje cuando hablaba con la dama.
- Tengo hambre y sueño. Espero que no haya un segundo episodio de este programa barato.
Maldita sea! Antes de que pudiera siquiera chillar, estaba de nuevo a mi lado, me temblaba la mano en el pomo de la puerta y ni siquiera tuve tiempo de pulsarlo para salir de este infierno.
- ¡Me esperarás en la recepción! - gruñó y, cubriendo con sus dedos mi mano sobre el picaporte, lo apretó bruscamente con tanta fuerza que me mordí el labio para no maldecir.
- Y entonces, - dijo, mirándome con tal fijeza que tragué saliva sonoramente y pensé que íbamos a continuar donde lo habíamos dejado, - te traerán una maleta. Te cambiarás y te lavarás este... maquillaje. No lo repetiré, ¡no entrarás así en mi casa!
- Así que consígueme una habitación de hotel y déjame vivir sola...
- Vivirás en la calle, ¡no pagaré tu habitación de hotel! - Sonríe de tal manera que vuelvo a sentir miedo, - ¡coge tu maleta y vete a la estación de tren! Quizá encuentres trabajo allí.
- Ya sabes...
- Otra lección, aprende a pensar antes de hablar. Te daré hasta que vuelva, si decides hacer otra jugarreta, ¡te echarán de aquí a la calle!
Me suelta la mano del picaporte y sale del despacho, dando un portazo tan fuerte que salto en el acto. ¡Qué cabrón!