Todo un Cautivador

Capítulo 4

Odio las despedidas Naty y Soraya, estaban muy tristes y a decir verdad tampoco fue fácil separarme de mis amigos, así como de los sobrinos, pero tocaba, me animo pensando que solo será por un tiempo.  


Han pasados casi tres años, que salimos de aquí, detrás de Naty porque nos necesitaba, ahora tenemos una vida en Italia y sin ellas aquí, nada se siente igual.  


Mi regreso es diferente, me fui de aquí como el amigo y guardaespaldas de las chicas, ahora regreso como su socio y el representante en New York, de una de las navieras más importantes de Europa, mi cuenta bancaria tampoco es la misma, el trabajo con los Ferrara, me permitió invertir y ahora heme aquí, siendo todo un hombre de negocios.  No soy multimillonario como mis amigos, pero pobre tampoco soy. Por exigencia de mis socios, viajé con guardaespaldas y aquí ya tengo asignado un chofer, pedí que fuera un hombre de mi confianza así que Damián, viajó conmigo. Y por supuesto para ponerle la cereza al pastel, viajé en el avión de los Ferrara, pero bueno la vida cambia y a mí, me ha cambiado para bien.  


—El auto está esperándonos señor— Me dice Damián al verme bajar del avión. 


—Te dije que me llamarás por mi nombre, respondo serio. 


—Si la señora Natasha me oye, me cuelga, señor. 


—Pues no veo a Natasha por aquí, digo sonriendo.  


—Pues que bueno, porque y me sentía extraño, llamándote señor, amigo mío y ¿Qué? ¿A dónde vamos?.

 Pregunta Damián, animado. La última vez que vine a New York,  mi jefe regreso casado, espero no te pase igual.  


—Pues tu jefe se llevo una joya como esposa, pero tranquilo casarme no existe en mi lista de prioridades. Respondo sonriente. 


—Tengo otro jefe, que pensaba igual y llego una castaña y lo domó, responde Damián divertido. 


—Gracias a Dios, no me apellido Ferrara, Damián. 


—No pues, yo nada más decía. Responde de manera jocoza. 


—Y en cuanto a tu pregunta, vamos al Penth house de los Ferrara, allí nos quedaremos, luego iremos a las oficinas de la naviera a conocer al personal y de allí, vamos a almorzar porque tengo hambre, digo serio. 


—Listo Víctor, responde mi guardaespaldas y amigo. 
Pasamos al penth house, dejamos las maletas y nos encaminamos a las oficinas de la naviera, el personal fue capacitado por Alice, la mano de derecha de Soraya aquí e  New York, así que estoy seguro que todo esta perfecto. Alice será mi asistente personal, nos conocemos desde hace años así que estoy seguro que trabajaremos súper bien.  


—Buen día Alice, digo al llegar al piso de presidencia.  


—Víctor, exclama a Alice emocionada, mientras llega a mi encuentro para saludarme con un efusivo abrazo que yo correspondo. Vaya cariño, te han sentado muy bien los aires europeos, eres todo un magnate, dice la mujer con exagerado tono de voz.  


—Tú también luces muy bien. Digo de manera cariñosa. Supongo, que ya te casaste. Digo sonriendo.  


—¡Ojalá! pero no cariño, aún sigo buscando al hombre de mi vida, solo espero que llegue pronto, la paciencia no es una  de mis virtudes. ¿Y tu qué?— ya sucumbiste ante el encanto de las féminas italianas, Víctor.  


—Ante sus encantos sí, ante el matrimonio no, digamos que prefiero disfrutar libremente de la belleza femenina, Alice. 


—Oye, ese no es el Víctor que yo conocí  replica Alice. 


—Bueno digamos que los tiempos, cambian y pues yo cambié.  


—Bueno jefecito, vamos te muestro tu oficina.  


Alice, me muestra las instalaciones y me pone al tanto del tema del personal, así como de las reuniones que iniciaremos a partir de mañana, la agenda esta algo apretada pero es necesario, para echar andar este ambicioso proyecto, con el fin de que esta filial tenga el mismo éxito que las otras.  


Invito a Alice acompañarme a almorzar, sirve que aprovechamos el tiempo, para que siga poniéndome al corriente de todo.  


—¿En donde podemos comer? —Le pregunto a Alice. 


—Hay una cafetería aquí cerca, el ambiente es agradable u la comida es buena, no es un lugar lujoso pero, se pasa bien, dice la chica. 


—Listo, vamos allí. Respondo. 


—Lo malo es que desentonarás, dice Alice.  


—Yo ¿Por qué? 


—Por tu traje de diseñador, tu reloj caro, tus zapatos finos y tu estampa de hombre adinerado. Responde Alice.  


—¿En serio? — pregunto desconcertado.  


—Sí, pero tranquilo prometo no sentirme avergonzada. Dice sonriendo. Es broma Víctor, en esta área la mayoría de los hombres lucen como tú.  


Su comentario me tranquiliza, por un momento  me sentí algo incómodo. 


Llegamos al lobby, aprovecho para presentarle a Alice a mi guardaespaldas. 


—Damián, ella es Alice mi asistente  digo en tono cortés.  
—Mucho gusto señorita, contesta Damián a una Alice que sonríe de forma coqueta. 


Subimos al auto, donde nos espera mi chofer, para dirigirnos a almorzar.  


—Nos acompañas  Damián. Digo al bajar del auto.  


—No, señor. Debo hacer mi trabajo.  


—Fue una orden no una pregunta Damián. 


Damián solo sonrié, mientras nos sigue a Alice y a mí, al interior de la cafetería, tal como aseguró Alice, el ambiente es agradable y ameno. Nos sentamos en una de las mesas libres y nos disponemos a pedir.  


—Buen día saluda la chica que se acerca a nuestra mesa, aquí les dejo los menú. 


Levanto mi mirada , para encontrarme con unos ojos azules como el cielo, pero que muestran una gran tristeza. La chica intenta sonreír pero su sonrisa, no llega a sus ojos. 


—Regreso en unos minutos para tomar su orden,  nos dice la chica en un tono amable. 


Es una mujer de piel blanca, cabello castaño, ojos azules, sus facciones son delicadas, es una mujer realmente atractiva, pero lo que más ha captado mi atención es au mirada triste. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.