Después de ducharme y pensar una vez más en mi insidioso plan, sólo me quedaba convencerme de que definitivamente lo haría. Que se saque el cinturón del pantalón, que grite y amenace, ¡pero no podrá vestirme con esa triste mierda con la que ha llenado todo el armario!
Me limpio con una toalla y, sacando las cosas que necesitaba de la maleta, empiezo a vestirme. Pantalones cortos, ¿por qué no? Estoy en casa, ¿por qué no? Una camiseta que deja constantemente al descubierto un hombro. El pelo recogido en una coleta alta. Sin maquillaje, al señor no le gusta maquillarse. Vale, haré como que me acuerdo y tomo nota.
Abro la puerta de la habitación y escucho lo que ocurre abajo. Pero, muy a mi pesar, no oigo el ruido de vajillas rotas, gritos y sollozos desgarradores. Ni escándalos. Ni sonidos interesantes. Nada.
Bajo lentamente las escaleras y, al no encontrar a nadie en la habitación, me altero un poco. Tras quedarme quieta un rato, decido buscar la cocina. Si mi estómago no come pronto, me boicoteará.
Caminando un poco más, encuentro el comedor y luego la cocina, donde un tipo con auriculares en los oídos baila con una sartén caliente en la mano.
Para ser sincero, al principio hasta me sorprende. Nunca habría pensado que encontraría a un tipo con semejante cuerpo y semejante aspecto en la cocina. O mejor dicho, que vería a un tipo así cocinando.
Apoyada contra la pared, incluso me permití admirar cómo el tipo parecía bailar al son de una música muy alegre y rítmica. Cuando volvió a echar la tortita en la sartén, decidió dar una vuelta rápida y coger la tortita con la sartén, pero..... Mientras hacía este truco, el chico me vio y, congelado en el sitio, abrió la boca. Y a la propia tortita que debía caer en la sartén no se le ocurrió nada mejor que caer sobre la cabeza del chico.
No pude evitar soltar una carcajada al ver esta foto. Es gracioso, ¿verdad?
- Muy gracioso, jajajaja, - el chico se arrancó la tortita de la cabeza y la tiró al fregadero, se sacó los auriculares de las orejas con la otra mano y me miró con ojos furiosos. Me importa un bledo...
- Pues sería raro que me pusiera a llorar, - sonrío y le guiño un ojo al chico. Bueno, ¿por qué molestarse? Es una pieza de sobresaliente.
- Hubiera estado bien que vinieras mucho antes y empezaras a preparar la cena, - creo que me confundieron con una criada. A juzgar por la forma en que me miraba el chico, pensaba que me estaba relajando en algún sitio en vez de venir a hacer mi trabajo.
- ¿De verdad? ¿Y si no lo hago? ¿Qué vas a hacer? - sonrío y doy un paso adelante. No puedo evitarlo, quiero ver la cara que pone ese jefe cuando se entere de que no soy su subordinada.
Pero no sabía que teníamos público... Y muy pronto volveré a caer en las garras del malvado y gris lobo...
- Parece que se te está estropeando la vista. - No sólo doy un respingo al oír esta voz, sino que al chico le cambia la cara al instante.
¿Estaba espiando? ¿Estaba espiando? ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿En la cocina?
- Al principio no entiendo de qué está hablando.
- ¿Estás ciego y no viste la ropa normal en tu habitación? Me vuelvo a poner la ropa...
Chernov da un paso adelante, haciéndome retroceder ligeramente. Vuelve a mirarme a los ojos. Me trata como si fuera un malentendido. Tiene los labios curvados y sus ojos se deslizan por mi cuerpo. No sé por qué, pero en cuanto desliza sus ojos por un trozo de piel, inmediatamente empieza a arder, como por una quemadura. ¿Qué demonios es esto? ¿Cómo aprendió a mirar así y a quemarse al mismo tiempo?
- ¡Debes haberte quedado ciego cuando elegiste un armario de gatito para mí! Dime la verdad: ¿viene con un par de gatos? ¿También están escondidos en algún lugar del armario? - le respondo siseando. No puedo responderle con normalidad. ¿Cómo puedes responder con normalidad a una persona que, desde la primera frase, quiere insultarte y mancillarte?
- ¿Gatos? - Sus cejas se alzan sorprendidas. - ¿Así que prefieres el vestuario de una puta? ¿Te gusta que te confundan con una tacaña?
Y entonces, como si nada, la camiseta se desliza por mi hombro y lo deja al descubierto. Veo los ojos de Chernov observando este ultraje, y te juro que veo que sus ojos se oscurecen. Veo cómo se nublan. Cómo adquieren un tinte de peligro. Adquieren ese brillo peligroso, y mis dedos se ajustan automáticamente mi camiseta.
- Entrecierro los ojos no me he dado cuenta de que tu prometida va vestida de monja.
- Veo que te cuesta entenderlo, ¿verdad? - Vamos a simplificarlo, - sonríe y da otro paso hacia mí, - ¡no saldrás de casa hasta que empieces a vestirte decentemente! ¡Te sentarás en tu habitación y practicarás tu ingenio en las paredes!
- ¿Qué? ¿Me vas a encerrar en mi habitación? ¿De verdad? ¿Cuánto tiempo piensas tenerme allí? ¡¿Los tres años?! ¿Estás completamente loco?
Me estoy volviendo loco por lo que está diciendo. ¿Se ha vuelto completamente loco? ¿Quién le dio la autoridad para burlarse de mí? ¿Para vestirme con la mierda que cuelga en mi armario? Ni siquiera saldría de casa sola con esa ropa.
- ¡Si te sientas aquí, tal vez tengas algo de cerebro!
En dos pasos, salva la distancia que nos separa. Lo hace tan rápida e inesperadamente que ni siquiera tengo tiempo de retroceder. Sus dedos se cierran sobre mi codo y tiran de mí hacia él de modo que estoy prácticamente apretada contra su cuerpo.
- Si tengo que encerrarte, lo haré. Si tengo que castigarte, lo haré. Si tengo que meterte reglas en tu estúpida cabeza, créeme, también lo haré. Todavía no pareces entender, ¿verdad? No soy la mocosa de mierda con la que estás acostumbrado a tratar. No caigo en tus trucos. No bailaré a tu son. Soy más fuerte, más lista y más astuta que tú, chica. Mientras tú estás pensando en tu primer paso, yo ya he dado tres. Cada travesura y protesta que hagas tendrá consecuencias. ¿Quieres ver cuáles son? Vamos, ¡te las enseñaré con mucho gusto!