Todo un Cautivador

Capítulo 1

Escucho a mis espaldas los gritos  de Marcía, el tipo que estaba con ella nunca abrió la boca, no se quién es y tampoco me interesa saberlo, fue ella quien decidió serme infiel.  


Preferí salir del apartamento de Marcía, antes de cometer una locura, cuando estaba a punto de halar el gatillo, una imagen de la sonrisa dulce de Naty y Soraya, vino a mi mente, en ese preciso momento, me di cuenta que ellas no merecen que yo las haga pasar por la pena de ir a verme a una cárcel y menos por matar a una mujer que no lo vale, porque definitivamente,  Marcía López acaba de demostrarme que no es una mujer que valga la pena. 


Subo a mi auto, aun con la furia hirviendo en mi sangre, lo enciendo y me dirijo a “La Dimora”, esta noche voy beberme todo el licor que mi cuerpo logre consumir, dice que si las penas se ahogan ya no duelen, así que esta noche comprobaré si eso es verdad. Porque duele, siento que algo dentro de mi pecho duele y me ahoga.

 Es a esto que se refieren cuando dicen que el amor duele, aunque ciertamente lo que a mi me esta doliendo en este momento no es el amor, es la traición que mis ojos acaban de presenciar. 


Acelero el auto y en menos del tiempo previsto, ya me encuentro en “La Dimora”. Los chicos de seguridad me dejan entrar sin problemas, dirijo mis pasos al VIP, que siempre usamos al venir.  


Una de las chicas que atiende, me trae una botella de Whisky que le pedí, al pasar a su lado. 


Me siento, en el cómodo sofá de cuerina rojo y empiezo a beber, como un verdadero condenado a muerte, mi teléfono celular, no deja de sonar, reviso el identificador de llamadas y es Marcia. ¿En serio?, esta mujer si que  tiene los ovarios bien puestos, estar llamándome después de como la encontré. Capaz y quiere decirme el clásico “No es lo que tú piensas” “Mal interpretaste las cosas” o “No es lo que parece”.  


Lanzo el teléfono a un lado y continúo bebiendo, al fin y al cabo a eso vine a este lugar.  


Dos horas después me he bebido, cuatro botellas de Whisky yo solo, pero el licor no me ha ayudado, por el contrario el dolor en mi pecho se ha acrecentado y la imagen de Marcia con ese tipo, se repite  en  mi cabeza una y otra vez. 


Cierro los ojos por un segundo y recuesto mi cabeza sobre el respaldar del sillón. De repente, siento una tierna caricia en mi mejilla.  


—¿Por qué no nos llamaste? — Escucho decir a la pelirroja. 


—Estamos aquí, dice Naty— Mientras me da,  un tierno beso en la frente.  


En ese preciso momento, las lágrimas que he estado conteniendo todo este tiempo, deciden fluir y yo decido no contenerlas más. 


Me abrazo a ellas y lloro, lloro, como un niño, dejo salir mi dolor, mi impotencia, mi rabia, mi frustración. 
Hacía mucho que no me sentía así,  defraudado por alguien a quien le entregue todo de mi. No soy perfecto, pero soy un hombre leal a mis afectos, no miento, no engaño, no juego con los sentimiento de nadie y jamás pensé que Marcía, jugaría con los míos, de una manera tan vil. 


—Vamos a casa dice Naty— quien estoy seguro que también esta llorando.  


—Sí, guapo. Vamos a casa— Dice Soraya.  


—Quiero beber, hasta perder la conciencia, déjenme hacerlo— Digo arrastrando las palabras y aun en medio del llanto. 


—Hazlo con nosotras, aquí no Víctor, dice Naty. 
—Ustedes no me dejarán hacerlo, son una aburridas, se creen mis mamás, se salvan porque las amo, respondo mientras finjo una sonrisa.  


—Nosotras también te amamos, dice Soraya, pero vamos a casa por favor, Víctor. 


—¿ Quién fue el chismoso, que les dijo que yo estaba aquí? ¿Saben sus esposos que vinieron por mí? — Digo de manera torpe. 


—También estamos aquí Víctor, responde Alonso.  
Como puedo, levanto la cabeza y logro ver a Alonso y a Santiago.  


—Es que ya uno no puede irse a beber en paz, sin que le monten la perseguidora, digo irónicamente— Lo que deben hacer es controlar a sus mujeres, en vez de secundarlas señores, recuerden que son unos hombres  importantes y peligrosos, no avergüencen a sus congéneres. Termino diciendo, torpemente, producto de los efectos del licor en mi cuerpo. 


—No me cuentes tus problemas, Víctor. Y hazles caso que debo ir a alimentar a mis hijos, antes de que mi esposa se enoje conmigo, dice Santiago, solo me dejo salir un ratito y porque se trataba de ti.  


—Vale pues, todo sea por  no hacer enojar a Dania, capaz y te pega Santiago, si no es que ya lo hace y no nos hemos enterado. Respondo divertido. 


—Habla bajito Víctor, no sea que te escuchen aquí y sepan que soy un hombre maltratado, dice Santiago, mientras junto a Alonso, me levantan para salir del VIP.  


—¿Y tú donde dejaste a tu marido? — Digo mirando a Soraya. 


—Vengo justo detrás de ti Víctor, guardándote las espaldas, dice Augusto.  


—Ya es por gusto amigo, el ataque fue frontal y directo al corazón— Digo en tono triste. 


—Vamos a casa amigo, mañana todo estará mejor, te lo prometo dice Augusto. 


Salimos los cinco del lugar y llegamos hasta un auto que nos está esperando en la entrada del club, lo último que supe es que entre al mismo, desde ese momento  no tuve más conciencia de mí, tal vez sea lo mejor, estando así puede que ya no duela.  

 

—¿Como supiste que Víctor estaba en el Club, Soraya?— Pregunta Naty intrigada.  


—La idiota de Marcía me llamó, me dijo que Víctor había salido del apartamento furioso, luego de una discusión y que temía que pudiera pasarle algo.  


—Pues seguro que fue algo muy malo, por lo que discutieron, para que Víctor beba así, jamás lo había visto en ese estado— Responde Santiago.  


—Esperemos  que despierte y mañana veremos, si nos quiere contar— Dice Alonso.  


Bien, entonces nos vemos mañana temprano en mi casa, Alonso y yo nos llevaremos a Víctor con nosotros.  




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