Despierto en una habitación que no es la de mi apartamento, sino la que ocupo cuando me quedo en la casa de Naty y Alonso, el dolor de cabeza que tengo me va a matar, como puedo me levanto, camino al baño, me quito los bóxer y tomo una ducha, salgo del baño y saco ropa de los cajones, tengo ropa, zapatos y artículos de aseo personal aquí y en casa de Soraya. Me pongo ropa cómoda y tomo un vaso de agua y un par de aspirinas que veo en la mesita de noche y que estoy segura, Natasha dejo allí intencionalmente.
Me preparo mentalmente para el interrogatorio del que seré objeto, no tengo idea de como llegue aquí, pero estoy seguro que dentro de poco lo sabré, Augusto y Alonso se burlan de mí, porque dicen que tener a Soraya y a Naty detrás de mí siempre, es como tener a dos esposas celosas, solo que sin el beneficio del sexo, cuando las chicas, los escucharon bromear al respecto y lrs dijeron que lo del sexo ellas podían solucionarlo a los Ferrara, el chiste dejó de parecerles gracioso. Pero solo fue joda, Natasha, Soraya y yo somos como hermanos, somos familia.
Llego a la estancia y tal como lo supuse, están Alonso, Augusto, Santiago, Soraya, Natasha y Dania, esperándome.
—¿Alguién me puede explicar quién esta cuidando a mis sobrinos?— Digo parándome, en el último escalón.
—Sus niñeras y mi madre las supervisa, responde Naty seria.
—Ok, respondo, ya vi que la cosa no está para mis bromitas — Tomo asiento en un sillón que esta a lado mío, a ver que empiece el interrogatorio.
—¿Qué paso ayer? — Pregunta Soraya sin rodeos.
—Fui a beber, digo serio.
—Víctor por favor, dice Naty en tono suplicante, si no nos dices, no podemos ayudarte. ¿Qué paso?, dice, Naty arrodillándose a mi lado.
Respiro profundo y llevo ambas manos a mi rostro, antes de empezar a hablar, ellos son mi familia, así que no pretendo ocultarles nada.
—Ayer llegue al apartamento de Marcía y la descubrí en la cama, con otro hombre. Digo atropellando las palabras.
—yo la mato, dice Soraya caminando hacía la puerta, pero Augusto la atrapa por la cintura y la trae cargada de regreso al sofá, donde estaba sentada hace solo unos segundos— Es una desdichada, yo lo sabía, grita Soraya histérica, suéltame Augusto voy a matarla y será una muerte lenta y dolorosa.
—No la maté, por Natasha y por ti pelirroja— Digo mientras miro mis manos.
—¿Qué? — Pregunta Natasha asustada.
—Yo, reaccioné y furioso saqué mi arma y le apunté, estaba a punto de halar el gatillo cuando a sonrisa tuya y de Naty, vino a mi memoria, en ese momento pensé que ustedes no se merecían el dolor de ir a visitarme a una cárcel. Termino diciendo con el llanto ahogando mi voz.
Soraya corre literalmente hacía mi y se pone de rodillas a mi lado, imitando la posición de Natasha, me da un abrazo, al que Naty se suma y allí, lloramos los tres como si mi dolor, también fuera de ellas y en cierta manera así es, ellas y yo somos uno, sentimos como uno.
El silencio inunda el lugar y solo son nuestros sollozos, los que lo interrumpen, no se cuanto tiempo hemos estado así, pero si sé que ya las lágrimas han cesado.
Me pongo de pie, con mi rubia y mi pelirroja a cada lado, en ese momento veo a Santiago acercarse y darme un abrazo, al que también se une, Augusto y Alonso.
—Si me permiten me uno a ese abrazo, dice Dania.
A lo que a los cuatro asentimos y le permitimos hacerlo.
El resto de la mañana transcurre entre los gritos de los sobrinos, los regaños de Leticia la mamá de Naty y las bromas de mis amigos.
—Bien ya me voy a casa— Digo poniéndome de pie.
—Estás seguro, Víctor. Puedes quedarte esta noche, dice Naty.
—O ir a mi casa, dice la pelirroja.
—Chicas, no necesito niñera, respondo serio.
—No es eso, es solo que nos gusta consentirte, responde Soraya.
—Estaré bien y si me dan ganas de beber, llamaré a Santiago, claro siempre y cuando Dania le de permiso, porque dudo que a Alonso y a Augusto, ustedes los dejen salir.
—Oye, oye yo me mando solito dice Augusto, Soraya solo me orienta y yo como buen esposo, siempre le hago caso, no ves que si se enoja le salen arrugas y se envejece, yo solo me esmero en contribuir a que mi mujer, siga igual de jóven y bella.
—¿Y tú Alonso, te anotas a unos tragos? — Digo en caso de que se me antojen.
—Lo consulto con Naty y le respondo luego, dice serio.
—En serio, los he perdido chicos, soy el único hombre libre en un mundo gobernado por féminas.
—Tampoco así, Dice Santiago, esa es tan solo percepción tuya, dice divertido.
—Si y que más, bueno me voy gobernados, digo señores, agrego en medio de una genuina carcajada camino a la salida. Los amo familia, grito justo al salir de la casa.
Estar con ellos siempre es un refrigerio, pero toca hacerle frente a la realidad, a mi realidad.
Llego a mi apartamento y voy directo a mi habitación, tomo una caja de la parte superior del armario y empiezo a poner dentro, todas las pertenencias de Marcía y que por alguna u otra razón estan aquí, un par de fotos juntos, ropa interior, un par de pijamas, artículos personales y todo lo de ella que voy encontrando.
Termino de sacar todo y salgo de la habitación, dispuesto a llevar la caja al basurero del edificio. Justo cuando voy a girar la manija de la puerta para abrirla, esta se abre, para dejarme ver a Marcía que con su llave acaba de abrir la misma.
—Hola dice, con la voz entrecortada.
—¿Qué haces aquí? — Digo molesto.
—Vine para que habláramos, Víctor.
—No hay mucho de que hablar, creo que todo quedo muy claro Marcía.
—Víctor, solo fue una vez, yo estaba muy molesta contigo, no pensé bien lo que hacía, yo…