Cuando en mi mente ya estoy saboreando sus labios, me doy cuenta de que es eso, un colapso total. Mi cerebro necesita claramente una flagelación, un reinicio, una demolición del sistema. ¿Qué demonios ha pasado? ¿Por qué he empezado a reaccionar así ante él?
Chernov empieza a alejarse, pero yo sigo cerrando los ojos y esperando que sólo haya decidido comprobar si no estoy fingiendo. Y al mismo tiempo, me da miedo mirarle. Si tengo estos pensamientos cuando no le miro, ¿qué pasará cuando lo haga?
En cuanto damos un par de pasos, alguien se nos acerca volando.
- ¡Alice! ¡Alice! ¿Qué le has hecho? - Dima me agarra la mano y empieza a sacudírmela. Y siento que un par de movimientos más como ese y voy a enfermar aquí y ahora.
- ¡Se ha ido! - Chernov gruñe, y puedo decir por su voz que huele a fritura.
Es como si estuviera fuera de la cadena. Se abalanza sobre Dima. Le amenaza. Si no conociera a Chernov, habría pensado que estaba celoso.
- ¡Kirill, resuélvelo! - Oigo a Chernov dar una orden a alguien, y enseguida empiezan los gritos.
- ¡Soltadle! ¡No eres humano! Dima, Dima...
Los brazos de Glib no hacen más que apretarme con más fuerza y mi cuerpo empieza a temblar a traición.
- Podría tirarte a la hierba. Podría atarte las manos a una cuerda y hacerte correr detrás del coche. Podría obligarte a fregar los retretes de mi empresa. Se me ocurren muchas más cosas que podría hacerte. Y sin duda lo haré. Pero quiero darte una oportunidad. Si abres los ojos ahora, tal vez tu castigo no sea tan severo.
¡Que te jodan! ¡Que te jodan! ¡Que te jodan! La sugerencia de correr tras el coche me pone enfermo, ¿realmente es capaz de algo así? Probablemente, si pudiera pensar mejor en este momento, definitivamente consideraría la opción de seguir fingiendo. Pero sus palabras me hicieron sentir miedo, respiré hondo y abrí los ojos bruscamente.
Al instante me encuentro con su mirada penetrante, fría y caladora, y entonces su inquietante sonrisa en los labios me dice que estaba equivocada, muy equivocada al hacerlo.
- Buena chica, gruñe Glib y vuelve a alejarse.
Todo en mi interior se encoge hasta tal punto que me cuesta respirar.
Cuando llegamos al coche, me tiro al suelo de forma brusca e inesperada. Menos mal que he podido reagruparme y aterrizar de algún modo más o menos a salvo.
- Tú, tú... - Digo con los dientes apretados, pero no me da tiempo a terminar, porque Chernov, tras abrir la puerta del coche, me agarra por el cuello y me arroja al asiento trasero como a un gatito travieso.
- ¡Piénsatelo bien antes de abrir la boca! ¡No estoy de buen humor, niña!
E inmediatamente se hunde en el asiento de al lado. ¿Va... va a montar aquí? ¿En serio?
- Conduce. - Le da una orden al conductor, en el que ni siquiera me fijo porque mi atención estaba centrada en el enfadado Glib.
Arranca como un loco, pierdo el equilibrio y caigo de bruces contra Chernov.
- ¿Estás tan borracho que ni siquiera puedes incorporarte?
Y me ocurre algo extraño. Su proximidad me nubla tanto la mente que, en lugar de levantarme, me limito a pasarle los dedos por las manos.
Si cree que estoy tan borracha que ni siquiera puedo sentarme, entonces tengo que asegurarme de que lo vea por sí mismo.
- Qué manos tan fuertes... - susurro y levanto un poco la cabeza, sonrío dulcemente y le miro a los ojos aturdida. ¿Jugamos, señor Chernov?
¿Tan bien pensado estaba mi plan? ¡Y una mierda lo he pensado! Siempre hay extrañas cucarachas viviendo en mi cabeza, y ahora que les he dado un traguito, ¡se han vuelto completamente locas! Estaría bien que toda esta locura fuera una acción bien pensada, pero no. Ni siquiera tenía un plan.
Cuando toqué a Chernov, yo estaba más aturdido que él. Sólo a él le sorprendió la sorpresa y mi descaro, y a mí me conmocionó la forma en que me electrocutó su tacto. ¿Qué demonios es esto?
- ¿No tienes cerebro? - Glib salió más rápido de su asombro que yo.
Chernov me agarra las muñecas y me las aprieta dolorosamente con los dedos. Me duele tanto que hasta grito.
- ¡Me duele! ¿Me oyes, cabrón? Me haces daño, - gruño e intento zafarme de su agarre, lo que sólo hace que me duela más.
- ¡Está muy bien, a lo mejor se te pasa un poco la borrachera! - El conductor es un Schumacher: conduce el coche de forma que de vez en cuando me caigo encima de Glib y, a pesar de que me sujeta las manos, no puedo apartarme de él.
- ¿Tienes miedo de que empiece a molestarte? - Curvo los labios en una sonrisa cuando veo que sus ojos se oscurecen. ¿De verdad tiene miedo de que traspase algunos límites? ¿Un hombre adulto tiene miedo de una chica?
- No te ha crecido el cerebro, - dice con su tono indiferente, y siento que me lanza al aire con rabia. ¿Por qué demonios actúa así? Yo lo vi allí. Vi cómo apartaba a Dima, ¡incluso le oí amenazarle! Pero estoy bastante segura de que al menos le gusto. ¿Ahora intenta bajar mi autoestima? ¡Qué imbécil!
- ¡Estoy tratando de igualar su gusto! A juzgar por las mujeres que he visto, ¡no te van las inteligentes! - le siseo en la cara mientras otro bache nos acerca. ¿Ha encontrado a este conductor en un anuncio?
- Respondes mal, - me suelta por fin las manos y me empuja hacia el otro lado del asiento. Como un perro.
Deberías haber recordado, Alice, que este imbécil no juega según las reglas. Y que este jugador es demasiado astuto para tus juegos.
- ¿Sabes, Chernov? ¡Eres un verdadero imbécil! Cómo puedes ser tan... tan...
¡Una pesadilla! Una completa pesadilla. Antes de que me dé tiempo a disfrutar de mi libertad, me agarran la barbilla con los dedos y me giran bruscamente hacia ellos de forma que me crujen los huesos. No voy a salir de este coche por mi cuenta. Él se asegurará de eso...
- Cuidado con lo que dices, chica, ¿eh? ¿Qué? ¿Dónde? ¿Dijo algo?
Todo lo que veo frente a mí son sus ojos, cubiertos de nubes negras. Brillantes como relámpagos y prometiendo sólo problemas. Puede mirarte de tal manera que se te acalambren las tripas y se te entumezcan los dedos. Puede volverte loco, hacerte perder la cordura, la capacidad de moverte y pensar. Te paraliza. Al instante. Sin piedad. Sediento de sangre.