Teoría del Caos y el Bisturí

Capitulo 6

Sloane

​La música vibraba en el pecho. Estaba en la fiesta, emocionada, genuinamente feliz. Charlaba y me reía con Dylan y Dakota, sintiendo la ligereza de haber dejado el hospital y el drama familiar atrás, aunque fuera solo por unas horas.

​—Oye, ya has rechazado a tres tipos,— comentó Dylan, tomando un sorbo de su bebida. —¿No te gusta bailar o qué?.

—Jajajajaja!—Me reí. —No es eso, Dylan. ¿No viste? Su atención nunca estuvo en mis ojos. No quiero golpear a nadie hoy. Vine a disfrutar.— Hice una pausa. —Obligada, pero a disfrutar.

​—Dakota soltó una carcajada ruidosa. —El último pensé que te tocaria una teta. ¡Estuvo apunto!

​Las tres volvimos a reírnos con ganas.

​De pronto, el DJ tomó el micrófono. —¡Atención, amigos! ¡Démosle la bienvenida a la cumpleañera!

Miré hacia la entrada. Una chica increíblemente hermosa apareció: cabello negro ondulado, piel blanca (aunque no tan clínicamente pálida como la mía), y ojos oscuros. Llevaba una corona brillante de cumpleaños y una banda de satén. Se veía radiante y feliz.

​Todos aplaudimos y ella tomó el micrófono brevemente. —¡Este cumpleaños es para descontrolarse! ¡Disfruten!

​La multitud gritó en respuesta.

​—¿De dónde la conocen?—pregunté a Dylan y Dakota.

—Oh, la conozco de la empresa donde trabajo, Nikolaos Pharmaceuticals,—respondió Dylan. —Es muy amable. Dakota también la conoció en un evento y nos invitó a esta fiesta. Le preguntamos si podíamos traerte. Te la presentaremos; te caerá bien,— dijo Dakota con su entusiasmo habitual.

​—Oh, está bien,—dije.

​Seguimos platicando hasta que la música cambió. De repente, las bocinas estallaron con el ritmo inconfundible de "Dile" de Don Omar.

​Dakota y yo nos miramos. Era nuestra señal. Comenzamos a gritar a la vez: —¡Vamos!

—Dakota me tomó de la mano. “Cuchurrumí, cuida nuestros bolsos,— le dijo a Dylan sin soltarme, mientras me arrastraba a la pista de baile.

​Dakota y yo nos conocíamos desde primer grado. Estuvimos metidas en muchas cosas, y una de ellas fue la obsesión por el baile. Tomamos clases de pole dancing y nos encantaba bailar juntas. Nos metimos de lleno en nuestro mundo, la música y el ritmo guiaban nuestros cuerpos.

​Estábamos en medio de un break de la canción cuando la cumpleañera se acercó a nosotras.

—¿Puedo unirme a ustedes?— preguntó con una expresión de pena, pero con unos ojos que rogaban bailar.

​—¡Claro que sí!— dijimos Dakota y yo al mismo tiempo.

​Ella sonrió de oreja a oreja. Nos unimos a la pista, y seguimos bailando juntas hasta que Don Omar cedió el escenario al icónico "Gasolina" de Daddy Yankee.

​Cuando la canción terminó, empapadas de sudor y risa, nos dirigimos a la mesa donde Dylan nos esperaba. La cumpleañera venía con nosotras.

​Dylan se puso de pie para hacer las presentaciones formales.

—Sloane, ella es Theodora Kallidis.—Luego se dirigió a la cumpleañera. —Theodora, ella es Sloane Hayes, la neurocirujana de la que te hablamos.

​—¡Mucho gusto!— le dije, extendiéndole la mano.

​—Igualmente,—dijo Theodora, y en lugar de un apretón de manos, me dio un abrazo. —Estoy tan feliz. ¡Espero que podamos ser amigas! En realidad, no tengo muchas.

​—Me sorprendió su honestidad. Miré a mi alrededor, a toda la gente que llenaba el lugar. —¿Y toda esta gente?— pregunté.

—Ella se encogió de hombros con una naturalidad adorable.—Ni idea. Son de la empresa, pero solo me llevo bien con Dylan. Él fue tan amable de presentarme a Dakota, que es un encanto, y ahora te conozco a ti.— Parecía una niña emocionada.

​—Bueno, aquí estamos para lo que quieras,—le dije, sintiendo una conexión instantánea con su vulnerabilidad.

​—¡Sí! Dame tu número,— dijo, radiante.— el Dakota ya lo tengo.—dijo feliz.

​Intercambiamos números. Nos reímos, las cuatro, sintiendo que un nuevo y refrescante grupo de amistad se había formado en medio del caos de la discoteca.

---

​Estábamos jugando a Verdad o Reto. Lo sé, no es un juego práctico para tres doctoras y un ejecutivo de una farmacéutica. Pero la cumpleañera, Theodora, lo pidió con tanta ilusión que le dimos el gusto.

​La botella apuntó a Dylan. Él pidió Reto.

​—Te retamos a subir a la tarima y darnos un baile,— dijo Dakota con una sonrisa malvada.

​Dylan se tomó un trago de valor, se dirigió al DJ y le susurró algo. Unos segundos después, la música se transformó en el ritmo pulsante y ochentero de "Blinding Lights" de The Weeknd.

Dylan subió a la tarima y comenzó a bailar. Se movía con una energía inesperada, haciendo movimientos exagerados y poses dramáticas que eran mitad ridículos, mitad geniales. Gritamos de la emoción, alentándolo con aplausos y silbidos. Cuando terminó, regresó a la mesa empapado en sudor y se bebió toda el agua que quedaba.

​Dakota giró la botella. Quedó apuntando justo entre Theodora y yo.

​—Hay que volver a girarla,—decretó Dakota. La giró con fuerza, y esta vez, cayó sobre ella.

​—¡Bien!— dije. —¿Verdad o Reto?

​—Verdad,—dijo Dakota, con precaución.

—Confiesa algo que nadie sepa, ni siquiera yo,— le exigí.

​—Dakota lo pensó, mordiéndose el labio. —¿Recuerdas a Leonel, el chico que te gustaba en secundaria?

​—Sí,— dije, frunciendo el ceño. —Nunca lo volvimos a ver desde ese incidente.

—​Dakota esperó unos segundos antes de responder, su expresión de absoluta culpabilidad. —Se… se cagó por mi culpa,—susurró.

​Theodora soltó una carcajada ahogada. Dylan se atragantó con su agua.

—Un día antes, lo escuché decirle a otros chicos que iba a regar el rumor de que se te declararía para que te emocionaras, y luego, en el momento, se reiría en tu cara y te diría cosas horribles. Entonces,—continuó Dakota, gesticulando, —mi mamá tenía un laxante fuerte, el que se usa antes de ir al baño para colonoscopias. Me acerqué y se lo puse en su jugo. Pero creo que le puse demasiado, porque a los dos minutos de tomarse el jugo… comenzó a cagarse. Y no le dio tiempo de ir al baño. Fue asqueroso.




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