Glib
***
¡Estúpida idiota! No tengo otras palabras para esta chica.
Aprieto la mano alrededor del cuello del hombre que se suponía que la custodiaba y le pregunto dulcemente:
- Dime otra vez, idiota, dónde está Alice.
Sólo responde con un resuello. Y estoy a punto de estrangularlo. Toda una casa de putos guardias de seguridad, ¿y nadie ha visto dónde se ha metido el puto engendro del infierno?
Y yo que creía que se le había subido a la cabeza. Duró una semana entera. Los vídeos y fotos de su entrenamiento eran impresionantes. La chica parecía entenderlo todo. Empezó a vestirse con normalidad. Dejó de ser grosera con los guardias y las criadas. Comenzó a comportarse... ¿como una persona normal?
- ¡Media hora, idiotas! Os doy treinta minutos para darme la dirección. De lo contrario, - miro a todos estos degenerados, - me aseguraré de que maldigan este día. Haré que todos maldigan este día.
Me dirijo a la barra y, cogiendo la primera botella que veo, le doy un gran trago.
La oscuridad en mi interior empieza a consumirme. Me nubla la mente. Me parecía haber superado esta rabia incontrolable en mi juventud. Tomé el control de mi bestia interior. Aprendí a mantener encerrado lo que llevaba dentro, lo que era mi mitad oscura. Me parecía que entonces lo había conseguido.
Pero con la aparición de Alice, mi autocontrol y mi control empezaron a resquebrajarse por las costuras. Esta zorrita sabía cómo entrar donde nadie más podía. Sabía cómo tocar el nervio. Y ahora mismo, en este mismo segundo, me invadía una rabia inadecuada. ¡Porque no sé dónde coño está!
Son las doce de la mañana y esta loca no está aquí. Su teléfono está apagado. Salió de casa hace al menos cuatro horas. Fue entonces cuando se descubrió su desaparición.
Probablemente por primera vez en mucho tiempo, me siento con las manos atadas. Un pensamiento lleva a otro. ¿Y si le hubiera pasado algo? ¿Y si contestó a alguien como siempre y decidieron darle una lección? Y si...
- ¡¡¡Puta!!!
Lanzo la botella contra la pared y se rompe en pedacitos con un fuerte sonido.
Me pongo a pensar en todos los que estudian con ella en el grupo. Allí hay putos mayores. Hijos de empresarios y políticos.
- Señor Chernov, - me distrae Kirill mientras aprieto con los dedos el fino cuello de esta escoria que tengo en la cabeza.
- ¿La has encontrado?
- Sí, una de las chicas de la fiesta está publicando activamente historias en Instagram y Alice está en todas partes.
Cojo el teléfono con la mano y antes de mirar esta superproducción, cojo una nueva botella de whisky con la mano. Estoy seguro de que necesito un trago antes de verla. A juzgar por la cara roja de mi ayudante, hay mucho que ver. Dando un gran trago, inicio el vídeo.
- ¡Bebe! ¡Bebida! ¡Bebida!
Veo a Alice, arrodillada con un vestido corto que casi no cubre nada, llevándose a la boca un vaso de algún tipo de cosa repugnante. Sus ojos muestran que ya está borracha. Y entonces mi mirada se fija en el tipo grande que está detrás de ella, que está apretando los dedos alrededor de su cintura. ¿Qué coño pasa?
La chica está intentando ponerse en pie y este monstruo está encantado de agarrarla en ese preciso momento. Aprieto el teléfono con tanta fuerza que empieza a crujir.
¿De dónde ha sacado ese vestido? Miro fijamente la pantalla del teléfono y me invade una nueva oleada de rabia. El vestido se ciñe a su figura y queda claro que tiene un pecho de segundo diámetro. Caderas redondeadas y piernas hermosas. No tenía ni idea de que fuera tan... tan... ¡¡¡ZORRA!!! ¿Por qué demonios la estoy mirando como si fuera un bicho raro de pie detrás de ella, obviamente contando con algo?
- ¿Tiene una dirección? - le gruño a la asistente y, tras recibir una respuesta afirmativa, salgo volando hacia el coche. - Pisa el acelerador. Tengo que estar allí en un segundo, - grito como un loco y no suelto el teléfono.
- Nuestra princesa parece haber bebido demasiado. ¿Crees que Dimas conseguirá algo esta noche? - Oigo una voz de mujer y, tras una risita, Alice vuelve a aparecer en primer plano en el encuadre.
Udod la empuja contra la pared e intenta meterle las manos bajo el vestido, y ella se resiste con todas sus fuerzas.
- Quiero que bloqueen esta cuenta para que el vídeo no se difunda en Internet, - ordeno.
- Ya están trabajando en ello.
A cada segundo que pasa, la rabia que llevo dentro se multiplica en ira y furia. Ni una sola persona me ha llevado a este estado. Ninguna puta mujer ha conseguido jamás lo que esta chica ha logrado en una semana. Estoy listo para matar. Y eso es muy malo. ¡Especialmente por ti, chica!
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La obsesión del Mr. Strictly
- Te recordaré a quién perteneces, - su voz golpea mis nervios, haciéndome temblar de miedo.
- Aléjate de mí, - mi voz es traicioneramente ronca.
- Eres mía. Te utilizaré hasta que te canses de mí, - me zarandea y me aprieto contra él, con la garganta apretada por el terror. Ya no se arrepentirá y se llevará de verdad todo lo que cree que es suyo. - Si eres obediente, incluso te gustará.
Demyan Suvorov es un bandido, un criminal peligroso. Lo delaté, lo traicioné, para salvar a mi familia. Pero él me encontró y ahora va a hacer que me arrepienta de todo lo que he hecho...