Un Amor Para Toda La Vida

5. Un amor a escondidas

AD_4nXecBBg4y9hfEtSEQC_JnBeW1qVhrLc-Giyx7xo2HisWGnfyYQc_H_yLGz5hp39G_oEtrEEVFZ7ejFFq1lyeyZAJ6dz1KaIfV1YZa7dSKPos-4h-BRcbYKF2mO4L0CmIarnYFzYuuIi5-KpAGcL8a6D-oQM?key=wvyPNuZd3Zeb_3g5_qZGcQ

Simón

Es una mañana más en casa, y el sol apenas asoma tímidamente por las ventanas.

Lucas está sentado en el taburete del baño, con su uniforme escolar impecable. Su cabello negro, idéntico al mío, está desordenado, y sus ojos azules esta mañana brillan como nunca con tintes de curiosidad marcados en ellos.

—¿Listo para ser el niño más guapo de la escuela? —le pregunto mientras me pongo detrás de él, con un peine en una mano y una pequeña botella de colonia en la otra.

Lucas ríe y se encoge de hombros.

—¡Sí, papá! ¡Muy listo! Pero primero tienes que hacer tu magia con el peine porque mi cabello está enredado. —pide, agarrando él la colonia y empieza a aplicarse tal como le he enseñado, mostrándome que ya es un niño muy maduro.

Empiezo a peinarlo con cuidado, asegurándome de que cada mechón quede en su lugar. Mientras lo hago, Lucas me mira por el espejo, su expresión se vuelve un poco más seria.

—Papá, ¿ya conquistaste a Ariana? Es una mujer muy bella y sería una linda mami.

La inocencia en su voz y la franqueza de su pregunta me toman por sorpresa, pero no puedo evitar sonreír. Lucas siempre ha sido más maduro para su edad, y sus observaciones a menudo son sorprendentemente acertadas.

Pienso en ese beso que me robé anoche, la forma como ella me correspondió con tantas ganas, lo tímida y sin palabras que quedó después que separé nuestras bocas, y su acelere al entrar en su casa, mostrándose muy nerviosa por lo ocurrido entre los dos. Si soy sincero, no solo quedé con ganas de seguir probando sin para esos labios que tanto me gustan, sino también quedé con el deseo de escucharla, confesarme porque no se resistió a mi beso.

—Digamos que estoy dando pasitos para ganarme su corazón, hijo. No seas tan desesperado, dame tiempo que conquistar a una mujer no es tan fácil como crees —le respondo con una sonrisa, tratando de mantener el tono ligero mientras acomodo el cuello de su camisa.

Mi pequeño asiente pensativo, y luego una sonrisa traviesa ilumina su rostro.

—Te daré una mano, será más fácil si unimos fuerzas. Yo también voy a ayudar a conquistar su corazón, papá, porque quiero que sea la mami de mi hermanita y la mía.

Me derrito de ternura ante su comentario y no puedo evitar reír.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo planeas hacer eso, campeón? Ilumíname para ser un gran conquistador. —Lo molesto ayudándolo a acomodar sus cuadernos en su bolso.

Su silencio prologando me hace mirarlo de reojo, se nota serio, como si estuviera a punto de revelar un gran plan estratégico.

—Voy a dibujarle una tarjeta bonita y le diré lo linda que es. Y también le prometeré que siempre me portaré bien.

—Esa es una excelente idea, hijo. Estoy seguro de que Ariana apreciará mucho tan bonito detalle. —Lo animo a que se arriesgue, porque no quiero que sus primeros retos se trunque sin haberlo intentado.

Me mira con una expresión de satisfacción, como si acabara de recibir la confirmación de que su plan es infalible.

—Gracias, papá. ¿Crees que a Ariana le gusten los superhéroes? Porque puedo dibujarle uno en su tarjeta, llevando una flor.

—A todos nos gustan los superhéroes, seguro amara esa forma tan original de recibir esa flor. Especialmente si ese héroe eres tú.

Mi niño ríe emocionado y se abraza a mí.

—Entonces, regálame un momento a solas, que necesito pensar bien mi idea. —Pide con tranquilidad sacando una hoja y sus colores de su bolso.

Me rio por la dulzura que me da verlo hacer su primer proyecto para conquistar el corazón de una mujer que desea sea parte de su vida. Acaricio su cabello una vez más y le doy un beso en la frente.

—Te dejo solo, pero no tardes demasiado que aún falta desayunar. Voy por Martina, y te espero en el comedor. Tenemos un día largo por delante. —respeto su espacio y salgo de su alcoba para darle la privacidad que me pide.

Después de más de quince minutos, bajo al primer piso con mi nena en mis brazos, me dirijo a la cocina donde la señora Helen ya está terminando de preparar el desayuno. Acomodo a mi pequeña en su sillita alta. De inmediato sus ojitos se activan y se quedan expectantes a la espera de su plato con panqueques.

—Buenos días, Martina—la saluda la señora Helen, acercándose a ella para darle un beso en la mejilla. Ella sonríe, mostrando sus pequeños dientes.

—¡Benos días! —exclama la bebé con entusiasmo.

Helen me saluda con una sonrisa cálida.

—Buenos días, señor Simón. El desayuno está listo.

—Gracias, Helen. No sé qué haríamos sin ti —respondo sinceramente mientras tomo asiento, notando con el cariño que esta señora tan especial que llegó a nuestras vidas, atiende a mis hijos. Le sirve el desayuno a mi princesa hermosa, quien come solita embutiéndose comida de más en la boquita, e inflando más su cachetitos cuando las porciones son muy grandes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.